Cultura

Francia y el mito cultureta

Francia ha sido vista como un tradicional paraíso de la cultura. Pero ¿de dónde viene esa percepción y en qué se asienta el mito? Prácticamente toda la población reconoce haber leído al menos un libro y el presupuesto oficial en cultura quintuplica al español.

Ilustración

Rawpixel
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
10
mayo
2023

Ilustración

Rawpixel

Cada país cuenta con sus cosas buenas y cosas malas. Los estadounidenses se dice que son simpáticos, pero ingenuos (o naif); los españoles, tradicionalmente sociables, pero envidiosos; los ingleses listos, pero no muy agraciados físicamente; los franceses snobs, pero amantes de la cultura. Pero, ¿realmente Francia es la cuna de la cultura y el cultureta?

Siempre se ha dicho que durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, Francia –y, particularmente, París– fue el centro mundial de la cultura, del arte y de la literatura. Ahí habían de marchar los pintores que quisiesen medrar, surgían vanguardias como el surrealismo y escritores americanos como Hemingway y Fitzgerald hacían las veces de peregrinos que debían visitar su meca particular. Sin duda, la creencia de que Francia es un centro neurálgico de la cultura ha gozado de buena salud y gran predicamento. Todavía hoy ese es uno de los rasgos que caracterizan a su espíritu nacional.

Esta idea cuenta con una raigambre sólida que se retrotrae a los tiempos de la Ilustración francesa del siglo XVIII, comandada por figuras como Diderot, Voltaire y Rousseau (aunque este último fuese anti-ilustrado en su filosofía). Un siglo antes, en el XVII, este movimiento ilustrado ya gozaba de predicamento, gracias a los avances de la Revolución Científica, en la que figuras como Galileo, Kepler o Newton, entre muchos otros, realizaron grandes descubrimientos en terrenos como la física o la astronomía. Estos grandes avances sirvieron de base a una mentalidad racionalista e ilustrada que rechazaba la superstición y el irracionalismo de un medievo imbuido por completo de religiosidad. Los ilustrados franceses reaccionaron dialécticamente a tales principios oscurantistas, cultivando una posición particularmente iluminista sustentada en la potencia racional del ser humano. Muchos de estos pensadores depositaron una enorme fe en el poder de la educación, la cultura y la racionalidad humanas.

Los ilustrados franceses escribían para todos los públicos, de modo particularmente fácil de entender y elegante

Aunque la Ilustración fue un fenómeno internacional, con particular impacto en Alemania (donde se la denominaba aufklerung) y en Gran Bretaña (cuna del enlightenment), fue Francia donde este fenómeno fue particularmente relevante. La ilustración francesa se sustentaba en la claridad de exposición, en educar y comunicarse con miembros de todos los estratos sociales. Si los ilustrados británicos y alemanes (particularmente estos últimos) podían ser crípticos o difíciles de comprender, los franceses escribían para todos los públicos, de modo particularmente fácil de entender y elegante. Es sencillamente imposible no entender a un Rossueau o a un Voltaire. Fue en los siglos XVII y XVIII cuando se fueron creando las primeras academias en Francia, que eran centros de conocimiento fundados para difundir la cultura; academias de las ciencias, de las letras, etc.

Pero, ¿sigue siendo Francia núcleo irradiador de cultura? Veamos alguna que otra estadística. Por ejemplo, el 88% de los franceses se consideran lectores y el 92% dice haber leído un libro en los últimos 12 meses. Aunque a la hora de la verdad uno no sea, ni mucho menos, aquello que dice ser (los estudios estadísticos sustentados en las opiniones del entrevistado sobre sí mismo, no son los más fiables o veraces), estos datos superan con creces a los obtenidos en países como España e Italia. Por otra parte, en 2020 el Ministerio de Cultura francés invirtió 5.000 millones de euros en el sector cultural, dato que choca con el presupuesto español en cultura ese mismo año, que fue de 1.148 millones de euros. Lo cierto es que Francia invirtió casi cinco veces más que España en cultura. Atendiendo a estas estadísticas daría la sensación de que, de hecho, los franceses cuidan la cultura más que otros países y que, muy particularmente, adelantan a España con creces.

El 92% de los franceses ha leído un libro en el último año y el presupuesto estatal en cultura de 2020 quintuplicó el español

Francia, a su vez, es hoy la cuna del bobo o el «burgués bohemio», una identidad nacional sumamente significativa. Se trata de una especie de tribu urbana, aunque no callejera, que existe solo en Francia. Son personas con recursos a las que interesa particularmente la cultura y que cuentan con buenos ingresos para consumir e invertir en la misma. El solo hecho de que exista tal grupo social dice mucho del amor de un importante sector de la población francesa a la producción cultural. El bobo, por otra parte, es alguien que se interesaría por productos culturales menos mainstream, lo que haría de ellos personas con un gusto más selecto a la hora de leer, ver teatro o ir al cine.

Otro elemento probatorio del valor superlativo que gran parte de los franceses otorgan a la cultura son las ventas de libros filosóficos y el estatus simbólico y material de los autores y creadores de dichos libros. Uno puede ser más o menos fan de los llamados posmodernos franceses, por poner un ejemplo, pero lo cierto es que muchos de estos filósofos eran super-ventas en el seno del país (algo impensable en España, por ejemplo, donde un libro de filosofía jamás ha vendido mucho) y, sin duda, gozaban de un estatus de verdaderas estrellas entre gran parte de la población.

Otro fenómeno cultural francés que ha contado con un enorme impacto internacional ha sido la corriente musical iniciada por Daft Punk en 1997, gracias a su disco Homework, que sirvió de base a todo un movimiento estético-musical de corte indie-electrónico que ha gozado de grandes ventas y reconocimiento a nivel internacional. Pocos países, a excepción de Estados Unidos y Gran Bretaña, han logrado cotas tan altas de reconocimiento global en este sentido; siendo, además, dicho estilo de música considerado como epítome del buen gusto por amplios sectores del público melómano.

Los indicadores parecen ser numerosos, marcadores de que Francia es, de hecho, el país cultureta por excelencia; algo que, ¿cómo no?, representa una cualidad envidiable, y un ideal al que deberíamos aspirar nosotros también como ciudadanos de un país vecino.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

¿Fuimos ilustrados alguna vez?

Esther Peñas

Aunque la Ilustración llegó tarde a España y solo caló en una minoría culta provocó grandes transformaciones sociales.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME