Agua

«Si fuésemos mínimamente inteligentes centraríamos más esfuerzos en la salud de nuestros mares»

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
24
noviembre
2023

Biólogo marino, explorador de National Geographic y fundador de la Asociación Vellmari, Manu San Félix es, ante todo, un amante del mar. Desde sus años mozos recuerda soñar con ser Jacques Cousteau, y ahora su amor por el agua le ha llevado a impulsar la campaña Reserva 30 del Mediterráneo, que busca proteger el 30% del Mediterráneo antes del 2030 para recuperar la pesca local y evitar el colapso de sus ecosistemas. Hablamos con él. 


¿Cuál es el dato que la gente menos comprende sobre el mar?

No sabría decirte un dato exacto, pero sí un fenómeno: la desconexión. En general con la naturaleza, pero sobre todo cuando hablamos del mar. Viviendo en ciudades, como hacen la mayoría de las personas, aunque sean ciudades con mar, nos encontramos desconectados de la naturaleza y fuera del confort que esta nos ofrece. Se nos hace complicado percibir de qué forma nos afectan sus alteraciones y ya solamente vemos el mar como un espacio para actividades concretas, como si no nos afectara lo que pasa allí. Por esto la dificultad del divulgador es justamente establecer esta conexión para que la gente se dé cuenta de su relevancia. Es importantísimo que seamos conscientes de hechos como que el 70% de nuestro oxígeno viene de mares y océanos. ¡Lo necesitamos para respirar, mira si es importante! El agua es el elixir de la vida, lo buscamos en otros planetas pero no hay, y nosotros que aún tenemos no le damos la importancia que merece. No hay vida sin agua. Si fuésemos mínimamente inteligentes centraríamos más esfuerzos en brindar salud al agua de nuestros mares y océanos.

¿Qué te lleva a dedicarte al mar? ¿Cómo surge la iniciativa Reserva 30?

Mi primer recuerdo es la pasión con la que me obsesioné por el agua, las historias marítimas, con una pasión y energía que ya destacaban por encima de mis otros intereses. Creciendo, empecé a estudiar Ciencias Biológicas, me convertí en buceador a los 17 años, ahora hace ya 42 años, y me asenté en Formentera al terminar la universidad. Miro atrás y no hemos conseguido nada en cuanto a conservar, proteger y recuperar el Mediterráneo. Cuando salí de la universidad con 20 años pensaba que en unos años habríamos conseguido recuperar el Mediterráneo, recuperar la foca monje, los tiburones que hemos matado, el coral rojo. Pero miro atrás y no solamente no hemos recuperado, sino que cada vez lo hemos empobrecido y deteriorado más. Reserva 30 nace después de darle muchas vueltas a cómo hacer algo diferente. Es importante comprender que el Mediterráneo ha perdido muchísimo y esta situación, delicada y crítica, es muy real. No se trata de una exageración de los ambientalistas. Por ello, debemos dar la vuelta y volver a vivir el Mediterráneo, protegiendo y preservando el 30% de su espacio y usando y disfrutando el 70%. No es ninguna meta irrealista, y sería temerario no hacer esto, que es un mínimo muy bajo. Necesitamos recuperar la pesca local, que es una antigüedad importantísima para la cultura y la sociedad mediterránea y española.

¿Por qué es importante el activismo climático en los océanos?

Yo no usaría la palabra activismo, sino sentido común. Para nosotros es importante que la sociedad sea consciente que el bien más importante y preciado que tenemos por el cual existe la vida en el planeta es porque tenemos agua. Se actúa regulando el clima, aportando alimento, contando el secuestro de dióxido de carbono en la atmósfera, pero el agua no siempre gana un espacio cuando buscamos formas de adaptarnos. De nuevo, esto se debe a nuestra falta de conexión entre las personas y con la naturaleza, que la comprendemos solamente como un entorno. El mar, además, puede ser muy invisible, porque nunca ves lo que pasa debajo del agua. Llevamos décadas sacando mucho plástico del mar, vertidos de todo tipo, y creo que sí he decidido tomar acción en la forma que yo llamo sentido común es porque debemos actuar con razón, como personas razonables y civilización razonable que es consciente de que, para que el mar nos siga dando, debemos cuidarlo. Para ello no hay fórmulas mágicas, simplemente usar un poco la cabeza. El mar no va a poder soportar todas las maldades que le hagamos, y no querría que nos diésemos cuenta de ello cuando ya sea demasiado tarde.

«El Mediterráneo ha perdido muchísimo y esta situación, delicada y crítica, es muy real»

¿Cuál es el aprendizaje más importante que has hecho del mar?

