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«De la interacción entre ciencia y política han surgido los mayores aciertos y desaciertos de la humanidad»

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21
febrero
2024

Durante miles de años, el ser humano ha encontrado formas de adaptar su entorno para hacerlo más seguro. A veces, estos métodos han resultado maravillosamente eficaces. Sin embargo, otras han tenido consecuencias catastróficas y su explicación no ha logrado comprenderse hasta varias generaciones después. Actualmente, uno de estos investigadores de lo inesperado es el doctor Frank von Hippel, profesor de Ciencias Medioambientales en la Universidad de Arizona. También es presentador del Science History Podcast y líder del One Health Research, una iniciativa transdisciplinar que estudia la conexión entre personas, animales y medio ambiente para mejorar la salud de todos ellos. Recientemente, la editorial Bauplan ha publicado su último libro en español, ‘La era química’, en la que von Hippel cuenta cómo a lo largo de la historia la naturaleza ha amenazado al ser humano mediante hambrunas, pestes, plagas y pandemias, y aun así, siempre ha existido la arrogante pretensión de poder controlarla.


¿Cuál es la razón de ser de esta obra?

Durante mucho tiempo estuve dándole vueltas a un mismo problema: ¿cómo se relacionan los avances científicos, sobre todo relacionados con la química, con los grandes temas que han marcado la historia de la humanidad, es decir, el hambre, las pandemias y la guerra? Escribí el libro antes del covid, pero justo una crisis así mostró el impacto de una pandemia en la historia de la humanidad, y precisamente quería explorar ese tipo de historias para comprender la unión entre ciencia y cambios sociales. A su vez, quería hacerlo de forma que el lector conociera a los científicos envueltos en estas historias, algo que me falta en muchos de los libros que leo. ¿Quiénes y cómo eran realmente esos investigadores cuyos descubrimientos cambiaron el mundo?

«Venimos de aquellos que sobrevivieron a todas las pandemias, a todas las hambrunas y a todas las guerras»

Muchos lectores, cuando han de apuntarse un nuevo ensayo para leer, se decantan por títulos relacionados con la psicología, filosofía, política o incluso autoayuda, pero la química es un tema menos habitual. ¿Por qué el lector debe darle una oportunidad a La era química? Y lo más importante, ¿es realmente un libro sobre química?

La era química lleva «química» en el título, pero se acerca más a un libro de historia o de política. Te pongo un ejemplo: piensa en una de las principales pandemias de la historia como la peste bubónica en la Edad Media. Aquello aniquiló a la mitad de la población de Europa y Oriente Medio, lo que provocó una reorganización completa de la sociedad. Es imposible que, cuando se dan estas crisis, la sociedad continúe con sus quehaceres como si nada, y yo creo que para entender la política de cada periodo histórico debemos saber de dónde venimos. ¿Y de dónde venimos? Venimos de aquellos que sobrevivieron a todas las pandemias, a todas las hambrunas y a todas las guerras. España es buen ejemplo de ello, con lo que sufrió durante el siglo XX: guerra, dictadura, otra guerra, llega la democracia… Detrás de todo eso hay descubrimientos científicos, y del vínculo entre la química y la política como sistemas que intentan solucionar problemas –aunque a veces los crean–, sale una historia apasionante. De la interacción entre ciencia y política han surgido los mayores aciertos y desaciertos de la humanidad.

¿Qué ha marcado la relación entre la humanidad y la química en los últimos 100 años?

Un par de acontecimientos a principios del siglo XX consiguieron que, desde entonces, la población creciera sin pasar hambre, o al menos mucha menos hambre que anteriormente. Uno de los responsables fue Fritz Haber, al que se le ocurrió crear el amoniaco sintético, muy importante para fabricar fertilizantes. Su invento consiguió producir amoniaco a gran escala, lo que hizo que la producción de comida a nivel mundial creciera muchísimo. El trabajo de Haber tuvo un enorme impacto, por ejemplo, en la agricultura y en el crecimiento de la población, aunque también estuvo involucrado en el desarrollo de armas químicas durante la Primera Guerra Mundial. Hasta entonces, los agricultores dependían de unos depósitos chilenos en los que había excrementos de aves acumulados durante cientos de miles de años. Este depósito se utilizaba para extraer nitrógeno y fósforo, y es algo que cambió radicalmente con el descubrimiento de Haber y que probablemente salvó cientos de millones de vidas. El otro gran acontecimiento reciente que explica nuestra relación con la química es la invención de pesticidas. Esto permitió deshacernos de plagas, de la malaria, el tifus y la fiebre amarilla. Todo esto ha hecho florecer a la humanidad durante los últimos 100 años. Ahora bien, se ha creado una paradoja en el sentido que aquellos inventos facilitaron el éxito de nuestra especie, pero al mismo tiempo devastaron el medio ambiente. Este es nuestro próximo reto.

