Siglo XXI
Tendencias 2023: Reflexiones para atravesar un nuevo año
El Consejo Editorial de la revista Ethic analiza algunas de las tendencias e ideas clave que marcarán la agenda del nuevo año.
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¿Hacia dónde va el mundo y qué es lo que se debe esperar de 2023? El Consejo Editorial de la revista Ethic aborda cuáles son los grandes temas candentes en este futuro inmediato. Tras un año marcado por la guerra en Ucrania, la crisis energética y la inflación, los expertos auguran que España no sufrirá la recesión tanto como la media de la eurozona, pero también que seguirán existiendo importantes retos nacionales e internacionales. La incertidumbre laboral, los espejismos intelectuales, la verificación de las noticias o la defensa de los derechos civiles o de la dignidad humana serán algunos de los temas clave en una agenda compleja.
«Hay mimbres para ser optimista respecto al año que viene y no preveo una recesión»
Jordi Sevilla – Economista
Va a haber un frenazo importante en el crecimiento; sobre todo como consecuencia de la pérdida del poder adquisitivo que conlleva la inflación, lo que hace que el consumo vaya a caer. Pero hay mimbres para ser optimista respecto al año que viene y no preveo una recesión para 2023. En España tenemos unos elementos diferenciales positivos: es la primera vez que –en una desaceleración– la economía española crece más que la media de la eurozona y que la inflación está por debajo de la del entorno europeo. Además, las previsiones apuntan a que nuestro paro no va a crecer tan drásticamente como lo ha hecho en otras crisis, porque el turismo está resistiendo mejor de lo previsto.
Esta situación se debe a varios motivos. La llamada «excepción ibérica» –el límite al precio del gas– ha rebajado el impacto en la inflación. Igualmente, estamos cambiando el modelo productivo e incorporando más valor añadido, las exportaciones siguen yendo bien, la competitividad de la economía española se mantiene y la articulación de los ERTE, que se hizo con motivo de la pandemia y que sigue vigente, va a frenar la sensación de incremento del paro.
Al respecto, cabe destacar que la conversión de trabajo temporal en fijo discontinuo introduce un cambio fundamental, porque no es lo mismo estar parado que estar en una interrupción de un contrato al que sabes que vas a volver. Por último, los fondos de ayuda Next Generation son otro factor que está ayudando a explicar por qué la crisis en España es un poco mejor que en el resto de la eurozona.
«Rusia sigue siendo poderosa y no va a conocer sus derrotas»
José Ignacio Torreblanca – Politólogo y director de ECFR
Es cierto que, en un momento de conflicto con Rusia y de necesidad de suministro de petróleo, se ha recurrido a intentar levantar sanciones sobre algunos países, pero esto no significa que esta guerra esté reconfigurando el mundo en dos bloques. Se están reconfigurando ciertas cosas de forma coyuntural. Rusia tiene una serie de apoyos o socios que no han querido romper con ella por razones estratégicas. Que no se hayan sumado al bloque occidental no quiere decir que se hayan sumado a uno alternativo, porque hay muchos países del llamado «sur global» a los que no les interesa en absoluto la recreación de una guerra fría donde hay que tomar partido por unos en contra de los otros.
La guerra tampoco ha desplazado la batuta europea a un eje este-oeste. Es verdad que el liderazgo francoalemán está debilitado y que hay un núcleo europeo (escandinavo-báltico-polaco, que incluye a checos y eslovacos) que se ha aglutinado de forma muy potente en cuanto a la guerra, pero es una posición de fortaleza coyuntural y, al final, no va a ser su fuerza económica la que sostenga este conflicto. Son los países más ricos y más integracionistas los que van a hacer avanzar a la Unión Europea y sin ellos no van a ser posibles estas políticas de apoyo a Ucrania.
Probablemente, esta situación todavía dure buena parte de 2023. Rusia es un país que, aun derrotado en distintos ámbitos, sigue siendo poderoso y no va a reconocer sus derrotas. La capacidad de resistir daño de Rusia sigue siendo elevada y por eso vamos a una guerra larga. De momento, están atrincherados e intentando no perder más territorio, pero es difícil que se conformen con esto.
«El gran reto consiste en construir un ‘nosotros’ dispuesto a proseguir la defensa de la dignidad humana»
Adela Cortina – Filósofa y catedrática de Ética
La Historia es en gran medida la de la reducción de las desigualdades. La gran conquista de nuestra cultura ha consistido en reconocer una igualdad en dignidad a todas las personas, que se proclamó en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y que hunde sus raíces en tradiciones religiosas y filosóficas. Ir construyendo esa igualdad en la vida cotidiana –respetando las diferencias personales y grupales– es uno de los grandes desafíos a los que nos hemos venido enfrentando y que ha ido teniendo un éxito innegable.
