Sociedad

«El periodismo nos ayuda a hacernos una imagen del mundo y del papel que jugamos en la sociedad»

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02
febrero
2024

«Me presento y me siento periodista», afirma cargado de convicción y vocación Alfredo Casares, que además de periodista es consultor, formador en comunicación constructiva, autor del libro ‘La hora del periodismo constructivo’ (Eunsa) y fundador y director del Instituto de Periodismo Constructivo. Esta faceta del periodismo es precisamente la que nos lleva a conversar con él, en el marco del 10.º aniversario de la fundación Solutions Journalism Network (SJN) en España, que cuenta con una base de datos de más de 15.500 piezas, de más de 8.800 periodistas en 15 idiomas.


¿Qué es el «periodismo constructivo» o periodismo de soluciones?

El periodismo constructivo supone recuperar una parte del periodismo que tenemos, en ocasiones, un poco olvidada. Y es aquella que, además de hablar de los problemas, explica y analiza muy bien las respuestas que la sociedad está dando para tratar de resolverlos. Esa es la parte que denominamos más «periodismo de soluciones». Además, supone hacer un periodismo con la ciudadanía, que escucha, que trata de comprender al otro, que trata de evitar estereotipos y prejuicios y de ofrecer una visión esperanzadora de nosotras mismas hacia el futuro. El periodismo de soluciones tiene esas dos vertientes: una más orientada a las soluciones –con el ánimo de que aprendamos y de que nos inspiremos– y otra a equilibrar un relato periodístico que normalmente tiene un sesgo más negativo. El concepto de periodismo constructivo no es algo nuevo, no inventa nada, sino que recupera y hace más consciente, más transparente con la ciudadanía.

¿Como un complemento al reporterismo de denuncia?

Claro, pero en el sentido de que este periodismo no es nuevo. No supone una alternativa a lo que se está haciendo ni supone aleccionar ni criticar. Para nada. El periodismo nos ofrece una imagen del mundo a la ciudadanía y esa imagen lo ideal es que sea lo más equilibrada posible. Hay un cierto desequilibrio en favor de una imagen más negativa, catastrofista. Ese concepto nos lleva a fijarnos en lo que no funciona, en lo que va mal y en ese periodismo de denuncia, que es esencial y es una parte esencial del periodismo, pero no la única. Además, podemos enfocarnos también en prestar atención no a las buenas noticias ni al buenismo, sino a las respuestas que se están dando para resolver iniciativas, y también generar espacios de convivencia, que es una parte del periodismo muy relevante.

«El periodismo constructivo, además de hablar de los problemas, explica y analiza muy bien las respuestas que la sociedad está dando para tratar de resolverlos»

Dices que no es algo nuevo, pero ¿cuáles son los orígenes de que comenzara a llamarse así? 

En torno a 2011 hay un movimiento en Estados Unidos para tratar de conceptualizarlo y en 2013 nace Solutions Journalism Network. Después, hacia 2015, hay un movimiento en el norte de Europa para conceptualizar también algo que es un paraguas un poco más amplio que el «periodismo de soluciones». Tiene una cierta intersección con la psicología positiva y tiene que ver con qué podemos aprender de lo que hacemos bien y cómo podemos, con la escucha –atenta y cuidadosa–, acercar a las personas y construir el futuro juntas. Probablemente porque se toma más conciencia de la necesidad de dar una respuesta colectiva para favorecer la reflexión en el entorno periodístico, que está sometido a muchísimos cambios, y quizá también con la irrupción del mundo digital. En ocasiones hemos prestado más atención a la tecnología y a tratar de ponernos al día que al periodismo que hacemos, porque hemos dado por sentado que lo hacíamos muy bien, que es verdad, pero probablemente necesitamos prestar atención a otras cosas.

En ese autoanálisis del papel del periodismo, ¿por qué es importante tener ese enfoque global que además de exponer el problema aborde las soluciones?

