Hacer del agua un recurso (casi) infinito
Ante un creciente problema global –y local– de escasez hídrica, las tecnologías circulares de reutilización, como las implantadas por Cepsa, permiten darle nuevas vidas y usos al líquido vital.
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Si alguien nos dijese que ahora mismo estamos bebiendo la misma agua que servía Napoleón o la que inundaba las cosechas del Antiguo Egipto, probablemente no le creeríamos. Sin embargo, ambas imágenes no son del todo descabelladas, pues la cantidad de agua en el mundo siempre ha sido la misma.
A pesar de esto, los abundantes titulares sobre sequía y escasez parecen indicar que este recurso esencial se agota. Aunque la presencia de agua en el planeta ha sido casi constante, nuestra demanda sí ha cambiado: hay más personas que necesitan más alimentos, infraestructuras y viviendas, y todo ello dispara el consumo y merma la disponibilidad hídrica.
Hoy en día son muchas las personas que sufren su falta. En España, regiones enteras padecen un estrés hídrico importante, como en muchas provincias de Andalucía o Castilla-La Mancha. Incluso en Murcia, la conocida como ‘huerta de España’, donde los regadíos agrícolas consumen el 80% de sus recursos hídricos.
También sabemos que tres de cada diez personas carecen de acceso directo a agua corriente. O que el 80% de las aguas contaminadas por actividades humanas, sin ningún tipo de tratamiento o proceso de purificación, acaban en ríos, océanos y mares. Ante este escenario, cabe preguntarnos: ¿cómo podemos recuperar una relación equilibrada con el agua?
Un compromiso con la sociedad y el planeta
De acuerdo con el último informe de la Unión Europea, uno de los grandes problemas del agua es la sobreexplotación, pero también lo es el uso ineficiente de este recurso. Para hacerle frente hay dos caminos: la reducción de su consumo y la circularidad.
La reducción es el resultado de medidas de eficiencia que menguan la demanda de este invaluable recurso, mientras que la circularidad es un modelo regenerativo y restaurador. Así, con la tecnología adecuada, este carácter circular, que imita el ciclo hidrológico natural, permite que las aguas de un primer uso tengan una segunda vida y se transformen en nuevos recursos o energías. Por lo tanto, la combinación de ambas estrategias podría acercarnos a nuestro objetivo antes planteado: convertir el agua en un bien (casi) infinito.
Cepsa ahorrará tres millones de metros cúbicos de agua dulce al año apostando por modelos circulares
Un ejemplo concreto es el de Cepsa que, en el marco de su estrategia de transformación Positive Motion, ha puesto la circularidad y la reducción del consumo del agua como uno de sus pilares de su política ambiental. La compañía se ha comprometido a reducir para 2025 en un 20% el consumo de agua en las zonas donde escasea. Se trata de uno de sus proyectos más ambiciosos, ya que supondrá el ahorro de tres millones de metros cúbicos de agua dulce al año.
Además, para lograr que se convierta en un recurso renovable, Cepsa apuesta por procesos y sistemas circulares. En el Energy Park San Roque (Cádiz), la ultrafiltración permitirá mejorar la calidad del agua y aprovecharla en las torres de refrigeración. Así, las instalaciones podrán reducir su consumo hídrico en un 20%. Otro ejemplo es el de mejora del sistema de tratamiento de efluentes líquidos en el Energy Park La Rábida (Huelva) que, gracias a la utilización de las mismas aguas en procesos distintos, ahorrará 876.000 metros cúbicos en toda la planta.
Reutilizando y apostando por la circularidad estaremos más cerca de llegar a 2030 cumpliendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Porque la circularidad hidrológica ya no es solo una opción para encontrar la eficiencia o permitir la restauración de entornos naturales, ahora también se ha convertido en una hoja de ruta necesaria para salvarnos.
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