¿Por qué se suicidan más los hombres?

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Esmeralda R. Vaquero

@EsmeRVaquero

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Era muy necesario y ha empezado a hacerse. De un tiempo a esta parte, son muchos los colectivos y las personas –tanto famosas como anónimas– que están visibilizando la importancia de la salud mental. Y es que tras la covid-19 se detectó que, aunque se trataba de un problema con una larga trayectoria a su espalda, ahora se manifestaba como una nueva pandemia: la del sufrimiento psíquico y emocional. Su consecuencia más extrema, la preocupante incidencia del suicidio, también empezó a desempeñar un papel principal en el debate sobre prioridades sanitarias y sociales.

Los números inquietan y, por ello, paulatinamente se ha empezado a considerar como un asunto de alcance social. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 fallecieron por suicidio 4.003 personas en España. La cifra arroja una media de 11 personas al día, y en ella los hombres representaron el 75% (2.982) frente a las mujeres, que supusieron el 25% (1.021). Es decir, dos tercios son hombres. España no es el único lugar en el que sucede. La tasa de suicidio masculino es cuatro veces mayor que la femenina en todos los países de la Unión Europea, aunque el número de tentativas por parte de las mujeres es muy superior, según distintos estudios. ¿Podríamos analizar estos datos desde una perspectiva de género? Distintas organizaciones, colectivos y asociaciones ya lo están haciendo. Porque, aunque desde la psicología y la psiquiatría apuntan que se trata de un fenómeno multicausal, hay informaciones que indican que los estereotipos y los mandatos sociales tienen vínculos con estos datos.

La tasa de suicidio masculino es cuatro veces mayor que la femenina en todos los países de la Unión Europea

El estudio elaborado desde el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, denominado ‘La caja de la masculinidad’, construcción, actitudes e impacto en la juventud española, de 2022, arroja una información clave: el tipo de posicionamiento frente a la masculinidad tiene un claro impacto sobre la salud mental. El documento revela que el 51,2% de las mujeres de entre 15 y 29 años afirma haber experimentado ideas suicidas alguna vez o con frecuencia, frente al 34,3% de los hombres de la misma franja de edad. Pero la realidad contradice estas cifras, pues son los hombres los que copan las lesiones autolíticas con resultado de muerte. Por tanto, es preciso profundizar en unas causas que, según los indicios, pueden vincularse con expectativas incumplidas y falta de herramientas para afrontar situaciones.

En el estudio El suicidio masculino: una cuestión de género, publicado en Revista Prisma Social de la Fundación para la investigación social avanzada (IS+D) en 2014, se exponen varias líneas de investigación sobre esta temática. La masculinidad dominante presenta algunas desventajas, tal y como se expone en el informe: «Por un lado, la opresión que experimentan aquellos hombres que por diversas razones no encajan en el modelo; por otro, la ausencia de recursos económicos, emocionales, de autoayuda, etc., destinados a los hombres cuando se les presentan problemas que les tornan vulnerables, pues la vulnerabilidad es un tema tabú para la masculinidad». Dicho estudio también habla del «silencio de los hombres cuando se sienten vulnerables por el incumplimiento de su rol de género, como la falta de trabajo, el no poder suministrar recursos económicos a la familia, su falta de autoestima por un sentimiento de inferioridad ante otros hombres o alguna causa que les haga sentirse débiles». Esas expectativas que presuponen a la masculinidad como proveedora de recursos puede hacer  que «la pérdida de un trabajo o la disminución de ingresos influya en el estado de ánimo de los hombres» más que en las mujeres.

Los mandatos y las expectativas de género provocan altas cotas de sufrimiento psíquico entre la población masculina

Los mandatos y las expectativas de género provocan altas cotas de sufrimiento psíquico entre la población masculina, especialmente cuando no se llega a cumplir lo que socialmente se espera de ella. Esto llevaría a los hombres a desarrollar más comportamientos y actitudes violentas, tanto hacia otras personas como hacia sí mismos. Fuerza y riesgo se aliarían y concluirían, en ciertos casos, en métodos más letales para llevar a cabo la decisión de poner fin a su vida. Además, la mayor desvinculación de los hombres con la expresión de emociones, la incapacidad para compartir sus preocupaciones con otros iguales –algo más generalizado entre las mujeres– o las dificultades para la introspección serían algunos otros ingredientes que conllevarían que su sufrimiento psíquico y emocional derive en consecuencias letales.