El gran reto de 2023 consiste en construir un «nosotros» que esté dispuesto a proseguir la tarea de defender la dignidad humana, a pesar de ese mundo de polarizaciones que nos invade. La conectividad universal nos permite crear redes de gentes comprometidas en construir la igual dignidad de las personas en todos los aspectos concretos, pero los polarizadores profesionales, al servicio de políticos y medios de comunicación, destrozan las posibilidades de crear una trama solidaria.
Es necesario construirla. Las posibilidades del mundo virtual han llevado a reducir drásticamente puestos de trabajo presenciales en los bancos, las Administraciones públicas y los hospitales, entre otros lugares. Esas entidades reducen gastos para su beneficio, pero perjudican de forma irreversible a los afectados, que no pueden dialogar con un experto y se ven confinados a la pantalla, así como a quienes pierden su puesto de trabajo. Sustituir la vida por la televida es una trampa imperdonable.
«Europa tiene que decidir entre mantener las medidas de excepción o volver a la senda del Pacto Verde»
Cristina Monge – Politóloga
Pese a que las cifras son alarmantes y la situación preocupante, podríamos preguntarnos qué pasaría si no se estuviera haciendo nada. El problema es que no se está avanzando con la ambición ni la velocidad necesarias, así que es una cuestión de cómo se hace más rápido y con más avidez. Nadie dijo que fuera fácil y, a veces, se nos olvida que asumir los imperativos de la transición ecológica significa poner patas arriba muchas de nuestras estructuras sociales y económicas y aunar voluntad política, disposición financiera, conocimiento científico, tecnología y, por supuesto, sociedad.
Ahora estamos en un punto en el que Europa, actor fundamental porque ejerce un liderazgo muy importante en todos estos temas, tiene que decidir entre dos caminos que se bifurcan. La guerra de Ucrania nos ha descubierto que una buena parte de nuestro bienestar lo era gracias al gas barato ruso y esto nos está llevando a incurrir en contradicciones: estamos subvencionado con 20 céntimos el litro de diésel y gasolina y volviendo a quemar carbón o a alargar la vida de las nucleares. Es cierto que son medidas necesarias –fruto de la urgencia social y de la crisis económica–, pero nos alejan de los objetivos de la transición ecológica y, si se alargan en el tiempo, pueden llegar a desviarnos del camino que nos marcaba el Pacto Verde Europeo. En 2023, Europa va a tener que tomar la decisión de mantener esas medidas de excepción o acotarlas en el tiempo y volver a la senda del Pacto Verde.
«Habría que empezar a combatir las exageraciones»
Fernando Savater – Filósofo y escritor
Hoy en día, hay una serie de temas tabúes, de formas prohibidas de enfocar ciertas cuestiones y de poner en discusión ciertas cosas que está castigado no por las autoridades, sino por los grupos culturales de presión, por jaurías amaestradas de gente que inmediatamente castigan si uno se sale de una realidad determinada. Hay que andar con pies de plomo. Si pones en duda los dogmas climáticos, animalistas, feministas, transgéneros o de la memoria democrática puedes sufrir consecuencias negativas, que van desde reconvenciones hasta cancelaciones. Y, el año que viene, empeoraremos; porque no hay nadie que luche contra eso, que se oponga a esos mitos y a esas falsedades o exageraciones.
Si nadie combate los males, estos tienden a crecer. Esas ideas se van transmitiendo por la educación: seguirán surgiendo chicos y chicas que han sido educados en esos prejuicios, en esos espejismos intelectuales, y la cosa va aumentando; salvo que hubiera una reacción articulada en contra que, de momento, no veo por ninguna parte. Habría que empezar a combatir las exageraciones. Con esto, se pone en peligro la cordura de la gente, la convivencia, la educación y, en último término, también las democracias. Más que ponerlas en peligro, se trata de una autorización perversa a la democracia, de algo que la convierte en un elemento de búsqueda de la oscuridad y lo obtuso, en vez de algo que busca el conocimiento.
