Cultura

DALL·E, ¿el comienzo del fin del arte?

Se trata de un programa de inteligencia artificial capaz de generar imágenes altamente precisas a partir de una simple descripción textual. ¿Representa la próxima revolución artística?

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02
enero
2023
Imagen parcial de ‘Twin Stars’ (1895-1896), por Luis Falero.

Imagínese que George Orwell no se hubiera topado con la tuberculosis y que ese desencuentro nos hubiera regalado, años después, la segunda parte de 1984. Se podría haber llamado 2022 y no sería una obra de ficción política: el autor, probablemente, habría preferido una distopía más sosegada. ¿Habría en ella una inteligencia artificial (IA) capaz de crear imágenes de cualquier tipo tan solo escribiendo lo que uno quiere ver?

Desde principios del presente siglo, la comunidad informática trabaja en el desarrollo de redes neuronales artificiales, sistemas que imitan un modelo cognitivo humano y aprenden por sí mismos en lugar de ser programados de forma explícita, lo que se ha utilizado, entre otras cosas, para el reconocimiento de voz de los móviles. Dos décadas después, las redes neuronales artificiales están cambiando el mundo.

Actualmente, existen varios programas que generan imágenes de alta precisión a partir de un texto simple. Uno de ellos es DALL·E, desarrollado por la empresa OpenAI y que cualquier persona puede utilizar de forma gratuita. Se accede desde cualquier buscador web y, una vez dentro, se le puede pedir, por ejemplo, una «pintura impresionista de una salchicha con bufanda flotando en el espacio». La herramienta obedece y muestra cuatro resultados únicos: las ilustraciones nunca se repiten por muchas veces que se introduzca la misma frase. Además, se pueden descargar y están libres de derechos. DALL·E, pronunciado como «Dalí», ya va por su segunda edición, compartiendo mercado con otros proyectos similares, como StableDiffusion, Dreamstudio o Nightcafe. Todos ellos producto de una gran inversión en ingeniería informática, ciencia de datos y diseño de algoritmos.

Los creadores de DALL·E afirman haber creado la herramienta para optimizar el proceso creativo humano, no para sustituirlo

Por primera vez en la historia, tenemos el arte a pocos clics y al instante. ¿Es este un nuevo comienzo o el fin de la relación humana con la expresión estética? ¿Es la ruptura definitiva con la creatividad? La primera reflexión al respecto suele ser pesimista, como cada vez que un acontecimiento similar (ocurrió, de hecho, con la fotografía y la pintura). Puede ser que, dentro de unos años, la IA cree rápidamente la identidad corporativa de una empresa, los cuadros que se cuelgan en casa o las ilustraciones de cualquier novela, acabando así con la creatividad  y la industria gráfica.

DALL·E, al igual que sus semejantes, todavía no poseen creatividad. Es decir, no son capaces de crear nuevos estilos o referencias, y a menos que en el futuro cambie radicalmente la forma de construir la IA, los humanos seguirán siendo los que mejor puedan hacerlo. Estos programas, al fin y al cabo, aprenden patrones de imágenes ya existentes de una base de datos inmensa (creadas en origen, por supuesto, por humanos). Por eso, los creadores de DALL·E dicen que crean la herramienta para optimizar el proceso creativo humano, no para sustituirlo. De este modo, parece, las personas crean y las máquinas generan.

Ahora bien, nuestra relación con el arte va a cambiar, pero ¿sería este el futuro más temible? Una lección relativamente reciente nos la dio la fotografía: cuando se inventó en el siglo XIX ni siquiera estaba concebida como arte, sino como un mero proceso mecánico. ¿Podía ser arte algo que consistía en apretar un botón y esperar? A ello se sumaba que suponía una gran amenaza para los pintores que se ceñían a un estilo más realista. Los profesionales tuvieron que adaptarse a la presión de la tecnología,  empezando a desarrollar movimientos artísticos que partían de una premisa innovadora: la experimentación con aquello que va más allá del evidente mundo físico.

Pasó, pasa y pasará. Una vez fue un buey pintado en una cueva, otra lo fue la fotografía. ¿Tomará el testigo de la historia la inteligencia artificial?

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