Medio Ambiente

La revolución verde empieza en el museo

Los espacios culturales acogen, cada vez más, exposiciones y montajes enfocados a destacar los estragos que causa el cambio climático. Las pinacotecas, museos y galerías del mundo se han convertido en un potente motor de cambio en materia de sostenibilidad.

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21
junio
2023

¿Cuántas veces has visitado el tejado de un museo? Seguro que muy pocas, tal vez ninguna. Normal, no solemos ir a una pinacoteca a visitar su techumbre. Excepto si hablamos de la Academia de las Ciencias de California, en cuyo caso no solo no podemos dejar de visitarlo, sino que, tal vez, incluso debamos empezar por arriba. Nada mejor que estar en las alturas, contemplando las vistas del Golden Gate Park, para comprender bien su estructura y funcionamiento. Caminamos por una superficie ondulada (en homenaje a las colinas de San Francisco) de unos 10.000 metros cuadrados de donde emergen dos grandes cúpulas de claraboyas, convertidas en todo un icono de la arquitectura moderna. Este techo verde parece que respire y tenga vida propia: su superficie alberga alrededor de 1,7 millones de plantas autóctonas que actúan como aislante térmico, reduciendo las necesidades térmicas del edificio. Además, suponen un verdadero oasis para pájaros e insectos.

Debajo de este fabuloso tejado, el techo cuenta con una instalación de 60.000 células fotovoltaicas que suministran unos 213.000 kWh de energía limpia al año (el 5% del consumo total del edificio), lo que puede llegar a evitar hasta 180.000 kg de emisiones de gases de efecto invernadero en esos 12 meses. Punteras son también sus paredes, construidas con vidrio de alto rendimiento que no sólo permiten que la luz natural ilumine las salas, sino que reducen los niveles de absorción de calor y minimizan la energía necesaria para enfriar el interior del edificio.

Tales virguerías son solo algunos ejemplos de por qué la Academia de las Ciencias de California está considerada una de las instituciones culturales más sostenibles del mundo. Valga otro dato para confirmar su compromiso con el medio ambiente: el edificio requiere un 30% menos de energía de lo estipulado por ley. Como dicen sus gestores, «la sostenibilidad está en el corazón de todo lo que hacemos, desde criar pingüinos africanos en peligro de extinción hasta convertirnos en el museo más verde de la Tierra».

Es cierto que el estado de California en general –y la ciudad de San Francisco en particular– ha estado siempre comprometido con la conservación del medio ambiente; pero su caso sirve para ilustrar cómo las pinacotecas, galerías y academias pueden ser un potente motor de cambio en materia de sostenibilidad. De hecho, cada vez más, los museos del siglo XXI son energéticamente eficientes, tienen implantados sistemas de gestión ambiental, fomentan el reciclaje y desempeñan una gran labor de concienciación medioambiental con el público.

Una vista del tejado verde. Fotografía: California Academy of Sciences

El Museo de Historia Natural de Shanghái es otro gran ejemplo de institución cultural sostenible. Repartido en más de 44.000 metros cuadrados de superficie, cuenta con una de las arquitecturas bioclimáticas más pioneras que existen. Partamos de la base de que Shanghái está a la vanguardia en edificios y estilos arquitectónicos, motivo que hace que deambular por esta urbe asiática contemplando sus distintas edificaciones sea toda una experiencia, y sumémosle que pocas han conseguido aplicar tales avances tecnológicos en construcciones de cualquier tipo; el resultado: una visita obligada.

Lo más destacable de este museo, tal vez, sean sus muros, que utilizan una piel inteligente para maximizar la luz solar durante el día. Una iluminación natural que se filtra también por una enorme columna de cristal de 30 metros de altura inspirada en estructuras celulares. Junto a estos aspectos técnicos destinados a reducir su huella de carbono o promover el uso eficiente de recursos, su moderno diseño arquitectónico es otra marca de la casa. Este edificio innovador recuerda al caparazón de los nautilos, esos moluscos cuyas formas geométricas son de las más bonitas de la naturaleza.

