Siglo XXI
Tu albacea ‘social media’
Se calcula que, a finales de siglo, habrá en Facebook miles de millones de perfiles de usuarios fallecidos. ¿Qué ocurre con nuestra memoria digital después de la muerte?
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El mail que manda Facebook lo anuncia claro: «X te ha elegido como contacto de legado». Eres, en resumidas cuentas, su albacea social media: la persona que se encargará de gestionar qué ocurre con la presencia online de ese contacto que confía en ti lo suficiente como darte el poder después de su muerte. «Puedes designar a un contacto de legado para que se encargue de tu perfil principal conmemorativo o decidir que tu cuenta se elimine de Facebook de forma permanente», explica la plataforma en su página corporativa. Pero ¿por qué necesitamos un testaferro para la memoria digital?
María lo entendió cuando tuvo que gestionar la presencia en redes sociales de su tío. Tras su fallecimiento, su perfil era un doloroso recuerdo familiar de la ausencia: algunos de sus contactos no se habían enterado de su fallecimiento y seguían interactuando con toda normalidad. Otros seguían comentándole cosas y felicitando fechas señaladas, una manera de homenajearlo y de sentirlo cercano. Fuese como fuese, era una realidad que, para su familia, resultaba dolorosa. Por eso, María se adentró en las normas de uso de las plataformas sociales para seguir los pasos para cerrar una cuenta.
Cuando aparecieron las redes sociales y se convirtieron en un elemento de moda, pocos pensaban qué iba a ocurrir con toda esa información y toda esa actividad después de su fallecimiento. En realidad, en ese primer momento, pocos calculaban más allá de la percepción de que era algo cool y de moda y que, por ello, querían estar ahí. Que sus usuarios inaugurales fueran jóvenes millennials tampoco invitaba a pensar en la muerte. Pero igual que fueron creciendo con el tiempo las preocupaciones sobre el uso de datos personales, también empezaron a aparecer preguntas más pragmáticas como la siguiente: ¿qué ocurre con mi perfil cuando me muero?
Según Statista, en 2100 Facebook se movería entre los 1.400 y 4.900 millones de usuarios muertos
Ya en 2009, Facebook anunció que iba a crear una suerte de versión online de un cementerio: esto es, que las páginas personales de los fallecidos se podrían convertir en espacios en recuerdo de su memoria. «Cuando alguien nos deja, no abandona ni nuestra memoria ni nuestra red social», aseguraba entonces Max Kelly, a la sazón responsable de seguridad de Facebook. «Para reflejar esta realidad, hemos creado la idea de “perfiles conmemorativos” como un lugar donde la gente puede guardar y compartir los recuerdos de aquellos que han fallecido», añadía.
En cierto modo, la necesidad de gestionar la memoria de la muerte apareció de forma paralela al propio éxito de Facebook primero y de las demás redes sociales después. En el caso de Facebook, sus cifras globales de usuarios son tan elevadas que la propia lógica estadística implica que tendrá que enfrentarse a esa realidad. El hecho de que la popularidad de la red social entre los grupos de usuarios de mayor edad haya ido en aumento no ha hecho más que reforzar esa probabilidad, por una muy prosaica ley de vida.
Ya en 2019, se hablaba de que Facebook estaba llamado a convertirse en el mayor cementerio virtual del siglo XXI. Para 2100, estimaba Statista –partiendo de datos de una investigación de expertos de la Universidad de Oxford–, Facebook se movería entre 1.400 y 4.900 millones de usuarios muertos. En 2016, un cálculo de un experto de la Universidad de Massachusetts había pronosticado que en 2098 habría más perfiles de personas muertas que de personas vivas en la red social.
Para las redes sociales esto crea un escenario peliagudo (con cierto cinismo se podría decir que nadie quiere lanzar publicidad, de la que llegan sus ingresos, para los usuarios muertos), porque necesitan afrontar qué pasa con la memoria virtual de todas esas personas. En el mundo analógico, la presencia se desvanecía con la muerte: las conversaciones habían sido efímeras y nuestro número de teléfono acabaría siendo reotorgado a otra persona. En el mundo digital, nuestro yo social media estará siempre ahí, hasta que la empresa en cuestión desaparezca (como ha pasado con tantos perfiles en servicios ya no activos, desde Tuenti o Fotolog) o hasta que alguien de nuestro círculo cercano se encargue de dar los pasos para eliminar nuestros perfiles.
Hacerlo, como María vivió en primera persona, es posible, pero es mucho más sencillo si ya en vida esa persona ha dejado a alguien seleccionado como responsable para tomar todas esas decisiones. «Es como hacer un testamento», explica María, «ahí el proceso está automatizado y si mueres ya les pasa a determinadas personas. Aquí [en internet] el marrón permanece. Y con algo tan sensible como tu propia información personal».
Según una empresa estadounidense especializada en últimas voluntades y testamentos, Good Trust, el 90% de la gente no piensa en qué ocurrirá con sus cuentas online después de su muerte. Y esto puede ser un problema, porque ya no solo está el dolor emocional que supone para familiares y seres queridos seguir cruzándose con la presencia online de esas personas sino también cuestiones más pragmáticas como qué ocurre con todas las suscripciones a servicios digitales que se pagan.
De hecho, por existir, ya existen empresas especializadas a gestionar estas «limpiezas digitales» tras la muerte. Igual que puedes dejar en manos de una funeraria que se encargue de todos los procesos conectados con el entierro, puedes buscarte un community manager para el día después. La estadounidense Back Up Your Life es una de esas empresas, y nació precisamente de la propia experiencia personal de su creadora. La compañía Emortal también opera en ese terreno, ofreciendo salvaguardar la memoria online y gestionando el legado digital de sus usuarios. Y aquí se abre otra cuestión crucial. Cancelar la cuenta de Netflix y cerrar el perfil en Facebook de tu ser querido recién fallecido es importante, pero también lo es preservar la memoria online.
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