Cambio Climático

El papel del individuo en la lucha contra el cambio climático

El tiempo corre y cada uno de nosotros cuenta: es necesario reducir nuestras emisiones alrededor de un 45% para el 2030, pero ¿podemos hacerlo sin actuar en conjunto?

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01
septiembre
2022

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España está que arde. Este verano ha estado marcado por un tsunami de calor, con temperaturas en torno a los 40 grados en muchos puntos del país. La sequía es persistente. Copernicus, el programa de observación de la Tierra de Naciones Unidas, ya nos ha calificado como el país de la Unión Europea con más hectáreas quemadas este año, cerca de 286.000. Esto supone millones de especies vegetales desaparecidas y espacios naturales que tardarán décadas en regenerarse. El cambio climático es más que evidente hasta para el negacionista más acérrimo.

Los principales causantes del calentamiento global son los llamados gases de efecto invernadero (GEI) que emitimos los humanos con nuestras actividades, que provocan que el calor se concentre en la atmósfera. Los resultados ya los conocemos, e irán a peor si no logramos frenar su avance. Evitarlo nos atañe a todos y cada uno de nosotros: si no tomamos medidas en bloque, dejaremos un futuro poco halagüeño a las siguientes generaciones, así como un presente en el que tendremos que lidiar con fenómenos meteorológicos extremos como los actuales.

La realidad es que cada año emitimos globalmente a la atmósfera 2,4 gigatoneladas de sobreemisiones de CO2 por encima del máximo establecido por la ONU para evitar que la temperatura planetaria suba a más de 1,5º C sobre los niveles preindustriales. Para ello es necesario que las emisiones se reduzcan alrededor del 45% en 2030 y que se alcance el cero neto hacia el año 2050. De otro modo, llegaríamos a un punto de no retorno. 

Cada año emitimos a la atmósfera 2,4 gigatoneladas de sobreemisiones de dióxido de carbono

A nivel global han surgido iniciativas, movimientos y decisiones legislativas que tratan de marcar el camino hacia la reducción de emisiones, como la estrategia Net Zero de Naciones Unidas, que, consciente de que descarbonizar la economía por completo es imposible, impulsa la compensación para neutralizar las emisiones mediante acciones como la reforestación (tan necesaria, además, después de los frecuentes incendios).

Muchas empresas ya han comenzado su propio viaje hacia las cero emisiones. Algunas porque, por su tamaño, volumen de negocio y por operar en entornos regulados, tienen la obligación legal de poner en marcha medidas para luchar contra el cambio climático. Y otras porque son conscientes de que su futuro pasa por su implicación en el desarrollo sostenible y porque tanto el mercado de capitales como, cada vez más, los consumidores, premian a las empresas más «verdes».

Empoderar al ciudadano

A nivel individual contamos todavía con mucho que hacer: tenemos la asignatura pendiente de tomar conciencia de que cada pequeño acto de nuestro día a día tiene un impacto –positivo o negativo– en el planeta. Y ese impacto lo podemos (y debemos) reducir adoptando hábitos más saludables y sostenibles: utilizar vehículos no contaminantes, evitar los plásticos de un solo uso, aumentar la ingesta de alimentos plant-based en nuestra dieta, reciclar, apostar por las energías renovables… 

Pero por mucho que reduzcamos nuestro impacto ambiental, siempre seremos responsables, como ciudadanos, de una serie de emisiones. Y si somos responsables de ellas, deberíamos tomar parte activa para neutralizarlas, asumiendo nuestro propio reto Net Zero, por ejemplo, plantando árboles. Pero tampoco es que resulte tan fácil hacerlo de forma directa. Por ello, es fundamental empoderar al individuo para que pueda asumir su propio compromiso ambiental en este sentido.

La Agencia Europea del Medio Ambiente estima que cada árbol de la especie Mangle, con la que trabajamos, absorbe de media 12,3 kgs de CO2 al año durante su vida útil. Según nuestra propia calculadora de huella de carbono, un ciudadano español emite, de media, 7,5 toneladas de CO2 al año, por lo que necesitaría plantar 610 árboles para compensar esas emisiones (si bien primero, claro, lo ideal sería hacer lo posible por reducirlas). Parecen muchos, pero la clave está en empezar, en creerse que en nuestras manos tenemos el poder de transformar las cosas.

Contra los estragos del cambio climático, todos necesitamos sumar nuestro granito de arena. Solo así se construyen las pirámides: gobiernos, empresas y ciudadanos debemos trabajar juntos evaluando nuestra huella ecológica, evitando el despilfarro y compensando los daños que, inevitablemente, provocamos con nuestras actividades, ya sean industriales o cotidianas. Solo así podemos conseguir cambiar la noticia de apertura de los telediarios.


Erik Häggblom es CEO y cofundador de Tribaldata.

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