Energía

Esperando los nuevos combustibles

La revolución energética sostenible pasa por los avances que se están desarrollando en carburantes alternativos como el hidrógeno verde o aquellos de origen sintético.

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27
julio
2023

En la búsqueda de soluciones sostenibles para abordar la crisis climática y reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, los laboratorios de innovación en todo el mundo se han volcado en desarrollar y perfeccionar nuevos carburantes.

Se trata de avances que quieren transformar nuestra forma de generar energía, arrojando un impacto significativo en la protección del medio ambiente y la creación de un futuro más limpio. Algo que cambiará, entre otras cosas, nuestra sociedad. A continuación, exploramos algunos de los combustibles emergentes más prometedores.

Hidrógeno verde: el potencial de una fuente limpia de energía 

Uno de los avances más significativos de los laboratorios de innovación es el desarrollo del hidrógeno verde. Se produce a través de un proceso llamado electrólisis del agua, que utiliza electricidad renovable para separar las moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno. A diferencia de los métodos tradicionales de producción de hidrógeno, que generan emisiones de carbono, este combustible no produce gases de efecto invernadero.

El hidrógeno verde, así, se perfila como una alternativa prometedora para sustituir a los combustibles fósiles en sectores como el transporte y la generación de electricidad. Sin embargo, es necesario que se investigue más para superar los numerosos desafíos técnicos –como aumentar la eficiencia de electrólisis y el desarrollo de infraestructuras de almacenamiento y distribución adecuadas– y reducir los costes de producción.

Biocombustibles de segunda generación: un enfoque sostenible 

Los biocombustibles de segunda generación son otro avance importante en el campo de los combustibles alternativos. Estos se producen a partir de materiales no alimentarios, como residuos agrícolas, forestales o algas. A diferencia de los de primera generación, que competían con la producción de alimentos, los nuevos ofrecen una solución más sostenible y no amenazan la seguridad alimentaria.

Para su creación se realizan procesos avanzados, como la hidrólisis enzimática o la gasificación, que descomponen la celulosa y la lignina presentes en los residuos vegetales. Esto permite aprovechar una amplia gama de materiales orgánicos y reducir la competencia con la producción de alimentos. 

Los investigadores están trabajando ya en sus retos principales: mejorar la eficiencia de producción y reducir los costes para hacerlos más viables a gran escala.

Combustibles sintéticos: aprovechando el poder del dióxido de carbono 

Los combustibles sintéticos, también conocidos como e-fuels o Power-to-X, se producen utilizando dióxido de carbono (CO2) capturado del aire o de fuentes industriales y energía renovable. A través de un proceso de síntesis química, el CO2 se convierte en hidrocarburos líquidos o gases similares a los combustibles fósiles. Por ello, este tipo de combustible permite cerrar el ciclo del carbono, ya que las emisiones de CO2 generadas durante su combustión son equivalentes a las capturadas previamente. 

Cabe destacar que son una posible solución para sectores como la aviación y el transporte marítimo, que enfrentan dificultades para electrificar completamente sus flotas debido a limitaciones tecnológicas y de almacenamiento de energía.

Almacenamiento y utilización de baterías avanzadas

Si bien no son propiamente combustibles, las baterías avanzadas son una tecnología fundamental para impulsar la transición energética, según consideran los expertos. Estas son clave para el almacenamiento de energía renovable intermitente, como la solar y la eólica, permitiendo capturar la energía generada en momentos de excedente y liberarla en momentos de alta demanda, mejorando así la estabilidad y la flexibilidad del sistema eléctrico. Además, facilitan la integración de energías renovables en la red, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles y contribuyendo a la reducción de las emisiones de carbono.

Los laboratorios continúan investigando en este campo para mejorar su capacidad, eficiencia y vida útil, así como para reducir sus costes. Estos avances permitirán una mayor penetración de las energías renovables, una movilidad más sostenible y un almacenamiento de energía más eficiente, impulsando así la transición hacia un futuro energético más limpio y sostenible.

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