«El principal problema es que el plástico nunca fue pensado para ser reciclado»

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Ariadna Romans

@AriadnaRmans

Isa Willinger es documentalista. Estudió cine en la University of Television and Film de Múnich, tiene un máster en Estudios Eslavos y Estudios Americanos y estudió sociología en la New School University con una beca Fullbright. En 2010 comenzó a investigar los edificios constructivistas mientras vivía en Moscú gracias a una beca del DAAD. La cineasta ha centrado su carrera en materias relacionadas con el género, los trastornos sociales, los derechos humanos y el poder transformativo de la pantalla. Hablamos con ella sobre ‘Plastic Fantastic’, uno de los documentales presentes en el Another Way Film Festival, en el que subraya la importancia de la concienciación sobre el uso del plástico y la necesidad de cambios profundos que no pongan toda la responsabilidad sobre el consumidor.

Hay 500 veces más plástico en el mar que estrellas en nuestra galaxia. Esta es una de las frases con las que empieza el documental Plastic Fantastic. ¿Hasta qué punto somos conscientes del impacto que el plástico tiene en nuestras vidas?

Las personas que trabajan en esta materia, los científicos, las personas que trabajan directamente con plásticos en los océanos, en la tierra y en el aire, son sumamente conscientes de este problema. Constantemente ven la evidencia del problema, sus daños y riesgos, sus complicaciones. Pero para el resto de personas es muy difícil tomar conciencia, porque es un tema muy abstracto y, a veces, microevidente. Cuando se trata de grandes residuos todos podemos tomar conciencia, pero sobre los microplásticos, por ejemplo, es mucho más difícil hacerlo, son partículas casi invisibles. Es muy difícil estar alerta y mantenerse alerta de lo que sucede en este campo. Lo mismo ocurre con el cambio climático: pasamos nuestras vidas ignorando los problemas de lo que pasa a nuestro alrededor, y con esta dinámica es muy complicado tener una imagen completa del problema. Tenemos un problema real en ser conscientes de las acciones que tienen un efecto en nuestras vidas: no vemos la evidencia para evitar ser conscientes y escapar de ello en nuestras vidas cotidianas.

El documental muestra diferentes actores del mercado del plástico, algunos que representan a sus principales impulsores. ¿Fue difícil convencerlos? ¿Cuál fue su reacción ante el documental?

Fue muy complicado conseguir que se pusieran ante la cámara. Escribimos más de 50 cartas a diferentes compañías de petróleo y plásticos, cadenas de supermercados que también son parte del problema y tienen un gran poder de influencia, pero ninguno de ellos quiso hablar con nosotros. Solamente los dos lobistas que aparecen en el documental quisieron, pero claro, su trabajo es hablar con el público y aun así muchos de ellos ignoraron la petición. Muchos grandes actores ignoraron el documental, las películas europeas no suelen tener mucho efecto más allá de las fronteras. Estoy contenta, aun así, que algunos de ellos se unieran. El lobista alemán vino a la presentación de la película, no estaba asustado pero creo que no fue consciente de la crítica a la industria e infravaloró la actitud del público. Salió sorprendido de la situación, y luego ya no vino más. Creo que creyó que las personas comprarían el discurso de la necesidad del plástico sin atender a sus puntos flacos.

«Contaminar debe ser percibido como algo caro y nada atractivo para el mercado»

En la película has procurado mostrar diferentes puntos de vista sobre la problemática, pero en los documentales solemos ver una narrativa y mensaje claro y crítico ante el statu quo. ¿Qué voluntad había en esta representación?

Es importante no pensar que se trata de un asunto blanco o negro desde el inicio. El espectador debe permanecer activo y pensar a lo largo de la película. Cambiar tu opinión múltiples veces es importante. No queríamos retratar a los malos como personajes ridículos y aburridos; la labor de la directora es justamente hacer pensar a las personas. Hay algunos argumentos en favor del plástico que se defienden a partir de sus ventajas para la salud, que irónicamente causan perjuicios a largo plazo para estas mismas personas. Hay algunos argumentos que son ciertos, mientras otros deben ser desmentidos. El principal problema es que el plástico nunca fue pensado para ser reciclado. Por ejemplo, en Alemania tenemos grandes contenedores amarillos y hacemos grandes campañas de reciclaje, pero luego lo de separar los residuos es una ilusión, porque muy poco de lo que se colecta se recicla. Este material no fue desarrollado para ser reciclado y aún no lo está, pero podría serlo, como vemos en el documental. El mercado estaría abierto a las innovaciones científicas, pero necesitamos generar incentivos para transitar. Hay opciones que representan un gran cambio pero que no se implementan por la codicia de estas personas. Necesitamos pasos valientes que se implementen lo antes posible. Yo soy de las que piensa que debemos pensar un poco más allá, y esto procuro con el documental.

