Opinión
Josu ‘Ternera’ y la ÉTICA
El exterrorista intenta construir una justificación moral de la violencia, pero la ética le persigue y le perseguirá siempre.
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Probablemente a algunos lectores les irrite ya de entrada el titular de este artículo porque entiendan que el exterrorista Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera, y la ética son incompatibles. Son prácticamente un oxímoron. Yo mismo le he dado muchas vueltas hasta sentirme cómodo moralmente, para lo cual he tenido que saltarme las normas de ortografía y escribir ÉTICA con mayúsculas.
Al comentar el documental titulado No me llame Ternera, dirigido por el periodista Jordi Évole desde su productora Producciones del Barrio, que acaba de ser estrenado en Netflix, he evitado dejarme llevar por la repugnancia que provoca la justificación del terrorismo, al que Ternera se refiere eufemísticamente como «violencia armada», lo cual no es fácil. De hecho, he comprobado que no son pocos los articulistas que no lo han logrado al juzgar esta pieza audiovisual preestrenada en el Festival de San Sebastián. Y algunos comentaristas no han conseguido desprenderse tampoco del sesgo que aplican al entrevistador, Jordi Évole, personaje que desata odios y amores a derecha e izquierda.
El exterrorista intenta construir una justificación moral de la violencia amparándose siempre en el contexto
Mi análisis no es político ni periodístico, es ético. Y mi conclusión es que Josu Urrutikoetxea siente en su mochila el enorme peso de la ética… de la ausencia de ética durante los 50 años que militó en la organización terrorista ETA. Su lenguaje verbal y no verbal están construidos para escapar del juicio moral que le merece la acción de matar. «Matar no está bien», declara en un par de momentos de la entrevista, en una concesión a la educación católica que, con poco éxito, le procuraron sus padres.
Ante las comprometidas preguntas de Évole, el exterrorista intenta construir una justificación moral de la violencia amparándose siempre en el contexto. Su forma de contestar denota que él mismo es consciente de que sus argumentos son débiles y a menudo cínicos. El uso continuo de la expresión «lo que es evidente» le permite huir de una valoración directa de los asesinatos cometidos por ETA, unas muertes que Ternera considera que «se podían haber evitado», aunque sitúa esa responsabilidad más en el lado del Estado español que en el de la banda terrorista.
Durante toda la entrevista, Josu Ternera busca la salvación y no la encuentra siquiera en sus propias palabras. La ética le persigue y le perseguirá siempre, aunque no muestre arrepentimiento ni tenga la decencia de pedir perdón a las víctimas. «Le diría que lo siento de veras» es lo más lejos que llega cuando el periodista le sitúa frente a una víctima.
La ética alivia cualquier tarea cuando haces lo correcto, pero se convierte en un plomo cuando vives lejos de los principios morales básicos
Josu Ternera intentar aliviar la carga de una vida destrozada por la violencia y por una lectura testarudamente errónea del contexto político y social con el contrapeso de la coherencia entre pensamiento y acción, pero cuanto más lo intenta, más lastre añade a su mochila.
La ética alivia cualquier tarea cuando haces lo correcto, pero se convierte en un plomo cuando vives lejos de los principios morales básicos. Por eso, Josu Urrutikoetxea no quiere que le llamen por su nombre de guerra con minúsculas ni mayúsculas, mientras que ÉTICA se escribe en este caso con letras capitales.
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