Porque es una imagen más justa de la realidad. Porque los efectos que tiene el exceso de negatividad y de catastrofismo en la ciudadanía son muy evidentes. Y últimamente más que nunca. La gente siente impotencia frente a los problemas sociales, cree que no puede hacer nada por resolverlos. Afecta a la salud mental de las personas el constante bombardeo o, mejor dicho, la exposición constante a ese tipo de informaciones –porque hay una parte que depende de la ciudadanía y del nivel de exposición que decide tener o no–. Pero las consecuencias son muy claras y la imagen que tenemos del mundo no es real. Como digo, por un lado, el periodismo nos ayuda a hacernos una imagen del mundo y ahí se produce esa distorsión, pero también el periodismo nos ayuda a hacernos una imagen de nosotros mismos y del papel que jugamos en la sociedad. En función de cómo contemos la realidad, creeremos que nuestro papel es más de espectadores pasivos, de ver lo que pasa («dios mío, ¡cómo está el mundo!») o podemos tratar, si queremos y podemos, de involucrarnos, implicarnos y participar más en el debate público, en la conversación pública y en la acción social.

«Quienes consumen este tipo de información se sienten más dispuestas a actuar, a participar, a donar»

¿Es algo que premian las audiencias, este tipo de periodismo?

Hay estudios que avalan que la ciudadanía pasa más tiempo consumiendo, leyendo o viendo este tipo de informaciones, se siente más inspirada, lo comenta más en su entorno, cambia las conversaciones porque hay otros temas de conversación y otros enfoques. Las personas que consumen este tipo de información se sienten más dispuestas a actuar, a participar, a donar en determinadas causas. Lo que ocurre es que en ocasiones le damos poco tiempo a este tipo de iniciativas. Queremos que nos renten de manera inmediata y requiere algo de tiempo y mucho cariño. Lo que no podemos esperar es que informaciones o enfoques que hacemos con esta perspectiva más constructiva de soluciones nos den resultados cuando escondemos esas informaciones en el quinto scroll o en la página 25, y realmente seguimos dándole importancia a nuestras portadas y a otro tipo de informaciones. Creo que este tipo de apuestas son más estratégicas y tienen que ver con cambiar la mentalidad de los periodistas, facilitar herramientas y capacitarles para hacer este tipo de periodismo de manera más recurrente, incorporarlo a la estrategia editorial de los medios, darle el cariño y el impulso que merece, medir sus resultados, hacer a la ciudadanía y a las audiencias partícipes de este tipo de periodismo… Es una es una aproximación muy global.

Más de 300 profesionales han pasado por los talleres del Instituto de Periodismo Constructivo. ¿Cuáles son las demandas más frecuentes que encuentras en el alumnado?

Yo no hablaría de alumnado, si me permites. Porque claro, aunque trabajamos también con estudiantes de periodismo y de comunicación, los profesionales que vienen a nuestros talleres en el día a día están haciendo trabajos extraordinarios en el ámbito internacional, nacional y regional: vienen periodistas de radio, de prensa, corresponsales extranjeros, en fin, hay de todo, ¿no? Vienen buscando fundamentalmente un espacio en el que reflexionar y compartir con otros colegas sus inquietudes sobre su papel como periodistas y, por otra parte, adquirir herramientas que les permitan llevar a cabo en el día a día ese cambio de mentalidad.

Existe un alto índice de periodistas «quemados» con su profesión. ¿La formación en periodismo constructivo aporta más a los periodistas veteranos o es importante que las nuevas generaciones conozcan este enfoque?

Las dos cosas, no creo que haya una más importante que otra. Es cierto que cuanto más trabajemos en las facultades de periodismo para introducir este tipo de perspectivas, más fácil será que luego los periodistas cuando empiezan su vida profesional lo puedan practicar. No siempre depende de ellos, es verdad. Nosotros trabajamos con profesionales que, cuando vuelven a su redacción, pues hacen lo que pueden. Porque hay redacciones que son más o menos permeables, o que simplemente tienen los recursos muy ajustados para trabajar en el día a día y no hay mucho espacio para trabajar otras perspectivas. Si las personas responsables de los medios deciden incorporar este tipo de perspectivas o de capacitaciones a sus profesionales, se hará mucho más fácil que luego se lleve a la práctica.