Los plásticos, como vemos a lo largo de la pieza, están altamente relacionados con los combustibles fósiles y el poder. ¿Es, entonces, una tarea imposible terminar con ellos?

No quiero abandonar mi optimismo, creo que es posible y necesario que seamos capaces de generar respuestas a los daños ambientales del cambio climático. Este verano hemos visto fenómenos extremos como sequías, inundaciones e incendios, y solo espero que, como mínimo, las compañías de combustibles fósiles reciban más presión por parte del público general y tomen responsabilidad por la parte que les toca. Las demandas judiciales a diferentes empresas en California, por ejemplo, muestran un paso en la movilización de ciertos actores en la búsqueda de respuestas. El hecho de que se empiecen a pedir compensaciones por el daño hecho hace treinta años es porque la sociedad está ganando perspectiva sobre lo ocurrido y pide cambios. Tenemos que hacer que aquellos que han sido responsables de estos males paguen por su impacto en el planeta. Las políticas públicas son necesarias, aunque a menudo son demasiado lentas, pero las necesitamos para seguir presionando en favor de un mundo más limpio y justo. Contaminar debe ser percibido como algo caro y nada atractivo para el mercado. Es muy importante hacer un paso adelante y que todas las acciones tengan en mente el mismo objetivo.

En un momento del documental, uno de sus integrantes dice: «Hay que reinventarlo todo desde cero». ¿Por dónde empezamos?

El mercado de las redes sociales ha cambiado el paradigma. Ahora es imposible comprar tomates sin plástico. Lo que deberíamos hacer es escribir a las empresas y presionarlas para que cambien sus estrategias. Se pueden mandar mensajes en redes sociales, correos electrónicos, y hacerles sentir la presión de la opinión pública. Lo más importante no es no tomar este café para llevar en una cafetería, eso también es genial, pero todos deberíamos ser más conscientes de cómo consumimos sin presionar al consumidor, que muchas veces no tiene capacidad de elegir cómo evitar el plástico en sus productos. Las campañas publicitarias que piden a los consumidores que reciclen mejor, que no tiren la basura, lo que realmente buscan es poner la culpa en el consumidor y su comportamiento, pero no se trata de un problema de la calle sino de una industria pensada para la contaminación. ¿Cómo podemos cambiar el mercado como individuos? Presionando a los políticos, escribiendo a las empresas y cadenas de supermercados y haciendo sentir nuestra presión colectiva.

«Todos deberíamos ser más conscientes de cómo consumimos sin presionar al consumidor»

Un 49% de los plásticos producidos son de un solo uso. ¿Cómo valoras las nuevas regulaciones impulsadas por la Unión Europea? ¿Crees que tiene una capacidad real de revertir esta situación?

Cada paso es un buen paso, y aunque sean pequeños están mostrando que estas cuestiones son importantes en la agenda. Las personas sabemos que el cambio climático y la contaminación son un problema importante, pero a veces no lo suficiente. Necesitamos hacer más cosas y de mayor escala para que los productores y todo el sistema que los sustenta sean señalados por el daño que están haciendo y ofrezcan compensaciones y soluciones. Las políticas actuales de la Unión Europea no son suficientes, los costes son mucho más grandes, pero muestran una voluntad por seguir trabajando en esta dirección. Empezar a valorar estos pasos generará mayores pasos en el futuro. Por ello me mantengo optimista.

El arte tiene un gran poder explicativo, y también puede ser usado, como en tu documental, como herramienta de concienciación. ¿Cuál es el rol de los directores de cine en la generación de conciencia colectiva?

Soy consciente que no vamos a cambiar el mundo con esta película, pero sí que formaremos parte del colectivo que presiona a la industria y los políticos para que lo hagan. Espero que esta película reciba atención y sea vista como un paso más para un proceso de impactar nuestras sociedades e impulsar cambios sociales.

¿Qué crees que pasará, en el futuro, con los plásticos?

Creo que las demandas judiciales contra las empresas de plástico aumentarán y pedirán justicia contra aquellos que dañan el medio ambiente. Este es para mí el momento más esperanzador. Es una cuestión de derechos humanos. Ha habido demandas muy exitosas que cambian la forma en que las generaciones futuras puedan vivir sus vidas. Creo que solo estamos viendo el comienzo de eso. Es una cuestión de justicia, de legalidad. Sin embargo, no todos los datos brindan esperanza: en los últimos años estamos viendo un crecimiento en la producción de plástico, aunque en las noticias solo veamos nuevas regulaciones.