Sociedad

Dime qué personalidad tienes y te diré cómo eres (o no)

La incertidumbre cotidiana nos lleva a buscar incansablemente recursos que nos muestren cómo somos y qué nos deparará el futuro, y aunque los test de personalidad o el eneagrama se han popularizado al respecto, lo cierto es que basarse en ellos conlleva ciertos riesgos.

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05
septiembre
2023

Cada día, cientos de personas se asoman  a algún portal cibernético para consultar el horóscopo. Para algunas, este hábito forma parte de su rutina, pero otras recurren a él fundamentalmente cuando algún asunto resulta desconcertante y necesitan algún «anclaje»; es decir, palabras que se orienten hacia lo que está por venir.

La buena noticia es que las predicciones siempre atinan, aunque no porque nuestro signo zodiacal se sintonice con las estrellas, sino por el llamado efecto Barnum: las predicciones y los rasgos de personalidad que arroja el oráculo zodiacal resultan siempre generales e imprecisas, pero nuestro cerebro hace que encontremos relación entre esas palabras y nuestra vida. Si leemos que «nos gusta estar con gente, pero también necesitamos nuestros momentos de soledad», no es raro que nos identifiquemos, porque esta afirmación puede abarcar a prácticamente el total de la población. ¿Esto significa que la ingenuidad nos empapa? No. Los sesgos cognitivos como este nos ayudan a darle sentido a la complejidad que nos rodea y puede llevarnos a tomar decisiones, aunque, lógicamente, la incertidumbre en torno al futuro seguirá presente, como lo está en cada momento de nuestra vida.

De un tiempo a esta parte, los horóscopos han encontrado otro complemento ideal: los test de personalidad, pruebas que revelan algunos de los rasgos de identidad característicos de las personas. En 1949, Raymond B. Cattell, un reconocido psicólogo británico, elaboró el Cuestionario de los Dieciséis Factores de la Personalidad, un test que ha ido actualizándose y que se utiliza con asiduidad, fundamentalmente en la orientación profesional y la orientación laboral. Los 16 rasgos definitorios que se miden a lo largo de 185 preguntas con respuestas múltiple son la abstracción, la aprehensión, el dominio, la estabilidad emocional, la vivacidad, la apertura al cambio, el perfeccionismo, la privacidad, el razonamiento, la conciencia de las reglas, la autosuficiencia, la sensibilidad, la audacia social, la tensión, la vigilancia y la calidez. Esta prueba, que a veces se lleva a cabo en los procesos de selección, ha suscitado críticas. En el caso corporativo, la razón es evidente: las organizaciones suelen optar por perfiles «estándar», extrovertidos, con visos de éxito y que cuenten con poco margen de impredictibilidad. Pero ¿qué ocurre entonces con las personas que aparentemente presentan más dificultades? ¿No resultan estas pruebas discriminatorias y demasiado rígidas?

Al igual que el horóscopo, los test de personalidad describen a los individuos en términos muy generales

Pero dejando a un lado el entorno laboral, los test de personalidad están al alcance de cualquier persona en numerosas páginas de internet. De nuevo, al igual que ocurre con el horóscopo, empleamos estos baremos en busca de orientación o confirmaciones sobre temas que nos preocupan o sobre aspectos de nuestra personalidad que no tenemos claros. El autoconocimiento está en auge. Lo que ocurre es que en la mayoría de los casos estos recursos web simplifican y reducen las preguntas; y aunque el cuestionario fuese más o menos completo, la persona no tiene conocimientos para interpretarlo y extrae unas conclusiones que, en todo caso, pertenecerían al campo de la psicología: redirigir ciertas decisiones en base a unos resultados supuestamente «científicos» sin supervisión puede resultar peligroso. Porque, al igual que el horóscopo, describen la personalidad en términos muy generales. No se trata de herramientas especializadas en salud mental, y desde la psicología se viene advirtiendo de los riesgos que suponen.

El colofón de esta búsqueda de características propias se llama eneagrama, una herramienta de clasificación de la personalidad basada en nueve arquetipos que podría utilizarse en una sesión psicológica como apoyo, pero que por sí misma y empleada como «autoterapia» puede resultar contraproducente. No es solo que no cuente con evidencia científica, sino que, al igual que los test de personalidad, si la aplicamos a título individual sin asesoramiento profesional y nos «auto-guiamos» con fe ciega podemos ir a parar a caminos no siempre reconfortantes, así como incluso caer en la justificación de lo que nos pasa en base a nuestro «perfil».

La complejidad de la mente humana no permite clasificaciones estándar, pese a que algunos recursos parezcan mostrarnos que sí. Para extraer conclusiones y profundizar en cuestiones que nos preocupan no existen fórmulas mágicas. Solo un trabajo reposado de reflexión, análisis y toma de conciencia permitirá obtener las mejores respuestas.

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