Contaminación

El fin de la purpurina

La Unión Europea acaba de prohibir la purpurina, entre otros muchos microplásticos. No se podrá comercializar, pero eso no supone la muerte para siempre del ‘brilli-brilli’. Habrá que buscar alternativas más respetuosas con el medioambiente.

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29
septiembre
2023

Es amada y odiada a partes iguales. Es también la pesadilla de quienes no han calculado muy bien cuánta necesitaban —o si realmente valía la pena usarla— y ahora no son capaces de quitarla. Es la purpurina, reina de las celebraciones, emblema del brilli-brilli y, a pesar de su apariencia festiva e inocua, una sustancia muy contaminante.

Al fin y al cabo, no solo es plástico, sino que además tarda mucho en degradarse y su tamaño reducido la convierte en un lastre para el medioambiente. La purpurina es un microplástico y, por ello, difícil de eliminar. Intentar usar purpurina de modo responsable tampoco es fácil. No existe una manera de tirarla que no acabe presentando complicaciones.

Por eso, mientras en los últimos años la purpurina estaba viviendo un momento de revival en redes sociales y en propuesta de moda, voces científicas y medioambientales han ido reclamando una visión más crítica de su uso. Incluso, pedían que se dejase de usar. Eso es, justamente, lo que se acaba de decidir en Europa. La purpurina acaba de pasar a ser una sustancia prohibida en la Unión Europea.

La decisión se enmarca en la lucha contra la contaminación y la transición verde comunitaria. Según explica la Comisión Europea en la nota de prensa en la que presenta la medida, con esta nueva normativa se evitará –prometen– «la liberación al medio ambiente de aproximadamente medio millón de toneladas de microplásticos».

Aunque la purpurina es la protagonista más viral de esta decisión, no es la única que ha pasado a la lista de cosas prohibidas. La restricción comunitaria define los microplásticos como «polímeros sintéticos inferiores a cinco milímetros que son orgánicas, insolubles y resistentes a la degradación» y ahí entran muchas más cosas. Por ejemplo, también lo hacen algunos elementos que ahora se usan en los cosméticos, como las microesferas que se añaden a algunos productos para que sean exfoliantes; el material de relleno granular, con el que se rellenan superficies deportivas; o los que van en detergentes, suavizantes o juguetes, entre otras muchas cosas.

El ocaso de la purpurina será inminente: la norma entra en vigor en 20 días y ahí será cuando deba abandonarse en la Unión Europea la purpurina no adherente. En poco más de dos semanas, no se podrá comercializar en los países de la UE. Para otros productos, la fecha no está tan clara. Desde la Comisión recuerdan que será «después de un período más largo» para que las partes implicadas puedas desarrollar alternativas y aplicarlas.

La decisión comunitaria es la más ambiciosa por tamaño y alcance en la lucha contra la purpurina. Antes, ya había quienes renunciaban a ella a un título más personal. En 2020, por ejemplo, las grandes cadenas de tiendas británicas anunciaron que sus productos de Navidad no la tendrían. «Hemos eliminado la purpurina y el plástico de nuestros productos festivos de este año, para que nuestros consumidores puedan disfrutar de las fiestas sin preocuparse por el impacto medioambiental», explicaba entonces a The Guardian Christine Bryce, la directora de Hogar de Morrisons.

Cada año se arroja a los océanos el equivalente a 1.200 veces el peso de la Torre Eiffel en basura

Las razones de esta batalla

Aunque en el cómputo total de la contaminación la purpurina es solo una parte reducida, su desaparición sí es importante por lo que dice sobre la categoría en la que se encuadra como material. «La prohibición de los microplásticos añadidos intencionadamente responde a una seria preocupación por el medio ambiente y la salud de las personas», defiende Virginijus Sinkevičius, comisario responsable de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, recordando que estos materiales ya se encuentran en la naturaleza, «así como en los alimentos y el agua potable».

El plástico se ha convertido en un serio problema para el medio ambiente. Según datos de Greenpeace, cada año arrojamos el equivalente a 1.200 veces el peso de la Torre Eiffel en basura a los océanos y, mientras una botella de plástico tarda en degradarse 500 millones de años, solo el 30% de los plásticos que se usan se reciclan en España.

En todo esto, los microplásticos son una parte crucial del problema, porque se escapan a los filtros de las depuradoras y resultan muy difíciles de eliminar. Han llegado al campo, abundan en los océanos o se acumulan en el aire que respiramos. Se han colado ya en la alimentación de la fauna marina e incluso han llegado a la mesa de los seres humanos. Un estudio los ha localizado hasta en la sal de mesa.

¿Un mundo sin purpurina?

La normativa no implica necesariamente que haya que pasar a un mundo sin purpurina, sino que hay que hacerlo a uno en el que no está hecha de plástico. «Esta restricción contribuye a la transición ecológica de la industria de la UE y promueve productos innovadores sin microplásticos, tanto cosméticos como detergentes o superficies deportivas», afirma en la comunicación oficial Thierry Breton, comisario responsable de Mercado Interior.

La purpurina biodegradable ya existe y, de hecho, esas alternativas ya se comercializan y ya se usan. «Estamos muy cerca de la ría y nos preocupaba contaminarla», reconocen a El Correo desde una comparsa de Bilbao conocida por su uso de purpurina. Desde hace años, la usan biodegradable. Quienes la fabrican prometen no solo que es más respetuosa con el medio ambiente, sino también más fácil de eliminar de superficies y la propia piel.

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