Innovación

«Nos dicen que vamos a ganar inteligencia con un chip en el cerebro, pero es un concepto equivocado»

Fotografía

Frederic Camallonga, UPF
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09
marzo
2023

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Frederic Camallonga, UPF

Qué es la mente, cómo se formó la conciencia o cómo nació el lenguaje son preguntas que todavía estamos lejos de responder. Son cuestiones sobre las que siguen trabajando científicos como el físico Ricard Solé, profesor investigador del ICREA (Institut Català de Recerca i Estudis Avançats) y director del Laboratorio de Sistemas Complejos del PRBB (Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona) de la Universidad Pompeu Fabra. Hablamos con él con motivo de la exposición Cerebro(s), de la cual ha sido comisario y que estará en la Fundación Telefónica en Madrid hasta el próximo 11 de junio.


Lo primero de todo, ¿qué es el cerebro?

El sistema más complejo que conocemos. Y, en el caso del humano, con la capacidad de interrogarse a sí mismo.

Es un órgano del que sabemos poco porque es muy complejo. Tanto que a él se dedican investigadores de múltiples disciplinas como biólogos, físicos, matemáticos o antropólogos. ¿Por qué es necesario estudiarlo desde tantas ópticas?

Porque el cerebro no es solo un órgano que pueda enfermar o que se desarrolla a partir del feto, sino que es un sistema con muchos ángulos. Genera comportamiento y ese misterio que es la conciencia. Debido a esto necesitamos unir a una comunidad de investigadores muy diversa.

Todos se unen para intentar responder a diferentes preguntas que afectan a nuestra condición de seres humanos. Como intentar descifrar qué es la mente. ¿Qué se sabe sobre ello?

Podría decir que mucho y poco a la vez. Sabemos que la mente la genera el cerebro y que surge como resultado de la interacción entre miles de millones de neuronas. Pero todavía estamos muy lejos de poder definir de manera rigurosa cosas como la conciencia.

«Sin el lenguaje no habría esa memoria compleja ni seríamos una especie narradora»

Relacionada con la mente está la autoconciencia. Según el antropólogo y sociólogo Roger Bartra, artes como la escritura, la pintura o la música completan esta experiencia. ¿Cómo ayudan a crear conciencia?

Esta idea de Bartra es una de las singularidades de nuestra especie. Los seres humanos hemos creado la cultura, es decir, una herramienta que hace de interfaz entre nosotros y el mundo. Hasta el punto de que sin esa cultura, sin el lenguaje complejo, nuestra mente tendría poco que decir. Dentro de estas cuestiones, se encuentra la pregunta sin resolver de por qué los humanos somos tan creativos y tan curiosos.

En este sentido,  ¿desarrollar estas artes ayuda a nuestro cerebro?

Estas actividades no ayudan solo al cerebro, sino que lo protegen de algunas enfermedades neurodegenerativas.

Otra pregunta a la que intentáis responder los estudiosos del cerebro es la de cómo nació el lenguaje y por qué. ¿A qué conclusiones se ha llegado ya?

El origen del lenguaje complejo de los humanos sigue siendo un misterio. Cómo empezó y cómo dio ese salto que abrió seguramente la puerta a la mente simbólica, todavía no lo sabemos. Lo que sí que hemos descubierto es que hay ciertas partes del cerebro que se emplean en la gestualidad. Unas zonas que se han reutilizado para lo que constituyen los centros de lenguaje complejos. ¿Cómo ocurrió? Todavía tenemos que resolverlo.

¿Para qué nos sirve el lenguaje?

El lenguaje es relevante prácticamente para todo. Sin él no habría esa memoria compleja ni seríamos una especie narradora. Esto es algo distintivo también. Nosotros manejamos el tiempo, pasado y futuro, de una manera totalmente fluida. Algo que ninguna máquina es capaz de hacer. Y lo empleamos constantemente, incluso cuando mentalmente hacemos cualquier tipo de operaciones. Es, sin ninguna duda, una parte esencial de la arquitectura de la mente.

