Cambio Climático

La era de los refugios climáticos

Las ciudades se enfrentan cada vez más a temperaturas tórridas, lo que hace más necesarios los refugios climáticos. Son zonas que ofrecen a la población un resguardo ante el insoportable calor.

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El parque Monceau, Claude Monet
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21
julio
2023

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El parque Monceau, Claude Monet

«Vamos al centro comercial, que se está fresquito». Esta frase forma parte del imaginario español veraniego ―o, al menos, del de las clases populares―. Pasar la tarde vagando por los pasillos sin bolsas de compra, entrando y saliendo de tiendas para mirar (sin tocar), y alargar tres horas el consumo de una Coca Cola y un Calippo. Esta búsqueda de un espacio refrigerado que ayude a paliar las temperaturas tórridas es algo recurrente en la naturaleza. Los humanos no están exentos de ser como conejos buscando una madriguera, el problema es cuándo la madriguera se encuentra en lugares privatizados orientados al consumo y que requieren de una gran infraestructura energética.

El cambio climático y su correspondiente efecto en las temperaturas, cada vez más extremas, está empujando a la creación de políticas orientadas a la búsqueda de madrigueras más democratizadas, públicas y sostenibles. Son los conocidos como «refugios climáticos». El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) los define como «zonas naturales o urbanas que ofrecen unas condiciones ambientales benignas para protegerse de un contexto desfavorable, como el exceso de calor» y se encuentran en «un parque, un paseo o una rambla con arbolado y zona de fuentes o con acceso a agua natural, como pueden ser un río o una playa».

Porque ¿qué ocurre en las ciudades? Las grandes urbes están sometidas con frecuencia al fenómeno «isla de calor». Esto responde al hecho de que la combinación de grandes edificios y cantidades incipientes de asfalto acumulan las temperaturas altas con el paso de las horas. Este cúmulo se va liberando y propicia que incluso las noches tengan una temperatura más elevada de lo que debería por orden natural.

Un estudio publicado en The Lancet concluye que esta problemática ―que cabe diferenciar de las olas de calor, ya que las islas de calor responden a un problema de la concepción urbanística― ha llegado a generar veranos en las ciudades con temperaturas medias 1,5 grados por encima que en sus entornos. A partir del análisis de 93 ciudades, se ha determinado que más de 6500 muertes se deben a este fenómeno, además de afirmar que un tercio de ellas se podría evitar plantando un 30% más de árboles.

Por tanto, las ciudades necesitan contrarrestar esta situación. Es ahí donde surge la idea de los refugios climáticos.

Una estrategia de refugios climáticos

Barcelona se erigió como pionera en el estado con el Plan Clima 2018-2030, en el cual se establecía la creación de una red de refugios climáticos. En el mismo estudio se plantea la necesidad de que en 2030 cada habitante tenga un refugio climático accesible a menos de cinco minutos de su casa, puesto que estos espacios se necesitarán cada vez más: «Barcelona ha sufrido ocho olas de calor en los últimos 34 años. Esta frecuencia se verá aumentada significativamente según las proyecciones hechas por el Servicio Meteorológico para Barcelona, y a finales de siglo se pueden llegar a sufrir entre una y cuatro al año, según el escenario considerado».

Barcelona quiere que, para 2030, cada habitante de la ciudad tenga un refugio climático a menos de cinco minutos de casa

En contrapunto, Madrid no ha puesto a disposición de la ciudadanía propuestas concretas para paliar las temperaturas. El consistorio madrileño adelantó un mes la apertura de piscinas municipales ―que están colapsadas y suelen agotar sus entradas―, y propuso medidas como que, durante el junio, los profesores tomaran la iniciativa de, por ejemplo, hacer las clases fuera del aula a la sombra. Pese a que partidos políticos de la Comunidad de Madrid han propuesto la creación de una red de refugios climáticos, la inacción institucional colisiona con la necesidad que tiene la capital de dejar de sustituir adoquines por asfalto. Debido al cambio climático y a diversos factores, las noches tropicales son y serán cada vez más frecuentes y Madrid, por su fisionomía, está sometida a un alto estrés generado por la isla de calor según apunta el Estudio de detalle del Clima Urbano de Madrid.

Las ciudades del sur de España, donde hace años eran los únicos lugares en los que se alcanzaban los 40º en el país, serían las más preparadas por experiencia: per se, ya existen entoldados, fuentes a disposición de sus habitantes y una conciencia poblacional que apunta a que, sin saberlo, estaban ya creando sus propios refugios climáticos antes de que el término llegase a los medios.

Medidas para evitar la inhabitabilidad

Las ciudades de España no son las únicas afectadas por este cambio en los patrones. El cambio climático tiene un impacto global. Por eso, a nivel mundial, las grandes urbes parecen estar tomando conciencia de la necesidad de construir y concebir las ciudades para que la transformación radical del paisaje no termine convirtiendo a todos los ciudadanos en refugiados climáticos.

Además de repensar los materiales y formas de construcción como modo de prevenir en el futuro, las acciones en el presente son necesarias. Por ese motivo se celebra la Semana de Acción Climática de Londres, que terminó en su más reciente edición a principios de julio. En ella, la organización C40 (una red global de casi 100 alcaldes de las principales ciudades del mundo) anunciaba un fondo económico para «apoyar a las ciudades en la ejecución de proyectos transformadores que beneficien a los habitantes urbanos y las comunidades vulnerables».

Entre estas propuestas, los refugios climáticos se encuentran en un punto clave de debate y aplicación puesto que, de momento, son la respuesta más inmediata a una crisis que asola y asolará cada vez con más intensidad. Se erigen así como un bálsamo para que los habitantes no acaben siendo expulsados de las ciudades por su inhabitabilidad.

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