Salud

Las enfermedades mortales que fueron más comunes en España

Gripe, peste o tuberculosis fueron algunas de las enfermedades mortales que marcaron la historia. Algunas de ellas no han desaparecido y siguen matando al año a millones de personas en todo el mundo.

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20
septiembre
2023
Uno de los hospitales de campaña contra la llamada gripe española

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A lo largo de la historia, la humanidad ha soportado pandemias y epidemias que han causado millones de muertes y han tenido múltiples consecuencias sociales, económicas y políticas. Una epidemia es la aparición repentina de una enfermedad infecciosa en un lugar y momento determinados afectando a una gran cantidad de personas. Cuando esta enfermedad se extiende a varios países se convierte en una pandemia, como explica la OMS. Es algo que se vio recientemente con el covid-19.

Las epidemias han dejado huellas imborrables en el planeta y sus habitantes. España no ha sido una excepción a esta realidad histórica. En su libro Historia de las epidemias en España y sus colonias, el historiador José Luis Beltrán divide la evolución de estas enfermedades en el país en dos etapas, marcadas por el impacto de la peste (siglos XIV-XVIII) y el cólera (siglo XX) y en menor medida, aunque no por ello menos traumáticas, la gripe, la viruela y la tuberculosis, entre otras.

Pero ¿cuáles han sido esas enfermedades mortales que han marcado la historia española?

Peste, la epidemia más mortífera  

A mediados del siglo XIV, entre 1346 y 1347, estalló la mayor epidemia de peste de la historia de Europa, tan solo comparable con la que asoló el continente en tiempos del emperador Justiniano (siglo VI). La peste negra o bubónica –causada por una bacteria llamada Yersinia pestis– provocó 50 millones de muertos, en proporción la cifra más letal que ningún otro acontecimiento histórico había causado hasta ese momento. En la Península Ibérica la pandemia se declaró en 1348 y las estimaciones más conservadoras apuntan que murieron cerca de medio millón de personas.

Los médicos de la época desconocían la causa de la enfermedad y por supuesto cómo tratarla. Algunos hicieron tímidos intentos, como el leridano Jaume d’Agramunt, que en su tratado Métodos de protección contra la epidemia y pestilencia y muertes recomendaba no arrojar dentro de las ciudades o en su cercanía animales muertos y otros desperdicios orgánicos, así como quemar todo lo que hubiera estado en contacto con los infectados.

La peste volvería a aparecer en siglos sucesivos, pero nunca volvería a ser tan mortífera como la de 1348. En la actualidad no hay una cura específica para esta enfermedad, pero en el siglo XIX Alexandre Yersin aisló la bacteria, permitiendo así el desarrollo de una vacuna.

La «peste blanca»

De peste –«blanca» en este caso, por la palidez que causaba entre quienes la padecían– también se trató a la tuberculosis, otra enfermedad que igualmente sigue existiendo.  Causada por la bacteria M. Tuberculosis, en Europa se sufrieron especialmente sus efectos a finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con la industrialización y los desplazamientos masivos de campesinos a las ciudades, donde convivían en viviendas sucias, húmedas y sin ventilación. En España, la tuberculosis fue la causa más frecuente de muertes a principios de siglo XX, superando a otras enfermedades como la sífilis y alcanzando tasas entre las 400 y 500 muertes por cada 100.000 habitantes.

La tuberculosis sigue existiendo y matando cada año a entre 1,6 y 2 millones de personas en todo el mundo

Fue el médico alemán Robert Koch quien descubrió en 1882 el bacilo tuberculoso que permitiría desarrollar en 1921 la primera vacuna. Sin embargo, y hasta el descubrimiento de los antibióticos modernos (el primer fármaco se utilizó en 1945), el tratamiento estaba limitado a aislar al paciente en sanatorios para que el aire fresco y la limpieza fortalecieran las defensas naturales del cuerpo. Actualmente no es una enfermedad erradicada (la tasa de mortalidad se mantiene entre 1,6 y 2 millones de muertes cada año), pero se puede curar y prevenir.

Un héroe inesperado frente al cólera

El cólera es una enfermedad grave provocada por una infección aguda del intestino causada por el consumo de agua o alimentos contaminados por la bacteria Vibrio cholerae. En España no apareció hasta 1831, pero durante todo ese siglo XIX se declararon hasta cuatro pandemias y fallecieron unas 800.000 personas (en una población de 15 millones en ese momento).

En 1885, la epidemia, procedente de Marsella, se cebó con la ciudad de Valencia. Y aquí surgió uno de los personajes más singulares de la historia de la Ciencia en España. Se trata del doctor Jaime Ferrán i Clúa, que cuando se declaró la enfermedad ya se encontraba trabajando en una posible vacuna. Se hizo entonces con cinco muestras microbiológicas en Marsella, escondiéndolas en sus calcetines cuando le prohibieron cruzar la frontera con ellas ante el riesgo de contagio biológico. En su laboratorio desarrolló la primera versión de la vacuna utilizando a su propia familia para probar su eficacia. A mediados de 1885 se inició la vacunación masiva de los valencianos con 30.000 dosis anticoléricas del doctor Ferrán.

La gripe que no era española

Entre 1918 y 1920, una oleada de gripe mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Hoy se sabe que la causa fue un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1 y se cree que el origen tuvo lugar en Estados Unidos, desde donde se transmitió al resto del mundo por los movimientos de tropas de la I Guerra Mundial.

Tras registrarse los primeros casos en Europa la gripe pasó a España, donde se contabilizaron 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas. España era un país neutral en una Europa en guerra y, por eso, uno en el que no se censuraba la publicación de los informes sobre la magnitud de la enfermedad, como sí ocurría en los estados combatientes. Esto llevó a que la gripe fuese vista como algo que estaba pasando en España y pasase a denominarse la «gripe española», por mucho que no lo fuera realmente.

Viruela, vencer las enfermedades es posible

Sin duda si hay una enfermedad que haya batido todos los tristes récords de personas fallecidas esa es la viruela. Causada por el Variola virus, se sabe que ha acompañado al hombre desde el neolítico y que a lo largo de la historia ha matado a unos 300 millones de personas.

La ‘gripe española’ no fue tal, pero sí tuvo un elevado impacto en el país, donde mató a 300.000 personas

Desde la Antigüedad, la viruela se propagó por Asia, África y Europa a través de las rutas comerciales, pero sin duda su mayor impacto coincidió con la colonización española en la exploración de América. Dado que los indígenas no poseían inmunidad frente a la enfermedad –como tampoco ante otras enfermedades comunes entones en Europa, como el sarampión–, se contagiaron de forma masiva. Se estima que el 90% de las muertes de indígenas en todo el continente americano tras la colonización europea se debió a enfermedades y no a la conquista militar y que la viruela en concreto tuvo un papel clave en el declive y caída del Imperio Azteca.

No fue hasta 1796 que el médico Edward Jenner demostró que la inoculación en humanos de la viruela de la que se infectaban las vacas –una variedad del mismo virus, pero más leve– podía proteger contra la enfermedad y desarrolló la vacuna (término que precisamente se originó aquí, al ligar su descubrimiento al uso de ese animal). En 1967 la OMS puso en marcha en todo el mundo campañas masivas de vacunación y en 1980 declaró la enfermedad erradicada, convirtiéndose en la primera y única (hasta el momento) enfermedad viral humana erradicada a escala mundial.

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