Sociedad

El efecto Mandela (y otras peculiaridades de la memoria)

Desde acontecimientos históricos a frases de película, hay grupos de personas que recuerdan detalles del pasado de forma diferente a cómo ocurrió en realidad. Tiene una explicación científica.

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17
agosto
2023

«La diferencia entre los recuerdos falsos y los verdaderos es la misma que con las joyas: siempre son falsas aquellas que parecen más reales, más brillantes». Algo así solamente podría haber sido escrito por Salvador Dalí, que tanto aprovechó su imaginación para convertirse en el representante mundial del surrealismo. Sorprendentemente, sus palabras no iban desencaminadas con lo que años después estudiaría la psicología cognitiva.

La naturaleza reconstructiva de la memoria tiene la peculiaridad de llenar vacíos con detalles de «lo que podrían haber sido», basándose en el conocimiento y creencias preexistentes. Cuando un recuerdo falso se alinea con el marco cognitivo de una persona, puede mezclarse fácilmente con otros recuerdos verdaderos y sentirse como auténtico. Esta reflexión se ve reforzada por fenómenos como el «efecto Mandela», que se produce cuando varias personas recuerdan eventos (u otros estímulos sensoriales) de manera distinta de lo que realmente son.

El efecto Mandela fue acuñado por la pseudocientífica Fiona Broome al descubrir que mucha gente recordaba –falsamente– que Nelson Mandela había muerto en prisión durante la década de los 80 cuando, en realidad, lo excarcelaron en 1990 y falleció en 2013.

Actualmente, el efecto Mandela está muy integrado en la vida cotidiana, por la cantidad de ejemplos que circulan por internet, que aun siendo simples, parecen revelar resultados similares a los que halló Broome. ¿Cómo se llamaban aquellos dibujos animados donde aparecían el Coyote y Correcaminos? ¿Looney Toons o Looney Tunes? ¿Y cómo recuerdas el monóculo del hombre del Monopoly? ¿Cuadrado o circular? El primer caso es Looney Tunes, y en el segundo, no es cuadrado ni circular, ya que el señor del Monopoly no llevaba monóculo.

Asimismo, algunos estudios muestran que las personas no solamente tienen recuerdos falsos sobre simples imágenes, sino que también les ocurre con eventos históricos relevantes. Por ejemplo, muchos españoles tienen el vívido recuerdo de haber visto en 1981 por televisión y en directo el golpe de Estado del 23F, a pesar de que solamente fue retransmitido por la radio.

Por tanto, el efecto Mandela cuestiona la fiabilidad de la percepción humana, pues refleja que la memoria, tras ponerle ciertos obstáculos, es fácilmente propensa a distorsiones. Este hallazgo, aunque relativamente anecdótico, también pone de manifiesto la gran influencia que ejercen los factores sociales y culturales en la formación de recuerdos. De este modo, los medios de comunicación, las redes sociales y las modas pueden alterar el qué y el cómo recordamos ciertos detalles y eventos.

Muchos españoles tienen el vívido recuerdo de ver en directo por la televisión el golpe de Estado del 23F, a pesar de que solo se retransmitió por radio

Por otro lado, esta idea se utiliza para dar al ser humano una cura de humildad, para recordarle que la interpretación es –casi– siempre subjetiva, requiere de evidencia rigurosa y, por ello, se debe abordar cualquier temática con escepticismo y espíritu crítico. Como es de esperar, cuando alguien lee este tipo de historias piensa automáticamente: «Esto jamás me podría pasar a mí, mi memoria funciona genial». Sin embargo, la evidencia que existe al respecto sugiere lo contrario.

Más allá del arqueo de cejas que este efecto Mandela pueda suscitar, los recuerdos falsos pueden tener un impacto considerable en nuestra vida. Por ejemplo, en entornos judiciales, algunos testigos y víctimas pueden, sin saberlo, proporcionar datos inexactos basados en recuerdos falsos, lo que deriva en acusaciones erróneas. Este acontecimiento ocurre de vez en cuando en accidentes de tráfico, en los que quizás se recuerda una señal de stop cuando en realidad había un semáforo en verde. Ocurre también en robos y atracos, en los que un testigo puede afirmar haber visto a un hombre con gafas meterse una cadena de oro en el bolsillo cuando en realidad era una persona aleatoria de la calle devolviéndose al bolsillo un paquete de tabaco.

En el libro Memoria de testigos, del psicólogo Antonio Manzanero, explica que hay una organización en Estados Unidos (Innocence Project) que utiliza pruebas de ADN para sacar de prisión a personas inocentes, y que aseguran que la identificación –falsa– de culpables son la principal causa de las condenas erróneas en más del 75% de los casos.

Dicho lo cual, hay que tener en cuenta que la susceptibilidad al efecto Mandela o la presencia de recuerdos falsos no significa necesariamente que gran parte de nuestros recuerdos sean imprecisos. El sistema de memoria del cerebro es complejo y, si bien pueden ocurrir algún defecto esporádicamente, la mayoría de nuestros recuerdos cotidianos son precisos y cumplen funciones esenciales en la vida diaria.

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