El Museo del Mañana, en Río de Janeiro, es una ventana a cómo sería el mundo si no se apuesta por ser más sostenibles

Si continuamos hablando de museos de arquitectura vanguardista y sostenible, no se puede obviar el Museo del Mañana, en Río de Janeiro, obra del arquitecto español Santiago de Calatrava. Inspirado en las bromelias, esas plantas tropicales típicas en Brasil cuyas hojas con forma de espada se abren hacia fuera, el edificio está cubierto de una estructura móvil en forma de aletas con paneles solares que permite aprovechar al máximo la luz del sol y utilizar hasta un 40% menos de energía.

Este museo, además, desarrolla una potente labor de concienciación ciudadana a través de sus exposiciones permanentes. Por medio de unos tótems digitales de unos 10 metros de alto ubicados en el centro del espacio, se proyectan datos e imágenes impactantes sobre la huella del hombre en la Tierra: glaciares derritiéndose, bosques ardiendo, animales en peligro de extinción o emisiones de gases de CO2 son algunas de las representaciones que se pasan en estas instalaciones visuales, junto a las últimas cifras sobre el consumo de energía, de agua e incluso de carne de vacuno.

«Llevamos 200.000 años viviendo en la Tierra; desde 1950 hemos modificado el planeta más que en toda nuestra existencia», reza una de las frases que invita a reflexionar a todo aquel que pone un pie dentro. «¿Cuál es el papel de cada uno de nosotros en la creación del mañana? ¿Cuál será el futuro que crearemos?», son dos de las preguntas fundamentales que lanza este museo.

A la vanguardia en España

Es fácil alzarse como un museo sostenible cuando se diseñan desde cero edificios de bajo consumo energético y mínimo impacto medioambiental. El verdadero reto reside en aquellos que, habiéndose construido sin tener en cuenta estas coordenadas, están llevando a cabo titánicas tareas para consumir cada vez menos energía, reciclar cada día más materiales y situarse en la vanguardia de la sostenibilidad. En España, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza está generando un gran impacto en este ámbito. «El Thyssen ocupa una situación de liderazgo en materia de sostenibilidad en nuestro sector», apunta Evelio Acevedo, director general del museo.

Una imagen de De ballenas. Fotografía: Roberto Ruiz/Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

«En nuestra misión está la de transmitir pedagógicamente la cultura de la sostenibilidad, tanto en lo ecológico como en lo social y económico, a través de nuestra colección de arte y de nuestras exposiciones». La labor de sensibilización de la institución cultural se palpa en su Recorrido de la sostenibilidad por la colección permanente o en las exposiciones con TBA21 [la fundación de Francesca Thyssen que promueve el arte como agente de cambio], donde «ofrecemos lo más destacado en arte contemporáneo ligado siempre con la denuncia y preocupación ecológica y social», explica Acevedo. De ballenas, la última exposición inmersiva en torno a estos misteriosos cetáceos y los océanos, de la artista estadounidense Wu Tsang, es una muestra del compromiso de la institución con la transmisión del conocimiento en temas relacionados con la lucha contra el cambio climático.

El Thyssen apuesta por tomar medidas responsables, pero también por transmitir pedagógicamente la cultura de la sostenibilidad

Más allá de la concienciación social, entrando en el terreno puramente de la gestión medioambiental, el esfuerzo del Thyssen en cuestiones como reducir su huella de carbono es también destacable: a día de hoy, contrata electricidad con origen 100% renovable, lo que ha evitado la emisión de 573,20 toneladas de CO2.¿Qué significa esto? Que el museo ya evita más emisiones de las que emite. Visto de forma más gráfica: en 2022, han reducido sus emisiones un 32,5%.

Continuar mejorando estas métricas es el objetivo que guía la estrategia del Thyssen. «Trabajamos para  seguir abundando en la eficiencia energética [reduciendo los consumos de electricidad, gasóleo y agua], en el reciclado [de cartonaje, envases, pilas y batería, fluorescentes y lámparas] y en las prácticas para optimizar a la baja nuestro impacto», concluye su director general.

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