Agua

«El olvido de los ríos es lo que está provocando este desastre»

Fotografía

Guillermo V. Soria
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
28
septiembre
2023

Fotografía

Guillermo V. Soria

Ramón J. Soria Breña (Jarandilla de la Vera, 1965) es antropólogo social y escritor. Aunque su actividad laboral está centrada en la investigación de mercados y los estudios políticos, ha dedicado varias décadas a explorar temas relacionados con el medio ambiente, como las políticas agroalimentarias o las implicaciones sociales de la llamada «España vaciada». Soria conoce a fondo los ríos de la península, su intensa biodiversidad y su actual degradación. En su segundo ensayo, ‘España no es país para ríos’ (Alianza Editorial), analiza la situación y la vida de 40 de los más de 30.000 ríos que recorren la geografía del país. Un libro que, combinando belleza literaria y una precisa información, intenta acercarnos a ese brillante mundo fluvial que nos rodea y que, sin embargo, estamos encauzando hacia una enfermedad crónica.


¿Por qué son tan importantes los ríos?

Sería muy largo de explicar, pero algo importante es que sin agua nada puede vivir, ni la agricultura, ni las personas. España es un país que siempre ha estado en el borde de la parte desértica Sahariana-Mediterránea, y el agua dulce es muy importante. Hace cien años, como teníamos  poca población y una agricultura de subsistencia, el agua era suficiente, pero ahora vivimos en una sociedad desarrollada, con una agricultura que necesita mucha agua y sin ella todo se desmoronaría. Tenemos el pretexto del cambio climático, que existe, pero detrás está todo lo demás. No tenemos agua porque estamos regando con mucha agua dulce que jamás habíamos utilizado, tanto de los acuíferos como de los ríos. Absolutamente todo depende del agua dulce, si saltamos mil kilómetros y nos vamos a Libia, a Túnez, a Egipto o a Marruecos, vemos que allí no hay ríos, salvo lo que llaman ríos secos. También se ha descubierto que los ríos, o los ecosistemas y bosques de ribera, tienen que ver con que haya lluvia, con que se condense la humedad y los acuíferos se rellenen. Es todo un mecanismo muy sofisticado.

¿Qué les está sucediendo a los ríos en España?

Muchas cosas. Hubo un periodo en que la solución a todos estos problemas era hacer embalses. Es verdad que los ciclos de lluvia en España han sido muy locos. Hemos vivido, desde el Neolítico, períodos de sequía y períodos de muchas lluvias. En un momento del siglo XIX creímos que toda la solución de nuestros problemas con el agua era hacer embalses. Ya lo hemos olvidado, pero en España hasta los años 50 del siglo pasado no teníamos alimentos suficientes para la población, porque era una agricultura de subsistencia, muy poco desarrollada. Luego llegó la revolución verde y pensamos que con abonos sintéticos, buenas semillas y mucha esto sería un vergel. Y empezamos a hacer embalses, que no solo se hicieron para regar, la mitad se hicieron para generar energía, en aquel entonces era el método fácil y barato para producir electricidad. Pero los embalses tienen una capacidad muy limitada. Ahora se han puesto en regadío miles de hectáreas que antes no lo estaban. España es un país fantástico para todo tipo de cultivos: pepinos, lechugas, aguacates, kiwis… pero siempre que haya agua. En Málaga, por ejemplo, el embalse, que es pequeñito, se ha quedado sin agua para los aguacates y los mangos de miles hectáreas. Se ha optado por un tipo de árbol que requiere mucho riego y se van a secar, porque no es un clima subtropical. En definitiva, estamos plantando mucho regadío utilizando un recurso del que muchas veces no disponemos. Deberíamos utilizar cultivos que necesiten menos riego, pero la agricultura en España ha modernizado los sistemas de riego utilizando la misma agua. Los ríos se secan y, como el tipo de agricultura es intensiva en muchos casos, se emplean muchos fertilizantes y pesticidas que acaban contaminando los acuíferos de forma involuntaria. Ya no es solo que paremos los ríos con embalses, sino que los contaminamos y los secamos.

Entonces, ¿cómo se puede llevar a cabo una agricultura que vele por la preservación de los ríos y de sus ecosistemas?

