Salud

Cinco efectos del azúcar en nuestro organismo

Para tener una nutrición saludable, la OMS recomienda el consumo de unos 25 gramos de azúcares libres por día. De lo contrario, podrían producirse algunos de los efectos nocivos que su exceso provoca en nuestro organismo.

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10
octubre
2019

Mi cerebro necesita azúcar. ¿Cuántas veces has oído esto? Una verdad a medias. Técnicamente, lo que nuestro cerebro necesita es glucosa, una sustancia que nuestro cuerpo produce a partir de proteínas y ácidos grasos o que obtiene a través de frutas, verduras y legumbres. Necesitamos alrededor de 130 gramos de glucosa al día para funcionar correctamente.

El problema no es la ingesta de alimentos naturales que contienen azúcar y que nuestro organismo, efectivamente, necesita –como la fruta–, sino el consumo de azúcares libres y procesados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos azúcares son «los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de fruta y los concentrados de jugo de fruta». Es decir, todos aquellos añadidos a los alimentos que no existen de forma intrínseca en ellos y que se encuentran en un sinfín de productos, incluyendo aquellos destinados a niños y diabéticos. Incluso el azúcar moreno, la panela, el sirope de arce o de agave siguen sin ser aconsejables.

La propia OMS recomienda que, para tener una nutrición saludable, el consumo de azúcares libres debería ser el 5% de la ingesta calórica diaria, lo que equivale a unos 25 gramos por día –o, lo que es lo mismo, unos seis terrones de azúcar–. De lo contrario, médicos, nutricionistas y expertos en salud coinciden en señalar que podrían producirse algunos de los efectos nocivos que el exceso de azúcar procesado provoca en nuestro organismo.

  • Aumento de peso y de la presión arterial. Nuestro cuerpo absorbe rápidamente estos azúcares, aumentando bruscamente la glucosa en sangre y liberando insulina en grandes cantidades, lo que estimula el almacenamiento de grasas. Esto, además, propicia la hipertensión.

 

  • Malnutrición. Se ha comprobado que consumir excesivo azúcar nos hace reducir el consumo de proteínas, grasas, carbohidratos, minerales (como el hierro o el zinc) y vitaminas (como D y E). Son calorías vacías que llenan y no alimentan.

 

  • Aumento del riesgo de Alzheimer. Diversos estudios revelan que una alta ingesta de azúcar diaria puede afectar nuestras facultades cognitivas y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como demencia o Alzheimer.

 

  • Aparición de arrugas y acné. El azúcar produce AGE, unas moléculas que dañan el colágeno y la elastina, haciendo que a la piel le cueste más recuperarse y envejezca antes.

 

 

Si los efectos nocivos de los azúcares procesados están demostrados, ¿por qué gobiernos e instituciones no formulan políticas y medidas de salud pública destinadas a disminuir su consumo y prevenir enfermedades? La OMS señala que sus recomendaciones deberían utilizarse, además, «junto a otras sobre nutrientes y otros objetivos dietéticos, especialmente relacionados con las grasas y los ácidos grasos (en particular los saturados y los trans), para orientar la formulación de políticas eficaces relativas a la nutrición y la elaboración de programas que fomenten una dieta saludable».

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