Economía

«La renta básica universal es una forma de dejar de juzgar quién es digno de comer y quién no»

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25
agosto
2023

Karl Widerquist es doctor en Ciencias Políticas por la universidad de Oxford y en Economía por la universidad de Nueva York. Actualmente trabaja como profesor de filosofía política en la Universidad de Georgetown y es reconocido por sus investigaciones interdisciplinarias sobre la renta básica universal. Acaba de publicar en España su ‘Prehistoria de la propiedad privada‘ (Bauplan), escrito con antropólogo Grant S. McCall. Es un ensayo contra la presunta inevitabilidad de la desigualdad económica, y utiliza evidencia científica para desmontar los mitos a los que ellos llaman «propietaristas» que prevalecen en el pensamiento político capitalista y que se han normalizado por completo.


¿Qué son esos mitos económicos «propietaristas»?

Para empezar, el propietarista es alguien que defiende el derecho a la propiedad privada, incluso contra aquellos que no tienen absolutamente nada. Por ejemplo, Elon Musk tiene billones y billones a la vez que hay muchísimas personas sintecho; y aun así, parece que sea justo que siga aumentando sus bienes. En Estados Unidos, a este tipo de gente originalmente se les llama libertarios (porque defienden la libertad del individuo). Ahora bien, libertario también se utiliza para decir lo contrario, para hablar de anarquistas y de aquellos que dicen que «toda propiedad es robo». Por eso, en parte, en el libro utilizamos el término «propietarista» para distinguirlos.

¿Solo en parte?

Otra razón es porque, para mí, el primer tipo de libertarios –como Elon Musk– no defiende la libertad. Cuando una persona se apropia de ciertos recursos del planeta, automática e inevitablemente interfiere en la vida de otros individuos y, por ello, se imponen obligaciones a esos individuos sin que ellos las hayan aceptado.

¿Cuál es el mito «propietarista» más evidente del sistema occidental?

La idea de que la institución de la propiedad privada hace que todos estemos mejor, incluidos los miembros más desfavorecidos de la sociedad. La crítica principal a este mito es que se basa en una hipótesis antropológicamente falsa. Es falsa la idea –que popularizó Thomas Hobbes– de que la vida en su estado natural es una mezcla de escasez y violencia generalizadas y que se necesitan derecho de propiedad como solución. Se decía que se necesitaba un contrato social para conseguir armonía en la civilización, y no es cierto. La humanidad no necesita un contrato social para ser civilizada. En este sentido, los principios de apropiación apoyan un sistema capitalista con derechos a la propiedad privada muy individualistas y desiguales.

«La humanidad no necesita un contrato social para ser civilizada»

¿Es la desigualdad económica algo inevitable en la especie humana?

Muchas personas aseguran que la desigualdad es natural para justificar las reglas para mantenerla, pero siempre se presentan explicaciones contradictorias de por qué la desigualdad es natural. Por algún motivo, existe la tendencia entre algunas personas de querer posicionarse por encima de otras. Sin embargo, hay otras que tienden a resistirse a que otros impongan su jerarquía. Y, si miras la evidencia antropológica, esta lucha se manifiesta de formas muy distintas. Muchas sociedades en el pasado mantuvieron niveles muy altos de igualdad social, política y económica durante periodos de tiempo extremadamente largos, mientras protegían la libertad negativa al menos tan bien, si no mejor, que las sociedades contemporáneas basadas en los derechos de propiedad. Por ejemplo, los cazadores-recolectores establecían que la propiedad de la tierra era comunal. Todos tenían acceso directo e individual a los recursos. La comida se compartía hasta el punto de que nadie en la banda se moría de hambre a menos que todos se estuvieran muriendo de hambre. Las decisiones del grupo se tomaban de forma conjunta. Nadie que quisiera permanecer en la banda podía acumular una riqueza notablemente mayor que los demás.

¿Puede Prehistoria de la propiedad privada arrojar algo de luz sobre la naturaleza del ser humano?

Algunos filósofos como Hobbes decían que el hombre es malo por naturaleza y clasificaba a los seres humanos en salvajes y civilizados. Para él, el hombre es salvaje por naturaleza, pero se puede construir un modelo de sociedad en el que se civiliza. ¿Qué hemos descubierto al respecto? Que no hay hombre natural y hombre civilizado. Es el mismo hombre. Muchas sociedades «salvajes» estudiadas por la antropología han existido sin el compromiso de respetar la autoridad y, lo más importante, sin degenerar en un estado caótico de la naturaleza. Este hallazgo presenta un dilema para la hipótesis del estado de naturaleza inaceptable: si tales sociedades están en un estado de naturaleza, el estado de naturaleza no es tan terrible. Y si tales sociedades no están en estado de naturaleza, la soberanía no es la única alternativa al estado de naturaleza.

¿Debería el ser humano, salvaje o civilizado, estar a favor de una renta básica universal?

La renta básica es el único sistema que realmente concede poder individual a los menos favorecidos al permitirles la supervivencia ante cualquier situación, hasta cuando hacen, por ejemplo, huelga. Se puede tener una economía donde los ingresos no empiezan en cero. No necesitamos poner a las personas bajo la amenaza constante de quedarse sin hogar o sin alimento a menos que sigan ingresando dinero. La renta básica universal es una forma de dejar de juzgar quién es digno de comer y quién no. No vamos a juzgar a nadie cuando pierda su trabajo. Hay una renta básica esperando. Si alguien tiene que (o quiere) dejar su trabajo porque es un trabajo con condiciones pésimas, lo pierde porque ha sido automatizado… Sea por el motivo que sea, esa renta básica te está esperando. Eso es lo que necesitamos ahora para los problemas que tenemos ahora. Y creo que eso puede ayudar a todos.