La agricultura es un negocio legal que fabrica alimentos y para ello necesita sol, tierra y agua. Pero este último es un bien público y, sin embargo, la agricultura utiliza el 85% de los recursos hídricos. No puede ser que su demanda de agua sea infinita, porque ya hay menos agua disponible. La clave es reducir la cantidad de agua que utilizan para regar. Ya no se puede regar tres veces por semana durante tres horas; los cultivos tendrán que cambiar y aún no han cambiado. Hay veces que veo a un pequeño agricultor que tiene 20 hectáreas y la familia vive de eso. Pero también veo grandes empresas que tienen 200 y se hacen muy ricas gracias a un recurso hídrico que es nuestro, y por el que no pagan. Todo el mundo paga un canon por depuración, la agricultura, salvo excepciones, ni paga un canon por contaminación de acuíferos ni por el agua que consume. Pagan algo por el mantenimiento de las infraestructuras, o algunas comunidades de regantes si tienen algo de gasto de electricidad, pero no pagan por los metros cúbicos que gastan. Me hace mucha gracia ver carteles en Madrid o en Barcelona diciendo «Dúchate en vez de bañarte», «Cierra el grifo al lavarte los dientes» o «No uses la piscina», cuando toda esa agua no llega ni al 10% del agua dulce que se gasta en España, el resto lo gasta la agricultura, pero no he visto ninguna campaña que diga: «Agricultor, no pongas el riego a las cuatro de la tarde, que es un desperdicio». Esto tendrá que cambiar. Sin ríos tenemos mal futuro.

«El regadío intensivo, unido al cambio climático, hará que una parte de España se convierta en un lugar desértico»

¿Es la escasez de lluvia la causa principal de que las cuencas de los ríos se estén secando?

No. La fauna de muchos ríos en España está acostumbrada a que los ríos se sequen. Pero una cosa es que se sequen un mes al año en agosto, no seis, y eso es lo que pasa en muchos, porque están cerrados con embalses y azudes. Los miles de arroyos que llegaban a muchos ríos ya no llegan porque hay un montón de pozos que hacen que por esos arroyos no circule el agua durante medio año y los ríos se sequen. Así que no es solo el cambio climático, que si acentúa esos períodos de escasez y de abundancia, pero aparte de eso están los pozos ilegales, la consideración del agua como un sistema minero, como si se pudiera explotar igual:  cuando se acabe el agua o sea muy complicado extraerla se cierra el pozo y se cierra el negocio. La industria agrícola se concibe así: se plantan 1.000 hectáreas de olivo de regadío intensivo, lo riego y cuando no tenga agua me voy a otra parte. Ese no es el concepto del olivar de mi tierra, por ejemplo, que son olivos de 100, 300, 500 años, de secano, que viven de sus raíces, que un año me dan cosecha y al otro no, porque los ciclos del olivar son así. Ahora los olivos que se están plantando dan aceitunas y aceite todo el año, a los 10 años ya no dan más de sí y hay que arrancar el árbol. Esto, unido al cambio climático, hará que una parte importante de España se convierta en un lugar desértico.

¿Cómo prevenir y controlar las plagas sin hacer uso de plaguicidas y pesticidas, grandes contaminantes de los ríos?

Creo que también es una cuestión de cultura agrícola. Ahora mismo, aparte de los pesticidas, lo que está contaminando las aguas es el uso como abono de los purines de las granjas intensivas de cerdos y vacas. Hasta ahora utilizábamos abonos y pesticidas sintéticos, pero el boom de las  granjas de animales, que generan purines –cacas y pises de los animales–, ha hecho que sean un abono excelente para cualquier planta. Las Comunidades Autónomas los controlaban y permitían que se abonaran determinados cultivos, pero al hacerlo todos los años, llegan a los acuíferos y los contaminan. Alrededor de un 60% de acuíferos están contaminados. Es un negocio legal, pero no puede ser que grandes industrias cárnicas estén contaminando nuestras aguas para exportar carne a otros países lejanos. Antes las cacas, abono natural, eran caras, ahora es muy barato. En otros países, como Estados Unidos, han abonado a destajo con purines, hasta el punto de que parte se han convertido en polvo, el aire los mueve y eso está provocando muchos problemas respiratorios. Si seguimos así, aquí también pasará.

¿Crees que no nos importan lo suficiente nuestros ríos?

Importan nada, salvo a cuatro ecologistas y a poca gente que se quiere bañar en verano en gargantas y arroyos de montañas. Se siguen considerando como un recurso: nos dan agua para beber y para bañarnos. Me parece aberrante que no nos importen el resto de valores.

¿Será posible, como dicen, desalar el agua del mar y beber de ella si nos quedamos sin agua dulce?

El agua procedente de las desaladoras tiene dos problemas. Uno es que necesita mucha energía eléctrica  y, por tanto, esa agua cuesta mucho dinero producirla; el otro es la salmuera: para desalar se utiliza una membrana que filtra las moléculas de sales, y esa papilla saturada de sales hay que verterla al mar porque si se vierte en la playa se muere toda la fauna, que no puede vivir con esa concentración de sal tan potente. El agua desalada no es la solución, lo ideal sería utilizar el agua dulce que tenemos y hacer un uso racional. El problema del agua, en muchas zonas de España, va a ser un problema muy grave, y no en 500 años sino en 20 o 30. Tendremos un otoño en que llueva mucho y otros 10 meses en los que no llueva nada, como ya ocurre en el norte de África. También es un problema que la gente siga pidiendo más embalses, pidiendo que no se eliminen los azudes, o que pidan que se hagan las llamadas «piscinas naturales», que no es más que parar un río y hacer una presa temporal en verano para que se llene de agua y atraiga el turismo. Eso no puede ser, para eso hay ríos naturales, que hay muchos. Es incomprensible.

