¿Más vale prevenir?
La sabiduría popular lleva siglos advirtiéndolo: en salud, mejor prevenir que tener después que curar. Tras tres años de pandemia, ¿ha llegado el momento de dejar de olvidarlo y de apostar mucho más por la salud preventiva?
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COLABORA2023
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Es mejor prevenir que curar, dice el refrán, y está en lo cierto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud preventiva como aquellas medidas orientadas a prevenir y detener el avance de una enfermedad, así como a atenuar sus efectos una vez diagnosticada. Sin embargo, en medio del ajetreo actual, no es fácil sacar tiempo para anticiparse y, cuando se trata de atención médica, la mayor parte de la gente actúa de forma reactiva. Esperan a estar enfermos y, por lo general, acuden al consultorio médico cuando la patología ya lleva un tiempo mostrando los dientes.
Es cierto que la prevención puede ser difícil de vender a alguien que siente que está completamente sano y que no quiere gastar dinero ni tiempo preocupándose por algo que no ha sucedido. No obstante, es justamente así como se mejora la salud a largo plazo, pues se detectan temprano problemas potenciales y pueden ser tratados antes de que se conviertan en un problema real. Además, a diferencia de lo que podría pensarse, la atención médica preventiva acaba siendo menos costosa que tratar la enfermedad cuando ya está en su fase aguda, o cuando la patología se ha vuelto crónica.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es que existen diversos tipos de prevención para controlar un problema de salud. La prevención primaria sucede cuando aún no ha surgido la enfermedad, es decir, cuando las personas todavía están sanas. Son todas aquellas actividades sanitarias que procuran impedir el comienzo o la adquisición de una dolencia y bajar su incidencia o la exposición a un factor dañino.
Educar en salud es uno de los elementos clave en la prevención primaria pues da información sobre las condiciones sociales, ambientales y económicas que pueden afectar la salud. El principal ejemplo de este tipo son las campañas de vacunación y la promoción de hábitos saludables como hacer ejercicio, reducir el consumo de alcohol, no fumar y mejorar la dieta para evitar los factores de riesgo cardiovascular, o usar condón para prevenir el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
La salud preventiva también tiene un impacto económico, al reducir los costes de la atención sanitaria
La prevención secundaria, por su lado, se orienta a detectar la enfermedad en sus estadios iniciales y actuar prontamente para retrasar su progreso, o sea: detección, diagnóstico y rápido tratamiento de la patología. Su objetivo es marcar unas líneas de acción para evitar que la enfermedad se complique. Algunos ejemplos serían las pruebas de rastreo de una posible sordera entre los trabajadores de una empresa, el monitoreo de la hipertensión en personas de mediana edad y las campañas de detección precoz del cáncer de mama o de lesiones precancerosas en el cuello uterino.
Finalmente, la prevención terciaria trata la enfermedad en sí, intentando reducir sus complicaciones y secuelas. Lo que busca es mejorar la calidad de vida del paciente para su recuperación, y realizar control y seguimiento. En esta categoría estarían, por ejemplo, la fisioterapia tras retirar un yeso por fractura o la rehabilitación tras haber sufrido un ictus.
Es importante resaltar que, aunque van de la mano, la prevención y la promoción de la salud no son lo mismo. De acuerdo con la Carta de Ottawa de la OMS, la promoción de la salud constituye un proceso político y social que abarca acciones para cambiar las condiciones sociales, ambientales y económicas y aminorar su impacto. Su foco no está en la pérdida de la salud, sino que se plantea desde un punto de vista positivo, centrándose en los factores que contribuyen a estar saludable. Por ejemplo, mejorar los entornos para la población, facilitar la participación y el empoderamiento de la comunidad y fortalecer los sistemas de salud. En otras palabras, la promoción de la salud trabaja con una población sana, mientras que la prevención lo hace con una población en riesgo de enfermar.
La OMS alerta de que las enfermedades mentales serán un problema generalizado en todo el globo a finales de esta década
Tomemos, por ejemplo, el caso del cáncer. Por un lado, está evitar los factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad y la exposición a sustancias tóxicas y a la radiación. Y, por otro, están los de protección, como mantener un peso óptimo y un buen régimen de alimentación. Justamente, el control del peso es esencial para el cuidado preventivo de otras enfermedades, como la diabetes y la enfermedad cardiaca.
Invertir en salud
En 2022, la OMS lanzó el primer informe sobre prevención y control de infecciones, que alerta que los establecimientos de atención de salud pueden contribuir a su propagación. No obstante, si se siguen prácticas adecuadas de higiene, podría prevenirse el 70% de ellas. Y, tras largos años de pandemia de covid-19, está claro que el control de infecciones es un área primordial para la prevención en salud.
Pero el aumento de patologías como la ansiedad y la depresión ha demostrado que también es esencial poner el foco sobre la salud mental. La OMS estima que, para finales de esta década, las enfermedades mentales serán un problema generalizado en todo el globo. La depresión crónica y otras enfermedades mentales pueden conducir al abuso de sustancias, que puede desembocar a su vez en sobredosis, o, aún más grave, llevar al suicidio, una de las tres primeras causas de muerte de jóvenes.
En conclusión, para evitar la aparición y el desarrollo de una enfermedad, es necesaria una mezcla de autocuidado, inversión pública y fácil acceso a los sistemas de salud. Que los gobiernos inviertan en promover y prevenir en salud no solo mejora la calidad de vida de sus ciudadanos, sino que además reduce los costos de tratamiento y la presión sobre el sistema sanitario. Asimismo, es importante que las grandes urbes mejoren las condiciones medioambientales como la calidad del aire y el acceso a parques y zonas verdes, además de fortalecer las políticas de fomento de la cultura y las artes, que se ha demostrado que son altamente beneficiosas para la salud física y mental.
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