Sociedad

Kant y la diferencia entre imperativo categórico e hipotético

¿Cómo saber si algo debe o no hacerse? De esta pregunta surge la disyuntiva kantiana entre el ser y el deber ser y su relación con el imperativo categórico y el imperativo hipotético.

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19
diciembre
2023

La trascendencia de Immanuel Kant radica en que sus esfuerzos se dirigieron en conciliar el empirismo con el racionalismo. En sus obras capitales como Crítica de la razón pura, Fundamentación para una metafísica de las costumbres y Crítica de la razón práctica aborda que todo conocimiento válido tiene una aplicación en la realidad. En esta búsqueda de la razón práctica es que se revelan puntos importantes como: ¿cómo saber si algo debe o no debe hacerse? De esta pregunta surge la disyuntiva entre el ser y el deber ser y su relación con el imperativo categórico y el imperativo hipotético.

Para tal efecto, Kant se pregunta de qué manera habría que enmarcar las acciones humanas para que constituyeran una opción o una obligación. Por una parte, admite que cada persona tiene gustos o preferencias diferentes del resto, pero que se comparte la característica innata de la búsqueda del estado de felicidad. Esta característica en común podría llegar a ser problemática puesto que en algunas ocasiones la felicidad de uno conlleva la infelicidad del otro y debido a que la felicidad es un fin y un derecho de cada ser pensante, cada individuo debe tener la libertad de decidir de qué manera quiere ser feliz.

A esta toma de decisiones es lo que Kant denomina imperativo hipotético, el cual se puede definir como todo aquello encaminado a la búsqueda de un efecto pensado desde la subjetividad para intentar conseguir un resultado a menudo positivo en los términos de felicidad de cada ser pensante. Con lo cual, el imperativo hipotético resulta de gustos, afectos y de razón, pero no de obligación.

A pesar de que cada ser humano tiene el deseo de felicidad, su realización es subjetiva

Así pues, pensemos en el siguiente ejemplo: un hombre decide comprar un automóvil, y en la agencia le ofrecen un catálogo de colores disponibles. El agente de ventas le sugiere el color verde y le da argumentos al respecto. El comprador le escucha escéptico ya que ese color no es de su agrado; por lo que, al final, decide pedir el color rojo, el que siempre había soñado para su automóvil. En realidad, de poco importa el color que hubiese elegido el comprador, ya que escoger un tono para su auto no es una obligación social moral, sino una decisión meramente personal. Por tanto, en este tipo de cuestiones, lo único que importa es el valor y el criterio subjetivo.

Dicho lo anterior, Kant, argumenta que, a pesar de que cada ser humano tiene el deseo de felicidad, su realización es enteramente subjetiva, por lo cual no puede ser constitutivo de obligación. Es decir, no se puede obligar a alguien a seguir caminos de felicidad hechos por otros.

Así pues, Kant, piensa que debe existir un bien normativo que rija el actuar de los seres humanos, algo que no esté determinado por los gustos, los afectos o lo relativo, sino solo por lo que considera la razón pura práctica. En este marco de reflexión es como desarrolla la idea del imperativo categórico, el cual versa de la siguiente manera, de acuerdo con la Crítica de la razón práctica: «Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal. Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio». (Kant, I. 1785.)

Como puede notarse, la diferencia del imperativo categórico con respecto al imperativo hipotético es que el primero pretende tener validez universal, mientras que el segundo solo tiene validez individual para alcanzar ciertos objetivos.

Para ponerlo en un caso práctico: será imperativo categórico asegurar que cada ser pensante tenga dignidad y libertad para ejercer su derecho a la obtención de su propia felicidad. A su vez, cada ser pensante tendrá libertad de elección para conseguir su propia felicidad siempre que no dañe la integridad de otra persona. De esta manera, el imperativo categórico no es condicionado de ninguna manera, mientras que el imperativo hipotético está condicionado a no violentar un imperativo categórico.

Concluyendo, el imperativo categórico parte de una base de rigidez racional y moral que está por encima de cualquier imperativo hipotético. Cuando se dude sobre qué hacer, se ha de considerar siempre el deber y después el querer. Con lo cual, Kant afirma que la fundamentación de una razón pura práctica siempre tiene que ver con la identificación objetiva del bien y el mal. Ha de elegirse el deber ser sobre el querer ser. Adaptar la política al derecho y no el derecho a la política. En definitiva, seguir una ley natural racional, pura práctica de comportamiento.

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