¿De qué forma perjudican las empresas hidroeléctricas el medio ambiente y los ecosistemas acuíferos?

Si asumiera un discurso progresista diría que las empresas hidroeléctricas tienen muchos ríos en forma de monopolios, tienen concesiones que dio una dictadura hace décadas y utilizan un recurso público para generar una energía eléctrica que nos cobran a precio de oro. Pero no me voy a meter en eso. Los embalses son legales y la gestión que hacen de los ríos es legal. La cuenca del Tajo, por ejemplo, tiene cinco presas desde Toledo a Portugal que son de una sola empresa, y no son para regar: es una empresa que tiene concesiones que le otorgó el franquismo para producir energía eléctrica. Esta situación debería ir cambiando, porque ahora mismo tenemos ríos parados para producir energía eléctrica y eso, desde el punto de vista ecológico, es un problema. También es cierto que hay algunas empresas hidroeléctricas que tienen más cuidados que otra en la gestión de ese recurso. Quizá, cuando se cumplan esas concesiones, el Estado debería quedarse con ellas y generar energía eléctrica a un precio social. Eso pasa en muchos ríos de Estados Unidos y pasaba también antes con la gestión del agua urbana, de la que se encargaban muchos ayuntamientos. De los costes se hacían cargo los vecinos y vecinas, pero cuando alguien no tenía dinero para pagar el agua no se le cobraba. Hay un derecho humano, por encima de todas las leyes, que es el derecho público al agua. Los ayuntamientos podrían explotar los saltos de agua y la electricidad que se genere podría otorgarse a precio social a quienes no tienen para pagarla. Por ahora, el hecho es que legalmente un recurso público pueden utilizarlo empresas privadas para hacerse ricas.

«En las ciudades abrimos el grifo y tenemos agua potable y nos olvidamos de los ríos, solo nos acordamos cuando hay sequía»

¿El éxodo urbano ha sido el responsable de nuestra desvinculación los ríos y de la naturaleza en general?

Creo que sí. Ya no vivimos en el campo. Antes, hace 50 o 60 años, íbamos el río a pescar y nos comíamos los peces, cortábamos leña de los árboles que se caían en el río, nos bañábamos en él, necesitabas agua para moler harina y hacer pan… había una relación muy intensa. Ahora, como mucho, nos damos un paseo; como mucho en las cabeceras que se mantienen limpias te bañas en verano una semana. Y nada más. Al no vivir en un río nos da igual como esté y, esa explotación salvaje de los acuíferos, esa contaminación se da porque no vivimos en los ríos. Tenemos tan disociada el agua del río con el agua del grifo, la que bebemos, que no nos importa. En Zamora, por ejemplo, este verano, el acuífero del que bebían 10 pequeños pueblos está contaminado por fertilizantes. En lugar de poner el grito el cielo, la gente pide a la administración que les lleve agua limpia. No gritamos «No nos ensucien el agua», sino «Traednos agua limpia». El olvido de los ríos es lo que está provocando este desastre, y esto es porque estamos lejos de los ríos, no solo física sino psicológicamente. Hace 100 años a nadie se le ocurría hacer una casa en una zona de inundación, de pronto hace 50 años todos los planes urbanísticos consistieron en invadir los terrenos de inundación de los ríos que estaban al lado de los pueblos. Se hicieron muchos barrios. Lo llamaban «inundación con retorno de 100 años» y la gente no entiende que eso significa que en un siglo tu casa se vaya a inundar, sino que en ese momento se va a inundar seguro, pero eso puede ocurrir durante todo ese período. Ahora hay problemas con inundaciones porque se ha construido en zonas que eran del río. Pero en las ciudades abrimos el grifo y tenemos agua potable y nos olvidamos de ellos, solo nos acordamos cuando hay sequía.

¿Cómo se puede revertir esta situación?

La clave es la cultura fluvial, pensamos que en los colegios e instituto enseñamos qué es un ecosistema tan valioso como son los ríos, que es valiosísimo, pero eso no es cultura fluvial. Cuando voy a un centro educativo a dar alguna charla pregunto que me digan el nombre de 10 peces de los ríos españoles, 10 insectos acuáticos o 10 árboles de ribera que conozcan. Y no los conocen. En Gran Bretaña, por ejemplo, esto es completamente diferente. Saben el nombre de las aves, incluso su nombre científico, porque hay un conocimiento popular, histórico. A mí me gustaría que en España hubiera lo mismo con los ríos. Y no hablo de los niños y niñas, sino de la gente adulta, que deberíamos aprender, habilitando, por ejemplo, aulas de río para enseñar toda la biodiversidad. Es imposible valorar algo si no se conoce.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

¿Es el agua infinita?

José Martínez Fernández

Los avances tecnológicos no podrán frenar la escasez si no se educa a los usuarios finales en los límites del agua.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME