Economía

La millonaria lucha contra el envejecimiento

Los ingresos de la industria centrada en frenar el envejecimiento y prolongar la muerte se han disparado en los últimos años. ¿Qué avances se han logrado y qué dicen de nuestra sociedad actual?

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15
diciembre
2023

La proporción de personas mayores en el mundo es cada vez más pronunciada. El planeta camina con bastón y así lo demuestran las cifras. Según Naciones Unidas, en 2019, 1 de cada 9 personas tenía más de 65 años; para 2050 será 1 de cada 6. Inevitablemente, este cambio demográfico supondrá una transformación social, aunque hay quienes buscan una perpetuación de la existencia aún mayor.

La emergente industria del antienvejecimiento alcanza actualmente un valor de 110.000 millones de dólares y se prevé que supere los 600.000 en 2025. Una cuantía enfocada en investigar los procesos implicados en el desarrollo de lesiones y enfermedades asociadas a la edad para poder ralentizarlos, revertirlos o transformarlos. La investigación en este ámbito ha avanzado aceleradamente en los últimos años.

Uno de sus hitos se produjo en 2006, cuando el médico Shinya Yamanaka descubrió la posibilidad de obtener células madre a partir de células somáticas de la piel, lo que provoca que se puedan ‘retrotraer’ células adultas a sus etapas embrionarias. El descubrimiento supuso un revulsivo para la ciencia contra el envejecimiento, pero aún está lejos de que se pueda emplear para alargar la vida.

Los fármacos senolíticos, que provocan la muerte y desaparición de las células senescentes acumuladas en los tejidos envejecidos, o los activadores de la telomerasa –enzima que hace crecer el ADN de los telómeros frenando el envejecimiento– son algunas de las líneas actuales en busca de la fórmula secreta de la longevidad.

Pero, sin duda, la reprogramación celular es la gran meta y se están logrando avances en este sentido. Una de las compañías que más trabajo está dedicando en dar con el ‘elixir’ de la eterna juventud no es otra que Alto Labs, impulsada por Jeff Bezos –dueño de Amazon– y otros multimillonarios del planeta que sufragan a un extenso equipo científico y médico.

Y también en España se están produciendo hallazgos. En el Centro de Biología Molecular (CBM) Severo Ochoa, el grupo del bioquímico Jesús Ávila, junto con el investigador Alberto Rodríguez Matellán, ha conseguido rejuvenecer recientemente, mediante reprogramación celular, el cerebro de ratones en un trabajo que el investigador del CBM Severo Ochoa ha codirigido con Manuel Serrano.

Se prevé que la industria contra el envejecimiento supere los 600.000 millones de dólares en 2025

El miedo al envejecimiento y, por consiguiente, a la muerte, ocupa un lugar privilegiado en el negocio de empresas farmacéuticas y tecnológicas. Los magnates de las grandes compañías tecnológicas de Silicon Valley, desde Peter Thiel hasta Elon Musk, estudian desde hace años la manera de contrarrestar los efectos del paso del tiempo y contravenir las leyes de la naturaleza. De hecho, invierten cifras millonarias en la investigación de la longevidad.

Google Calico (California Life Company) es otra iniciativa en este ámbito cuya rama biomédica se centra en alargar la vida, llevando a cabo pruebas de moduladores de la Respuesta Integrada al Estrés (ISR), una tecnología cuyo fin pasa por reducir la pérdida de memoria que experimentan las células en situaciones estresantes.

Resulta llamativo que en un mundo en el que cada día miles de personas mueren en guerras, hambrunas, enfermedades pandémicas y condiciones de precariedad, exista un sector de la población –el más pudiente– que invierte cantidades ingentes en desarrollar métodos para prolongar la vida. Porque está claro que hay una desigualdad en el acceso a estos avances farmacéuticos y médicos de prolongación de la juventud.

Pero también podemos plantear otras cuestiones: ¿por qué necesitaríamos seguir acumulando experiencias durante unos cuántos años más? Quizás el asunto central sea más sencillo de lo que parece: en una sociedad individualista  y centrada en lo económico, se prioriza la inversión en pos del beneficio propio. Intentar que unos pocos alarguen su vida parece más rentable que procurar alimentos, una sanidad de calidad, educación y vivienda, es decir, una existencia más digna para toda la ciudadanía. Porque estas ideas de trascender a la propia naturaleza solo están disponibles para un reducido sector de la sociedad, ese que, por tener cubiertas todas sus necesidades básicas, no necesita pensar en la supervivencia cotidiana, sino que opta por postergar el «DEP» y sufragar los gastos derivados de ello. Porque parece que para magnates como Thiel todo es susceptible de lograrse. Ya lo dijo hace un tiempo: «La muerte es un problema que puede ser resuelto». ¿Le servirá su fortuna para solventar este pequeño escollo?

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