«En la polarización es donde se ha realizado casi todo el debate en la última década»
Eduardo Madina – Director de Estrategia en Harmon
En 2023, año electoral en España, entran vivos dos temas. Por un lado, la ley del consentimiento sexual: una buena norma mal escrita, una buena idea mal aplicada, una buena teoría con mala práctica legislativa. Por otro lado, la denominada ley trans: un ejemplo inmejorable de un desastre, porque es indiscutible que el movimiento feminista se ha partido por la mitad. Yo tenía puestas muchas esperanzas en la cuarta ola feminista, pero en nuestro país está completamente fracturada y fragmentada y no sé cómo va a salir de aquí. Muchos de los grandes avances que nos quedan no los escucho en el debate político, como por ejemplo el abolicionismo de la prostitución o la plena igualdad –real y efectiva– de los hombres y las mujeres a todos los efectos del derecho, incluidos los económicos y salariales.
Cuando los países se polarizan mucho, una de las pistas de aterrizaje suelen ser las libertades y los derechos civiles, en parte, porque ahí se configura la idea de país que cada uno tiene. ¿Qué niveles de libertad o de derechos de ciudadanía? ¿Cuánto miden nuestras libertades en la configuración de nuestra idea de ciudadanía en una sociedad democrática? ¿Qué significa ser ciudadano de este país? La polarización que estamos viendo es en donde se ha realizado casi todo el debate que hemos presenciado en la última década: desde Trump, Bolsonaro o Viktor Orban hasta los problemas que la Comisión Europea detecta de consolidación del Estado de derecho. Y se juega ahí porque es donde se dibuja la sociedad a la que pertenecemos.
«Corregir los prejuicios del edadismo pasa por entender que ‘viejo’ no nombra nada significativo»
Victoria Camps – Filósofa y consejera permanente del Consejo de Estado
Todas las etapas de la vida son una construcción social. A la percepción social de la vejez hoy se la califica de edadismo, visión discriminatoria y llena de prejuicios. Uno de los más evidentes es la consideración de las personas mayores como un colectivo en el que uno ingresa a partir de los 65 años, edad de jubilación. A partir de esa fecha, se rompe la continuidad con la vida anterior y empieza una etapa –que cada vez puede ser más larga gracias a los avances científicos y técnicos–; pero no siempre implica vivir bien, sino simplemente vivir más tiempo.
Hay que desmontar una concepción desfasada de la vejez, que no ha asimilado los cambios que se han ido produciendo en la sociedad. Las formas de envejecer de cada persona son tan distintas que no sirve de nada hablar de los «viejos» como un colectivo homogéneo para hacerse cargo de sus necesidades. Corregir los prejuicios del edadismo pasa por entender que la categoría viejo/a, anciano/a o persona mayor no nombra nada significativo.
Suele decirse que el envejecimiento no debe ser visto como un problema, sino como la oportunidad que nos ofrece una vida larga. Las oportunidades hay que saber descubrirlas y aprovecharlas. Como bien explicó la neuróloga Rita Levi-Montalcini, el sentido de la vejez depende de los recursos que cada persona haya atesorado a lo largo de la vida. Una vida longeva requiere una educación y una actitud consciente y bien dispuesta para soportar con buen ánimo los años de vida.
«Debemos hibridar y tener a la tecnología como compañera en el desarrollo de nuestras profesiones»
Elena Pisonero – Presidenta y fundadora de Taldig
Estamos asistiendo a la normalización de las nuevas tecnologías en nuestro día a día: desde que Google nos rellene los correos según empezamos a escribir hasta que nos ayude a buscar lo que queremos. Aceptamos como natural un proceso que entraña un elevado desarrollo tecnológico. Progresamos en la incorporación de la inteligencia artificial como la tecnología de propósito general, del avance tecnológico y técnico que permite un salto cualitativo en nuestros modelos de vida y de producción, abaratando costes y permitiendo muchas más cosas de las que hacíamos antes.
Debemos hibridar; es decir, tener realmente a la tecnología como compañera en el desarrollo de nuestras profesiones. No hablemos tanto de la sustitución de personas por máquinas o por robots, sino de tener un ayudante y un apoyo constante para hacer mejor nuestro trabajo. No se trata solo de la sustitución de tareas mecánicas, sino también de la incorporación del conocimiento. Esa es la visión en la que tenemos que seguir avanzando: ¿cuáles son las posibles soluciones que nos aporta la tecnología a viejos problemas?
En ese sentido creo que hay que seguir explotando las posibilidades que ofrecen las plataformas en la nube, que permiten la descentralización y la incorporación de enormes aumentos de productividad en actividades muy dispersas y aisladas. Es un gran avance que nos permite solucionar los retos de la humanidad, sin ocultar que la tecnología en sí misma puede generarnos problemas si no la gobernamos adecuadamente.
«Necesitamos un humanismo de tercera generación capaz de comprender nuestra inteligencia y sus creaciones»
José Antonio Marina – Filósofo y pedagogo
Todas las naciones están en estado de alarma y de confusión educativas. La rapidez de los cambios sociales y tecnológicos, la complejidad de lo que ocurre, la incertidumbre del mundo laboral, la ausencia de puntos de referencia y la próxima invasión de poderosos sistemas de inteligencia artificial plantean problemas que no estamos sabiendo resolver. Diseñar planes educativos es la tarea intelectual, ética y política de más dificultad y mayor responsabilidad.
La educación tiene que cumplir tres objetivos: desarrollar al máximo las capacidades de los individuos, formar buenos ciudadanos y preparar para el mundo laboral. Necesitamos identificar las competencias necesarias para conseguirlos. Las capacidades individuales tienen que servir para dirigir bien la propia vida, para resolver los problemas que plantea la convivencia social y para ser capaces de enfrentar retos laborales que aún no conocemos. Son competencias cognitivas, emocionales y éticas. En un momento en que las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) se están adueñando de los currículos, necesitamos elaborar un humanismo de tercera generación capaz de comprender nuestra inteligencia y sus creaciones. Comprender es la palabra clave.
Mi propuesta es que deberíamos introducir una disciplina nueva híbrida de psicología, historia y filosofía, que nos permitiera entender los acontecimientos sociales, políticos, técnicos y éticos y nos capacitara para tomar buenas decisiones en el futuro.
«Las empresas se tendrán que ocupar de la destrucción de la cultura corporativa»
Alberto Andreu – Economista y profesor asociado en la Universidad de Navarra
Como consecuencia de la pandemia y la invasión de Ucrania, las empresas se van a tener que ocupar de algo mucho más difícil que la digitalización, la sostenibilidad o la contención de los costes de la energía: la destrucción de la cultura corporativa y la pérdida del compromiso del trabajador, especialmente los jóvenes, con sus empresas. Cada vez es mayor la sensación de desequilibrio entre lo que se da y lo que se recibe, por lo que uno de los indicadores no financieros que empieza a despertar las alertas es el de la «rotación no deseada».
Las causas están identificadas. Un informe de McKinsey destaca que los malos jefes, la falta de expectativas laborales a largo plazo y los malos salarios están en la base de la denominada Gran Renuncia. El ensayista Tim Kreider lo traduce: «Los jóvenes no entienden por qué deberían renunciar a todas las horas de su vida a cambio de ni siquiera tener suficiente dinero para pagar el alquiler o hacer la compra». Las soluciones también están claras. McKinsey apunta a una mayor flexibilidad, al pago de mejores salarios y a apostar por el desarrollo profesional. Y para Kreider es sencilla: «Si quieren atraer a más trabajadores, la solución no me parece compleja ni misteriosa: solo tienen que pagarles».
Si no se cambia esa dinámica y se restaura el compromiso corporativo, nos enfrentaremos a un futuro mercenario: en el momento en que haya una mejor oferta laboral (no mucho mejor) por dinero y por posible proyección profesional, los jóvenes se marcharán. Y el espíritu corporativo desaparecerá.
«El periodismo veraz es muy importante para tener una opinión pública saneada»
Elena Herrero-Beaumont – Directora de Ethosfera
Los medios de comunicación tradicionales están atravesando una fase de descrédito, pero las marcas periodísticas que apuestan por un proceso periodístico honesto y quieren que el público general lo reconozca están desarrollando sistemas de transparencia y de gobernanza informativa que alertan a la ciudadanía de qué información está verificada. En España, se están incorporando fact-checkers. También la Comisión Europea ha hecho una propuesta de reglamento para que las estructuras de propiedad de los medios se hagan transparentes. Es la primera vez que hay un intento de regulación de la prensa en Europa.
Estamos en un momento crítico. Los países de Europa del Este tienen unas inercias muy fuertes de capturar a los medios y hacer que sean una extensión propagandística de los gobiernos de turno y este fenómeno se está expandiendo por Europa y Estados Unidos, porque el modelo de negocio que sustenta la industria mediática ha quebrado por las plataformas tecnológicas y las redes sociales. Para tener una opinión pública saneada –pilar fundamental de cualquier democracia–, el periodismo veraz es muy importante: la ciudadanía debe tener acceso a una base común de hechos y en la polarización se pierde el consenso sobre ellos, clave para un proceso electoral saludable e íntegro.
Se ha demostrado cómo ante situaciones de emergencia la gente confía en esa marca periodística creíble que apuesta por un proceso periodístico de calidad. Creo que esta va a ser la tendencia en 2023.
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