¿Crees que en algún momento podremos llegar a responder a preguntas así?

No creo que no haya un motivo por el que no se pueda llegar a responder este tipo de preguntas. Son cuestiones que llevan cientos de años ahí y somos muchos los que tenemos la idea de que pronto podremos resolverlas.

«ChatGPT no es inteligencia ni mucho menos»

A todo esto, se suma la inteligencia artificial. Y la posible creación de cerebros no humanos. Se ha hablado mucho en los últimos meses de ChatGPT. ¿Estamos cerca de crear este órgano artificialmente? ¿Lo crees posible?

No sé si será posible o no. Lo que sí que te puedo decir es que estamos muy lejos de conseguirlo. Sobre ChatGPT te puedo confirmar que es toda una revolución porque va a cambiar muchas cosas, pero que no es una inteligencia. No hay una mente detrás. No es muy distinto al Eliza, un programa que tiene 40 años y que respondía a preguntas. Maneja una forma de contestar similar a la del ser humano y, aunque sea muy simple, nos desconcierta. ChatGPT no es muy diferente, ya que genera la respuesta de la manera más probable gracias a millones y millones de textos. Por ello no es inteligencia ni mucho menos. De hecho, cuando le preguntas cosas de matemáticas no tienen ningún sentido sus afirmaciones. Es totalmente ridículo.

¿Habría que separar el término inteligencia de estos inventos?

Totalmente. Si queremos acercarnos a algo parecido a la mente humana hay que dotar a ese sistema de las propiedades que la evolución dio a la mente humana. Es decir, entender el tiempo o que las emociones no sean ficticias. Nada de eso está. Ni siquiera sobre la mesa.

También hay proyectos como el de Neuralink, el cual intenta conectar el cerebro a un ordenador directamente. ¿Qué papel juegan en todo esto? ¿Los ves como algo positivo?

Neuralink, como pasa con muchas cosas que se anuncian a bombo y platillo, hacen mucho ruido, pero tienen muy poca ciencia detrás. Cogen ideas que ya se están realizando en otros laboratorios y la generalizan. Pero ya se ha visto que se ha anunciado de forma precipitada. Creo que todo lo que venden este tipo de empresas es pura ciencia ficción.

¿Crees que es imposible esa unión?

No tanto imposible, sino que la forma en la que funcionan un ordenador y un cerebro tienen muy poco en común. Y por otra parte, el cerebro humano no necesita esas conexiones. Nos dicen que vamos a ganar inteligencia gratis por un chip, pero es un concepto totalmente equivocado. Estas compañías saben qué hacer para atraer inversores, pero no para hacerlo realidad.

En estos casos no, pero hay otros muchos ámbitos en los que la tecnología es muy útil para mejorar la salud.

No quiero parecer escéptico respecto a la tecnología. De hecho, la interfaz entre tecnología y brazos me parece muy interesante. O en el contexto del párkinson. En la exposición hay un vídeo de un paciente que explica que tiene implantado en el cerebro un electrodo que ha suplido el fallo de las neuronas causado por la enfermedad. Cuando desconecta la batería, ves que empieza a tener unos espasmos terribles. La tecnología está en todos lados, pero con los grandes vendedores de humo hay que tener cuidado.

Según se vaya avanzando en esta fusión entre cerebro y tecnología, será necesario elaborar unos «neuroderechos». ¿Hacia dónde tendrían que apuntar para que nuestra privacidad cerebral no se viera desprotegida?

Visto lo visto y lo que ha ocurrido con la información de las redes sociales, creo que es importante regularlos. Y más viendo que cada vez tenemos más pacientes o sujetos de experimentación a los que se les ponen sistemas de resonancia magnética funcional para adquirir información de su actividad cerebral. A día de hoy no es fácil emplear esos datos, pero no sabemos qué pasará en un futuro. Si eso se utiliza para el bienestar médico, fantástico. Pero hay que protegerse. Aunque estamos lejos de algo como leer la mente, debemos prepararnos para ver cómo evoluciona todo.

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