Pero… ¿Es financiable?

Y tanto que es financiable. Gracias a la automatización de los procesos económicos se duplicó la economía norteamericana desde finales de los 70 hasta hoy. Ahora bien, la mayoría de las personas que colaboraron con este auge económico no han compartido nada y eso significa que casi todos los beneficios de esa duplicación se la han quedado el 1-2% de las personas más ricas. Estos son los únicos que en términos reales son más ricos que antes. La clase media sigue siendo clase media, aunque la economía haya crecido. Con esto quiero decir que hay recursos más que de sobra para financiar una renta básica universal, dado que un porcentaje muy pequeño de personas acapara más recursos que todo el resto de la humanidad. Solamente hay que diseñar un sistema de impuestos que no permita que las grandes fortunas acaparen sin límite. No me refiero a crujir a impuestos a los que pueden pagar una universidad privada o un velero, sino a las grandes fortunas de verdad, a los magnates billonarios.

Los resultados en las últimas elecciones en España reflejan que existe una gran polarización entre los defensores de lo público y de lo privado, o sea, entre el intervencionismo y el liberalismo. ¿Qué pros y contras tiene la privatización de sectores como el educativo, energético o sanitario?

La gran ventaja de la privatización de esos sectores, y por lo menos la razón por la que existe en Estados Unidos, es porque algunos ricos pueden hacer dinero con ello. Mira, en EE. UU se gasta el doble de dinero en sanidad que en gran parte de los países en de la Europa occidental. Y no tenemos un sistema mejor. Cuando se privatiza por ejemplo la sanidad, el gobierno no protege a los individuos de forma general. Las personas han de comprar su seguro médico y pagarlo todos los meses. Además, buena parte de lo que se invierte ni siquiera va destinado al servicio sanitario directamente, sino que se utiliza para gestionar el papeleo de quien ha pagado o dejado de pagar este mes… ¡Y para publicidad! En EE. UU se gastan cantidades ingentes de dinero para promocionar servicios sanitarios. Por tanto, sanidad privada significa pagar más por un servicio igual, con la desventaja de que muchas personas sin posibilidades económicas quedarán desamparadas y no podrán ser atendidas.

«Estamos en una carrera contrapuesta entre lo que va a mejor y lo que nos estamos cargando»

Si lo único positivo de la privatización es que beneficia a unos pocos ricos, ¿por qué hay tanta gente de clase media que lo apoya?

En psicología se conoce como ideología de la justificación del sistema. Quiere decir que las ideas que favorecen a los privilegiados suelen ser populares, incluso entre aquellos que no son privilegiados. ¿Por qué? Porque nos encanta sentir que pertenecemos a un sector selecto de la población, y cuanto más privilegio uno tiene, más poder tiene para controlar propiedad privada. Además, hay necesidad de orden y estabilidad y, por lo tanto, la resistencia al cambio puede ser un motivador para que las personas vean el statu quo como bueno, legítimo e incluso deseable.

¿Estoy hablando con alguien que desea la vuelta de Marx y Engels?

No necesariamente. Desde mi punto de vista, ellos diagnosticaron muy bien los problemas del capitalismo, pero no encontraron una solución al respecto. La dictadura del proletariado no es para nada convincente.

¿Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo?

Soy de los que creen que el futuro es increíblemente difícil de predecir. Nadie sabe qué va a pasar. Es más, el curso de nuestra historia está marcado por acontecimientos que nadie esperaba. Otro gran elemento impulsor de la sociedad que tenemos son los líderes cometiendo errores. Los líderes políticos no están ahí bajo el mando de una conspiración gigante ni operan para satisfacer sus propios objetivos continuamente. Los líderes están ahí intentando llevar a cabo una misión y comenten un montón de errores. El futuro es inevitablemente incierto. Sobre el capitalismo… Llevamos tiempo matando el planeta que nos mantiene vivos y, al mismo tiempo, estamos creando mejor ciencia y mejores formas de hacer las cosas. Estamos en una carrera contrapuesta entre lo que va a mejor y lo que nos estamos cargando. No sabemos si nos extinguiremos antes de que cambiar el sistema, pero siempre tenemos una oportunidad de empezar a hacer las cosas mejor.

¿Tiene propuestas concretas para no imaginar sino crear el futuro que le gustaría?

Tengo ideas, claro, pero se me da mejor investigarlas y escribir sobre ello que ejecutarlas. Si ese fuera mi fuerte me habría metido en política. En el desarrollo de una sociedad deseada, cada uno participa desde su campo, y del campo donde estoy ahora, antropología, se dice que es «la ciencia de la posibilidad». Mi trabajo, especialmente con este libro, no es proponer qué sistema es mejor, sino qué alternativas existen y por qué el sistema establecido no es ni el único ni el mejor. Dicho lo cual, creo que tenemos que empezar a respetar la independencia de las personas. Debemos parar de juzgar. Siempre buscamos la excusa perfecta para ser irrespetuoso con alguien y así sentirnos mejor con nosotros mismos. Pero mi pensamiento también es que debemos parar de fingir que tenemos un contrato social real y que todo el mundo está a bordo y se está beneficiando de él. Hemos creado una sociedad en la que aquellos que tienen propiedad privada son más libres que los que no tienen y la libertad, a efectos prácticos, debería ser la misma. Por eso, un primer paso necesario es la redistribución de la riqueza. Sin duda, una hipotética sociedad más coherente con la protección de todos los individuos contra la violencia, la coerción y la interferencia tendrá que encontrar alguna manera de garantizar que cada individuo tenga acceso directo e incondicional a los recursos necesarios para sobrevivir.

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