Quizá lo que asumen con naturalidad después de tantos años es el concepto de lo que es la vida, que todos consideramos importante, y así es, pero al mismo tiempo, cuando estás en la naturaleza te das cuenta de tu pequeñez, de tu insignificancia. Asumir nuestra naturaleza nos cuesta. Creo que somos animales inteligentes pero, y esta es una respuesta más filosófica que biológica, no hemos aprendido que vivimos de ella porque somos parte de la naturaleza. Asumimos que somos un engranaje que desaparece, pero no es así: formamos parte intrínseca de su entramado porque somos su entramado. Y esto es algo que debemos asumir con naturalidad, nunca mejor dicho. Los animales se comen unos a otros, nos hemos desconectado pero al final, bueno, creo que hay que asumir eso que es nuestro paso por la vida, que parece que dura mucho pero es poquísimo. La naturaleza siempre va a estar allí, pero los seres humanos tendemos a sentirnos demasiado importantes. Al final, si la naturaleza desaparece nosotros somos los primeros que nos vamos con ella. La vida en el planeta lleva más de 600 millones de años, y en esta la presencia de los humanos es algo insignificante. Ha habido vida durante muchos millones de años y va a haber vida sin nosotros.

¿Qué te hace sentir más orgulloso y qué te frustra más del recorrido de Reserva 30? 

Creo que no estoy ni frustrado ni orgulloso de la iniciativa. Intento hacer las cosas con naturalidad y humildad. No miro lo que consigo porque tengo en la cabeza lo que quiero conseguir: reservar el 30% del Mediterráneo y ver que esa es la manera de gestionar el planeta, la naturaleza. No podemos seguir creciendo, creciendo y creciendo, ni podemos consumir y utilizar tantas cosas como hacemos. Esto es lo que tengo en la cabeza todo el tiempo, y si lo lograse sería una forma muy bonita aunque ambiciosa de hacer algo por el mundo que habitamos. Yo solo soy muy pequeño pero este es el poco que puedo hacer y que me propongo. No estoy frustrado, estoy feliz de poder dedicarme a lo que hago. Me gusta la vida y estoy tranquilo a la vez que pienso que es lo que me queda por hacer.

«Si la naturaleza desaparece nosotros somos los primeros que nos vamos con ella»

¿Cuáles son algunos de los desafíos del activismo climático en los océanos?

Lo lógico es llevar el mensaje y normalizar para que llegue a la gente, para que lo piense. Nos gusta la vida mediterránea y disfrutar de ella, sus playas, sus montes… pero para seguir haciéndolo necesitamos cuidarla. ¿Te gusta el pescado? Solamente un 0,2% del Mediterráneo está cerrado para la pesca, un 0,16% en Baleares. Cualquier persona con sentido común, sea activista, fontanero o médico debería estar preocupado por ello. El mar es mucho más generoso que el ganado o la agricultura que nos llega a las tiendas: no hay que regar, no hay que dar pienso a los peces, no hay que comprar ganado, solamente necesitamos dejar las zonas tranquilas y hacer que los estudios económicos tengan en cuenta sus límites. Tenemos que reflexionar por qué hacemos algo que es de cajón, que es rentable económicamente, bueno para las personas y para la naturaleza. Somos muy protestones, pero con el tabaco lo hicimos, mediante concienciación, leyes y regulación. Podemos hacerlo con el mar, pero necesitamos legislar con sentido común.

¿Qué consejos darías a alguien que quiera involucrarse en el activismo climático en los océanos?

La información al final de la mejor forma que llega es con el boca a boca, hablando de comunicación y educación en la que tenemos el deber de participar todos. Si queremos solucionar los problemas del futuro, tenemos y podemos tener un mundo mejor si nos centramos en la educación de las personas. Si conseguimos educar a todos los jóvenes del mundo, en 30 años el Mediterráneo seguro que no tendría el 0,2% de zonas reservadas a pesca, sino que tendría más, porque seríamos conscientes de su importancia para el bienestar del planeta. Hace 40 años las personas que pescaban tiraban todos sus residuos al río… ¡incluso lavadoras! Pero ahora esto es algo que nos parece impensable, y lo es gracias a que somos conscientes de su impacto. En realidad ya llevamos años educando, pero debemos ser más exigentes y no parar en nuestra labor. Educar y comunicar es, por tanto, clave, y no se puede hacer si todos no somos parte de este cambio. Lo primero que puede hacer alguien es sumarse a la ola, a iniciativas existentes que busquen cambiar a mejor.

 

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME