Cambio Climático

Ya ¿nunca? es primavera

Desde hace unos años, esta estación presenta características cada vez más inauditas. ¿Cómo ha afectado el calentamiento global y la contaminación a la erosión de esta estación?

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03
Abr
2023

El pasado 23 de marzo, Día Meteorológico Mundial, escaladores miembros de Greenpeace modificaron la famosa campaña de El Corte Inglés –del original «Ya es primavera» a «Ya nunca es primavera»– para reivindicar cómo el cambio climático está alterando las estaciones con el aumento de las temperaturas y las variaciones en los eventos climáticos. La acción se llevó a cabo en una de las fachadas de la tienda en el Paseo de la Castellana, en Madrid, alcanzando un gran revuelo tanto en medios de comunicación como en redes sociales. Según señalaba el comunicado lanzado por la oenegé, su objetivo con la acción es «alertar sobre cómo el cambio climático, provocado por los combustibles fósiles, está modificando el clima, agravando los eventos climáticos extremos y diluyendo las estaciones de transición, la primavera y el otoño». Pero ¿es cierto que ya no existe la primavera?

Desde el siglo XIX, los expertos afirman que la temperatura global de la Tierra ha aumentado un 1 ºC a raíz de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera; en la actualidad, la mayoría de los estudios sugieren que las estaciones están cambiando debido al cambio climático, y si bien a nivel global estos cambios están afectando a las distintas regiones de formas dispares, en la zona mediterránea, y concretamente en España, se encuentran evidencias innegables al respecto. El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), de hecho, resalta cómo la temperatura superficial del mar Mediterráneo ha aumentado 1,4o ºC desde principios de los años ochenta. A ello se suma que, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), este pasado verano de 2022 fue cinco semanas más largo que los sufridos a comienzos de los años ochenta. No solo eso: fue el verano más caluroso desde hace 107 años, dato que se relaciona también con la muerte de 4.700 personas que, se cree, están relacionadas con las consecuencias de las distintas olas de calor en España.

De este modo, en muchos lugares del mundo, las temperaturas más cálidas están provocando un adelanto en la llegada de la primavera y un retraso en la llegada del invierno, alterando así el ritmo no solo de nuestros armarios, sino de muchos procesos biológicos y naturales. Por ejemplo, en los últimos años algunos informes han destacado la existencia de flores que brotan más temprano o de árboles que florecen antes. Un hecho que, sumado a la alteración de fenómenos meteorológicos como la lluvia, la nieve o el viento –así como sus versiones extremas como sequías, inundaciones o tormentas– ha generado catástrofes relevantes en muchos espacios naturales. A largo plazo, si se intensifican, estas variaciones podrían tener efectos significativos para la salud humana, la biodiversidad y la agricultura. 

Si se intensifican, estas variaciones podrían tener efectos significativos a largo plazo para la salud humana, la biodiversidad y la agricultura

Ante esta nueva situación, muchos ya plantean incluso la necesidad de redefinir las estaciones. Por ello, la plataforma meteorológica Time&Date ha empleado un método diferente para definir el primer día de invierno, después de darse cuenta de que este se ha reducido tres días en los últimos años y el verano se ha alargado de 78 a 95 días. En algunos países, el comienzo de las estaciones se determina por las temperaturas promedio, en lugar de fechas fijas o eventos astronómicos, y ahora proponen que esto se haga de la misma manera. Pero esta nueva concepción pone en peligro la actual diferenciación de las cuatro estaciones; si todo sigue como hasta ahora, tal como predice Greenpeace, ya nunca será primavera. 

Y aunque la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero ha demostrado mejoras en la salud planetaria, por sí sola es una medida insuficiente: para mejorar las condiciones en las que hacemos acción ambiental debemos también monitorizar los cambios en las estaciones e implementar medidas de mitigación. La desaparición de las estaciones como las conocemos hasta ahora es solo uno de los primeros efectos del cambio climático. Acciones como las de Greenpeace, más que generar conciencia, evidencian lo que ya no podemos obviar: el cambio climático es una realidad de la que no podemos escapar. 

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