«El trabajo de Haber tuvo un enorme impacto en la agricultura y en el crecimiento de la población, aunque también en el desarrollo de armas químicas durante la Primera Guerra Mundial»

El libro cuenta un montón de estrategias que se utilizaron para combatir los mayores desafíos de salud pública y datos curiosos sobre ello. ¿Qué es lo más fascinante que aprendiste mientras escribías?

Por ejemplo, una cosa sobre la invasión de Napoleón en Rusia. Él salió de Francia hacia Moscú con una tropa de medio millón de hombres, y regresó con alrededor de 20.000. Cuando alguien lee sobre este misterio, o lo que me contaron a mí en las clases de historia, es que los franceses murieron por el frío del invierno ruso, pero eso no es del todo correcto. Lo que pasó es que, en ese frío, los soldados se apiñaban unos con otros para mantenerse calientes en condiciones bastante poco higiénicas, por lo que aparecieron piojos del cuerpo, y de ellos, el tifus. Por tanto, la razón por la que tantos hombres murieron fue por el tifus que llegó por las condiciones insalubres. Casos así suceden en casi todas las guerras, se piensa que los soldados mueren en combate y en realidad, cuando se investiga al respecto, descubrimos que hay otros factores, como las enfermedades. Otro caso fascinante es por qué los subsaharianos se convirtieron en esclavos excelentes cuando los europeos colonizaron América. Entonces, los primeros esclavos fueron los indígenas, pero morían masivamente de las enfermedades importadas: tifus, gripe, fiebre amarilla… Todas estas enfermedades acababan con los esclavos, excepto con los africanos subsaharianos. Estos tenían cierta inmunidad, por ejemplo, a la malaria, porque la mayoría de ellos tenían lo que se llama heterocigosidad para el rasgo de anemia de células falciformes, algo que, básicamente, que les da inmunidad natural a la malaria. Además, muchos niños subsaharianos se infectaban con fiebre amarilla leve, por lo que desarrollaron inmunidad de por vida.

¿Cuál es el mayor hallazgo científico que fue rechazado inicialmente pero luego demostró ser cierto?

Para mí, el más notable es la teoría microbiana de la enfermedad. Hasta 1859, los científicos creían en la generación espontánea, o sea, afirmaban que los organismos microscópicos surgían por sí solos. Sin embargo, Louis Pasteur y Robert Koch rebatieron esta idea y demostraron que estos pequeños organismos son seres vivos que pueden causar enfermedades. Gracias al desarrollo del microscopio y las técnicas de tinción, los científicos pudieron identificar los microorganismos responsables de enfermedades como la malaria, la peste bubónica y el tifus. Este conocimiento llevó a nuevas formas de combatir estas enfermedades, ya sea matando directamente a los patógenos o atacando a los vectores que las propagan, como los mosquitos o las ratas. Antes de que esta teoría fuera demostrada, que le costó una barbaridad, las tasas de mortalidad, especialmente entre los niños, eran muy elevadas. Los padres a menudo se enfrentaban a la triste realidad de que muchos de sus hijos no llegarían a la edad adulta. Las probabilidades eran del 30 o 40%. Sin embargo, con los conocimientos adquiridos a partir de la teoría microbiana, se desarrollaron medidas preventivas y tratamientos, lo que condujo a un aumento significativo de las tasas de supervivencia de los niños.

