Cambio Climático

¿Más datos o más acción?

La gran dicotomía de la acción climática es el choque entre conseguir más datos –y convencer a los incrédulos– o pasar ya a la lucha activa contra el cambio climático. Un debate complejo en el que no se han alcanzado todavía conclusiones finales.

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22
marzo
2023

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El cambio climático es uno de los retos, si no el más importante, de nuestra era. Sus consecuencias, si no conseguimos revertir la situación actual, podrían ser catastróficas para el futuro de la humanidad. En los últimos años el esfuerzo para ofrecer soluciones se encuentra en aumento. Sin embargo, hay quienes piensan que la acción climática se encuentra lejos de ser satisfactoria.

Desde hace algunos años tenemos grandes evidencias de la realidad del cambio climático y el consenso científico es claro: las actividades humanas están causando que las temperaturas globales aumenten a ritmo sin precedentes. Esfuerzos como los informes del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) muestran cada año las evidencias más flamantes sobre los avances de esta cuestión, aún hay quien los niega. Y la verdad es que siempre los habrá, porque la discordia forma parte de cualquier grupo humano. En este punto, y en un momento donde la acción es decisiva para revertir la situación actual ¿debemos centrar nuestros esfuerzos en desmentir falsos mitos y obtener más datos sobre el estado del cambio climático o, de lo contrario, financiar acciones e impulsar iniciativas de adaptación y mitigación?

La respuesta políticamente correcta es que se deben hacer ambas cosas y seguramente esto sea cierto. Sin embargo, actualmente se están destinando muchos recursos a sobreinvestigar algunas cuestiones que, uniendo fuerzas entre países y grupos de investigación, podrían atacarse de una forma mucho más eficiente y resiliente. Comprender la complejidad del problema y sus retos es fundamental para poder elaborar un plan de acción adecuado y ordenar las prioridades de la agenda. Sin embargo, esto requiere no solamente de una acción gubernamental rotunda, sino también de una coordinación entre diferentes disciplinas, sectores productivos y órganos supragubernamentales para identificar soluciones efectivas.

Si bien el conocimiento e investigación son imprescindibles para comprender las complejidades de la cuestión, es solamente con acción climática que podremos revertir la situación. En este punto, a pesar de la urgencia del problema el progreso en algunas áreas es aún lento o insuficiente.

Comprender la complejidad del problema y sus retos es fundamental para poder elaborar un plan de acción adecuado y ordenar las prioridades de la agenda

Son muchos los países que aún no lograron cumplir sus objetivos de reducción de emisiones, y muchos también los que no han iniciado sus planes de transición sostenible. Pero, incluso en los que sí lo han hecho, encontramos sectores productivos que siguen contaminando por encima de sus posibilidades. Uno de los grandes obstáculos para la acción climática es la falta de voluntad política. Para una correcta transición hacia un mundo más resiliente a nivel climático y ambiental, es crucial que los líderes políticos demuestren la voluntad necesaria para promulgar políticas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y apoyar las medidas de adaptación.

Otro gran obstáculo para la acción es la falta de conciencia y compromiso público. Muchos entornos de la sociedad civil aún ven de forma reacia la necesidad de invertir en la transición climática. Se necesitan recursos para convencer y animar para que se sumen a la causa, así como para que comprendan la urgencia del problema. Pero también necesitan datos que muestren y demuestren la urgencia del problema. Y en este punto, volvemos a la necesidad de recolectar más datos. El dilema entre los datos y la acción es, así, un pez que se muerde la cola.

Ante esta tesitura, lo que debemos hacer no es preguntarnos si es más importante recolectar datos y evidencias o financiar acciones efectivas, si no romper la dicotomía para buscar formas interdisciplinares en las que ambas puedan colaborar. El cambio climático es un reto global que no entiende de fronteras o sectores productivos. Los efectos de este reto global afectarán, aunque de formas diferentes, a toda la humanidad.

Por ello, debemos unir fuerzas y buscar formas de administrar el conocimiento compartido: es importante involucrar al público a través de campañas de educación y divulgación para crear conciencia sobre el problema y generar apoyo para la acción, pero también necesitamos regulaciones, tratados y pactos globales para determinar unos objetivos compartidos y orientar la acción colectiva hacia las mismas urgencias. Asimismo, se necesitan más datos para monitorear el progreso en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la adaptación a los impactos del cambio climático. En lugar de buscar falsas dicotomías que distraen nuestra acción, debemos cooperar y colaborar para hacer que los progresos de unos sean los de todos.

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