Economía

Por qué el PIB no es el medidor perfecto

La desigualdad y el cambio climático son las grandes carencias del PIB a la hora de medir correctamente el bienestar y la economía.

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18
diciembre
2023

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Los medidores, ya sean económicos o de otro tipo, son indicadores que nos sirven para desgranar la realidad y, por lo tanto, para construirla. Por ello es necesario actualizar los que se han quedado obsoletos para ser lo más fieles posibles a ella.

El producto interior bruto (PIB), el medidor del valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por un país en un tiempo determinado, es un índice que siempre ha tenido muchas carencias. La economía informal, la producción de consumo o la calidad de bienes y servicios producidos podrían ser algunos de ellos.

A estas limitaciones de corte más tradicional, se han sumado dos en las últimas décadas: la desigualdad y el cambio climático. Dos medidas que, según el informe Más allá del PIB, publicado el pasado mes de octubre por el think tank Future Policy Lab, son los retos más importantes a los que se enfrentan nuestras sociedades actuales y que por lo tanto necesitan ser incluidas en este medidor para poder dar una visión más real.

La desigualdad: ¿quién se beneficia (o no) con el crecimiento?

Hasta hace unas décadas, en la mayoría de las economías occidentales, incluida la española, la tasa de crecimiento por grupos de renta en divisiones de percentiles era muy parecida. Por lo que el PIB sí que daba una medición más o menos correcta de cómo progresaba la sociedad.

«Pero a partir de 1980, estos países empiezan a experimentar un crecimiento desigual. En España llega un poco más tarde, más concretamente en el año 2000, cuando vemos que la riqueza crece un poco más de la media para los percentiles más bajos, pero mucho más para los más altos. Sobre todo, dentro de estos, para el 0,01% más rico», explica a Ethic Javier Soria Espín, uno de los autores del informe junto a Enrique Chueca y Berna León.

Por ello, a partir del inicio del siglo XXI, los cambios registrados en el PIB reflejan el crecimiento, pero no quién sale beneficiado o perjudicado de él. «Y, en este momento en el que los que más tienen son los que más ganan, es más necesario que nunca incluir este tipo de medidas», sostiene el experto.

Los cambios registrados en el PIB reflejan el crecimiento, pero no quién sale beneficiado o perjudicado de él

Para paliar esta situación, desde Future Policy Lab proponen adaptar a España la metodología Real Time Inequality, una herramienta que muestra quién ha crecido y quién no. Además, como los datos se publicarían mensualmente, y no anualmente como hoy en día, ayudaría a que la desigualdad recibiera más atención en el debate público.

«Con esta medida se obtienen estadísticas macroeconómicas y distributivas en tiempo real», explica el experto. «Es decir, nos da una visión mes a mes de cómo se distribuye la riqueza del PIB según el grupo de renta. Esta herramienta se utiliza en EE. UU. y, si se aplicara aquí, tomaría sus datos de la encuesta de población activa, de la muestra continua de vidas laborales y de la encuesta financiera de las familias. Pero cuantos más datos tengamos y más esfuerzos para coordinarlos haya de parte de las administraciones públicas, más acertado será».

Según Soria Espín, aplicar esta medida habría sido muy útil para evaluar mejor las diferentes respuestas que se dieron a las crisis de 2008 y de la covid. O que, si se aplicara el Ingreso Mínimo Vital, se podría utilizar para comprobar en unos meses cómo ha ido evolucionando la medida y hacer una evaluación más eficiente de ella.

El otro gran reto: la medición del cambio climático

Además de la desigualdad, el otro gran desafío al que se enfrenta nuestra sociedad es el cambio climático. Por ello, también es necesario eliminar las carencias que tiene el PIB en la medición de aspectos medioambientales como pueden ser la contaminación, el agotamiento de recursos o las catástrofes ecológicas.

«Estas, a no ser que se traduzcan en pérdidas, no tenemos ninguna medida económica para cuantificarlas», sostiene Javier Soria Espín. «Pero puede ser que una empresa crezca muchísimo y que esté destruyendo los recursos de su país a la vez. Por ejemplo, hay muchísimas que queman carbón y emiten mucho CO2, pero no sabemos cómo eso afecta económicamente ni la responsabilidad que conlleva».

Los expertos proponen un sistema de contabilidad ambiental y económica que pueda penalizar a una empresa que esté perjudicando al medio ambiente

Por ello, los expertos proponen un sistema de contabilidad ambiental y económica. Un medidor –que se conoce en la Comisión Europea y en EE. UU. por las siglas en inglés SEEA– que registra unidades físicas y financieras de los cambios de cantidad y valor de los activos medioambientales. Explica cómo funciona a través de un ejemplo: «Una empresa saca de un bosque un número de árboles y de ellos un beneficio. La idea de este medidor es que en el propio PIB haya un equivalente entre el número de árboles talados y la ganancia. Es decir, que además del rendimiento económico, se pueda penalizar a la empresa si se está cargando el bosque».

Y, por el otro lado, una empresa con poco impacto medioambiental, como podría ser una consultora online, por ejemplo, tendría una penalización mínima porque su ejercicio casi no afecta al medio ambiente. «La idea es que tengamos una metodología para ver cuánto se está contaminando, cuál es su equivalente económico y sobre todo quién lo está haciendo», finaliza.

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