¿Qué respuesta estáis teniendo por parte de los periodistas que participan en las formaciones? ¿Se vuelven a enamorar de su profesión?

Hace semanas una periodista nos decía «esto me ha servido para reconciliarme con la profesión». Es algo que escuchamos mucho. «Me conecta con la razón por la que me hice periodista» o «he encontrado la pieza que encajaba con una búsqueda de muchos años», decía una periodista también. Alguno nos decía «esto es lo que llevo mucho tiempo haciendo, pero no sabía cómo llamarlo». Claro que no es nuevo, pero da un marco de referencia. Da una serie de directrices o por lo menos unas cuestiones técnicas que nos ayudan mucho. Y luego genera una comunidad de periodistas, ves que hay un montón de gente como tú, que estaba intentando hacer determinadas cosas. En el fondo el periodismo es lo que es, es de «buen periodismo» de lo que estamos hablando.

Y por parte de las empresas, ¿qué acogida estáis teniendo de las direcciones de los medios?

Yo diría que muy buena. Hay interés y curiosidad. Estamos haciendo consultorías con medios y hablamos habitualmente con directivas de medios. Estamos trabajando en capacitaciones dentro de las propias redacciones. Pero es cierto que esto se produce en un momento en el que, por un lado, hay una preocupación por la situación económica de los medios. Están atendiendo a una necesidad de supervivencia económica en general, de manera que le prestan mucha atención a la rentabilidad, es decir, están pensando mucho en el negocio, pero porque deben hacerlo. También están dedicando recursos a la cuestión tecnológica porque el avance es muy grande y se tienen que poner al día. Y, por otro lado, la situación política consume un porcentaje de recursos altísimo. De manera que no siempre tienen todos los recursos económicos y de personal, fundamentalmente de tiempo, para dedicar a este tipo de formaciones. Y esa es probablemente una de las barreras que encuentran para participar.

Si Kapuściński levantara la cabeza… ¿qué opinaría de la situación actual del periodismo en el mundo? ¿Está en decadencia en cuanto a libertad de expresión, periodistas detenidos o precariedad laboral?

Hay que diferenciar entre las empresas periodísticas y el periodismo. Las empresas periodísticas atraviesan una situación muchas de ellas muy complicada derivada del colapso del modelo de negocio tradicional y la búsqueda de un modelo de negocio en el entorno físico y digital que las haga sostenibles. Derivado de eso, también una cierta precariedad laboral, pero eso es una cuestión y otra es el periodismo. Y el periodismo yo no diría que está pasando una época complicada. Sí, ejercer el periodismo. El periodismo hoy tiene una oportunidad enorme y hay un florecimiento de iniciativas periodísticas independientes en todo el mundo. Algunas globales muy claras y otras locales o hiperlocales que atienden necesidades fundamentalmente de comunidades. Ejercer el periodismo es otra cosa. En determinados territorios, en determinadas circunstancias, en determinados conflictos, en determinados países es muy difícil. Y eso no ha cambiado. Es verdad que se ha acrecentado en algunos lugares y el exceso de polarización, como Reporteros sin Fronteras reconocía hace unos meses, tampoco beneficia a los periodistas que sienten la presión, la desconfianza y los ataques cuando están haciendo su trabajo. No es comparable a lo que pasa en otros lugares, pero hemos visto recientemente en Madrid, en las protestas frente a Ferraz, cómo los periodistas eran acosados. Ha ocurrido en otros casos. Ser periodista no es fácil.

«Estamos ante la oportunidad de redefinir qué es ser periodista hoy y qué tipo de periodismo necesita la sociedad»

¿Quizá se romantizó lo que significaba ser periodista?

Durante un tiempo y hace décadas el ejemplo del Watergate nos hizo pensar que ser periodista de investigación era algo aspiracional y las facultades de Periodismo estaban llenas de gente que quería hacer eso o ser reportero de guerra porque había esa parte romántica. Hoy todo el mundo digital abre nuevas posibilidades y el periodismo como tal, incluso el término periodismo, y periodista, tiene un efecto limitante, parece que solo es la persona que trabaja en medios de comunicación. Por eso creo también que estamos ante la oportunidad de redefinir qué es periodismo, qué es ser periodista hoy y qué tipo de periodismo necesita la sociedad. Y para eso probablemente no tengamos que hacerlo solos. Si somos un servicio público, la sociedad tendrá mucho que decir también en qué tipo de periodismo necesita. Pero sí creo que resignificar, redefinir esos términos, es importante.