«Habría que premiar más a los científicos jóvenes para que hagan de altavoz de la ciencia y sigan motivados para destapar los misterios de la vida»

Gracias a la película Oppenheimer (2023), muchas personas totalmente ajenas a la ciencia se hicieron una idea de lo que implica ser un científico de renombre. ¿Cómo crees que afectaron los grandes descubrimientos a sus protagonistas?

Los científicos son personas como cualquier otra, y cada uno reacciona de una forma distinta. Algunos usaron su fama y su alcance para seguir haciendo cosas importantes. Otros, sin embargo, dejaron de ser creativos y productivos cuando se hicieron conocidos. Sucede algo así como en el rock n’ roll: las bandas, antes de ser conocidas, suelen contar historias sobre la vida real, sobre circunstancias con las que el oyente se puede identificar. Una vez se hacen famosos, las canciones empiezan a hablar más sobre la propia fama, los problemas de lidiar con ella, los fans que los persiguen… Ya no son historias sobre la vida real. En la ciencia creo que pasa algo parecido. Por suerte, muchos investigadores continúan siendo capaces de hacer un trabajo increíble, y además, el mayor reconocimiento de su carrera, que es el Premio Nobel, suele llegar al final de sus vidas, por lo que la fama y la motivación del premio les da más igual. Creo que se debería buscar una forma de premiar más a los científicos jóvenes para que hagan de altavoz de la ciencia y sigan motivados para destapar los misterios de la vida.

¿Cuál es el mito sobre ciencia que más has de desmentir en conversaciones con familiares o amigos?

Entre el público general, el entendimiento de la ciencia es bastante pobre, principalmente porque no hacemos bien nuestro trabajo enseñándola correctamente en el colegio o la universidad. Hay que desmentir toda clase de mitos. Es una pena porque la ciencia es fascinante. Por eso, creo que es importante tener herramientas como espero que sea La era química, un libro para aprender sobre química sin que haya una sola fórmula matemática. Además, creo que hay formas de enseñar ciencia a los más pequeños si les hacemos ver el impacto que tiene sobre sus vidas, sin meterse de lleno en las complejidades del tema. En definitiva, creo que una persona media de cualquier país, incluyendo representantes políticos, tiene problemas para entender la ciencia. Esto es un problema porque muchas de las decisiones que se toman democráticamente no están basadas en argumentos científicos, o peor, pueden estar basadas en falsedades.

«Ser escéptico no significa rechazar todo lo bueno que ofrece la química solamente porque no se comprende»

¿Somos una sociedad «quimiófoba»? ¿Nos da miedo lo químico?

Reconozco que es razonable tener miedo a la química. Es un área de conocimiento que proporciona cosas increíblemente útiles sin las que no podríamos vivir hoy en día, desde la cantidad de comida a nuestra disposición, a medicinas, tecnología… La química tiene beneficios increíbles, pero al mismo tiempo se desarrollan productos que dicen ser seguros, los usamos durante 20 o 30 años y de repente se descubre que son altamente tóxicos, por lo que se tardan otros 20 o 30 años en sacar un producto alternativo. Además, en ecotoxicología se suele denunciar lo que se conoce como estrategia de «sustitución lamentable», que consiste en reemplazar sustancias químicas tóxicas por otras que también lo son. Entonces, muchas empresas, en cuanto anuncian que determinado producto es tóxico, lanzan un sustituto con el que facturan una millonada, y tiempo después se descubre que la alternativa no era mejor. Por estas razones creo que tener algo de miedo es comprensible. Algo de miedo, pero no miedo sistemático. Hay que tener siempre una mirada escéptica y obligar a las empresas a que realmente demuestren que cualquier producto es inofensivo antes de plantear su distribución. Ahora bien, ser escéptico no significa rechazar todo lo bueno que ofrece la química solamente porque no se comprende.

¿En qué aspecto de nuestra vida cotidiana tiene la química un impacto más visible?

Probablemente sea en salud pública, porque si nos remontamos en el tiempo y pensamos en la época de nuestros tatarabuelos, la esperanza de vida era de 45-50 años. La química ha hecho posible una vida más larga y saludable, nos ha dado la posibilidad de desarrollarnos fuertes para conocer a nuestros nietos, incluso bisnietos. Se lo debemos a la química.

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