Siglo XXI
El mito (y coste) de la multitarea
A pesar de que nos haga parecer más productivos, lo cierto es que el ‘multitasking’ puede ser perjudicial no solo en términos económicos, con fallos de atención y errores evitables: también puede ser negativo para nuestra propia salud mental.
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Empezar una tarea en el trabajo y acabarla sin haber comprobado varias veces el correo, contestado un WhatsApp o cotilleado Twitter es un ejercicio titánico. Y es que no solo nos atrae aquello que nos puede distraer: en cierto modo, estamos preparados para ello. La multitarea o multitasking –el hecho de enfocarse no solo en una tarea, sino en varias a la vez– es algo intrínseco en los trabajadores del siglo XXI. No sabemos centrarnos en una única actividad. No solo eso: ni siquiera sabemos ya disfrutar del ocio sin, por ejemplo, coger el móvil. Ni siquiera en el cine, donde ya hay anuncios que nos invitan a no iluminar la sala con nuestro teléfono en mitad de la proyección.
Hacer varias cosas a la vez puede parecer algo positivo, creando la sensación de estar optimizando un tiempo que no tenemos, pero las investigaciones apuntan a todo lo contrario: nuestro cerebro no está preparado para hacer varias actividades a la vez. Según explica este artículo de la revista neurocientífica de la Universidad de Stanford, cuando hacemos una tarea entran en funcionamiento varias redes cerebrales; hacer varias tareas a la vez, así, supone interrumpir la comunicación entre esas redes, lo que puede significar procesar la información de manera más lenta, así como cometer más errores.
Otra investigación publicada en la revista Nature apunta a que la multitarea intensa está asociada a los lapsos de atención y olvidos. El investigador Kevin P. Madore, de hecho, explica cómo algunos expertos han señalado que la multitarea cotidiana crónica «está relacionada con errores en nuestra capacidad de retener y usar información (la llamada memoria del trabajo) y nuestra capacidad para recuperar información (la memoria a largo plazo)».
Según algunos investigadores, la multitarea cotidiana crónica está relacionada con errores en nuestra capacidad de retener y usar información
Quizá la multitarea se vea como un trabajo eficiente, pero la ciencia ha demostrado lo contrario: la multitarea puede suponer un coste del 40% de nuestro tiempo productivo. ¿Por qué? Por el tiempo que tardamos en dejar una tarea y empezar otra. Cuando dejamos la actividad que estamos realizando, desactivamos en nuestro cerebro las «reglas» de cómo hacer esa actividad para activar las «reglas» de la siguiente; es cierto que eso puede suponer solo décimas de segundo pero acumular esas décimas tarea tras tarea puede llevar a bloqueos mentales breves que, al final, nos hace menos productivos (siendo también un lastre, por tanto, en términos económicos).
Y según señalan otros expertos, «nuestras mentes están sobrecargadas de tareas múltiples». Una investigación de la Universidad de Stanford realizó en 2019 un experimento con personas que habitualmente realizaban varias tareas a la vez y otras que no. En una de las pruebas, los sujetos eran expuestos a números y letras al mismo tiempo. En cada prueba debían enfocarse primero en los números (para determinar si eran pares o impares) y posteriormente en las letras (para identificar si eran vocales o consonantes). La conclusión fue reveladora: tras varias pruebas, los que practicaban el multitasking no eran capaces de diferenciar la información importante de la irrelevante cuando estas aparecían a la vez. «No podían evitar pensar en la tarea que no estaban haciendo», apuntó uno de los investigadores
El estudio, en definitiva, llegó a la conclusión de que las personas que están habitualmente bombardeadas por varias fuentes de información no prestan atención, no tienen control sobre su memoria y no pueden cambiar de una tarea a otra de manera tan eficiente como aquellos que completan una única tarea. «Todo les distrae», concluyó Clifford Nass, uno de los investigadores. Y no hay diferenciación de sexos, como pretende el manido «soy mujer, puedo hacer dos cosas a la vez»: tanto hombres como mujeres experimentaron una ralentización de la velocidad a la hora de completar la tarea, así como una menor precisión.
A más tareas, más problemas
Las personas que realizan muchas tareas a la vez cuentan con un peor control cognitivo, lo que significa que prestan atención a todo lo que tienen delante y que no son capaces de evitar la información que no es relevante (lo que puede puede hacerles cometer más errores) El multitasking, además, puede provocar ansiedad, como desveló esta investigación de 2014: aquellas personas que practican la multitarea tienen un peor proceso socioemocional y motivacional, algo que también se relaciona con la tendencia a padecer algunos trastornos como la depresión.
La multitarea puede suponer un coste del 40% de nuestro tiempo productivo
Más claro al respecto se muestra el neurocientífico Daniel J. Levitin. Según escribió en The Guardian, «la multitarea aumenta la producción de cortisol, la hormona del estrés, así como la adrenalina, la hormona de lucha o huida, que puede sobreestimular el cerebro y causar confusión mental o pensamientos confusos». Levitin explica que la multitarea está relacionada con la adicción a la dopamina, a la recompensa inmediata: contestamos un correo y tenemos la sensación de haber completado algo, pero cuando encontramos en Twitter algo que nos interesa también recibimos esa pequeña recompensa. Es la búsqueda constante de la novedad para recibir dopamina.
También lo comenta el neurocientífico Facundo Manes: «La multitarea nos pone ansiosos y nos estresa». Tal como explica en el capítulo Estrés, de su podcast Pensar de nuevo, las personas multitasking «son más propensas a quedarse pegados a estímulos irrelevantes y, por lo tanto, a distraerse fácilmente. La multitarea tiene un coste cognitivo. La mala administración de la atención no solo genera improductividad, ansiedad y estrés, sino que trae riesgos mortales». Manes hace referencia a tareas como conducir y contestar un WhatsApp. Al fin y al cabo, cuando hablamos de multitarea no solo hacemos referencia a abrir una pestaña para ver si mañana va a llover mientras terminamos un informe, sino también a algo más que prestar atención a la carretera. Y no es algo baladí: las distracciones al volante se cobran la vida de 300 personas al año.
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