¿Y qué sería para ti el periodismo, cómo lo definirías?

[Risas] No, no me atrevo. Tendría que pensarlo mucho, probablemente haya muchas definiciones, pero sí habría que alcanzar algún acuerdo en «para qué hacemos periodismo». Por lo menos, hacernos la pregunta de «para qué». Eso es lo que el periodismo constructivo también provoca. Desafiamos la visión tradicional del periodismo y esa visión romántica. Cuestionamos el rol del periodista como ese casi guerrero que tiene que defender a la sociedad de los poderosos, de los malos y de los delincuentes, que es una labor esencial, pero no es la única. Entonces hay que abrir la definición. A mí me interesa mucho la comunicación social, en el sentido amplio. Porque creo que hay muchísimos más intervinientes en la conversación pública que los medios de comunicación y hay que prestar atención también a eso, porque el trabajo de generar una sociedad más dialogante, más participativa, más tolerante –que para mí perfectamente puede estar en el propósito de los medios de comunicación– no solo atañe a los medios, sino a la sociedad entera.

«El periodismo tiene la responsabilidad de favorecer la convivencia y establecer unas reglas distintas para el diálogo»

A eso precisamente ayuda la transformación digital, que abre las puertas al periodismo ciudadano, a la «democratización» del periodismo. ¿Es algo positivo o va en contra de la profesionalización el que cualquiera desde su móvil pueda contar historias?

Cualquiera desde el móvil puede contar historias, pero son historias, no es periodismo. Es verdad que la digitalización democratiza y elimina las barreras de entrada para aquellas comunidades o personas que quieren contar la realidad, o bien desde el punto de vista periodístico y profesional o bien dotar a la ciudadanía de la capacidad de contarse a sí misma y de generar relatos sin intermediarios, que es muy legítimo también. Llamar a eso periodismo, pues probablemente es poco preciso, pero despreciarlo creo que es un gran error. Otra cosa es qué papel juegan los periodistas en un entorno en el que la ciudadanía tiene herramientas para contarse a sí misma sin necesidad de intermediarios. Nosotros estamos trabajando en proyectos para que la ciudadanía pueda generar narrativas propias, y están haciéndolo con un enorme rigor. Porque hay comunidades que están cansadas de que sean otros quienes les cuentan y lo hagan desde la distancia, con paternalismo, estereotipos y prejuicios. El periodismo debería acompañar eso, en lugar de banalizarlo o despreciarlo. Hoy creo que tenemos un rol como periodistas mucho más ancho y amplio que hace años. Acotarlo no es fácil, ni tampoco creo que sea imprescindible acotarlo, definir dónde empieza el periodismo y dónde acaba exactamente. Creo que ensanchar nuestro rol nos beneficia a nosotros y la sociedad.

¿Cómo será el periodismo del futuro? ¿O cómo te gustaría que fuera?

Bueno, no sé cómo será. Cómo debería ser, estaría mejor, pero será lo que los periodistas y la ciudadanía quieran que sea. Me gustaría que fuera un periodismo que escuche más, que dedique más tiempo a tratar de comprender, y que sea un periodismo que genere espacios de convivencia, de conversación. Donde podamos conocernos, comprendernos, reconocernos entre nosotros y nosotras y aceptarnos. Y construir la sociedad juntos con nuestras diferencias y demás. Esto puede parecer idílico, sobre todo teniendo en cuenta cómo es la situación hoy, pero el periodismo tiene una responsabilidad muy importante y una oportunidad de favorecer la convivencia y de establecer unas reglas distintas para el diálogo que hoy no existe demasiado, especialmente en el ámbito político. Pero el periodismo necesitaría, en lugar de replicar esos modelos, debería establecer nuevos marcos en los que avancemos en esa dirección de tratar de trabajar juntas por el bien común.

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