Educación

Neuronas espejo: así nos ponen en la piel de los demás

Las neuronas espejo son unas neuronas que participan en procesos tan importantes como el aprendizaje, la empatía y la imitación y nos permiten comprender las intenciones y emociones transmitidas por otras personas.

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18
agosto
2022

¿Alguna vez se ha preguntado por qué cuando vemos a alguien bostezar, bostezamos casi inmediatamente? ¿O cómo los recién nacidos imitan gestos faciales como sacar la lengua? ¿Y qué hay de cómo aprendemos a usar las tijeras o a colorear? Tiene mucho que ver con unas neuronas peculiares llamadas neuronas espejo.

¿Qué son las neuronas espejo?

Las neuronas espejo son unas neuronas sorprendentes que participan en procesos tan importantes como el aprendizaje, la empatía y la imitación. Las descubrió por casualidad el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti en 1996. Escudriñando en el cerebro de un macaco, este investigador y su equipo registraron unas neuronas que se activaban no solo cuando el animal ejecutaba la acción, sino también cuando observaban a otro igual haciendo esa misma actividad. Es más, en ambos casos la corteza premotora se activaba de manera idéntica.

Cuando observamos a otro individuo realizar una acción nuestras neuronas espejo pueden ponernos en la misma situación

Pronto se comprobó que en humanos ocurre exactamente lo mismo. Por ejemplo, cuando observamos a alguien subir unas escaleras, las neuronas motoras que corresponden a dichos movimientos se nos activan sin que demos un solo paso. Y, en general, cuando observamos a otro individuo realizar una acción, sin necesidad de hablar, nuestras neuronas espejo pueden ponernos en la misma situación, simularla mentalmente como si nos ocurriera a nosotros.

No solo eso: este tipo de células nerviosas nos permiten entender la intención con la que se realiza la acción. Otra de sus propiedades es que se activan con el sonido asociado a una acción. Por ejemplo, al escuchar cómo se rasga un papel ya emulan mentalmente esa acción, aunque no lleguemos a verla.

¿Dónde están?

Las neuronas espejo se localizan en cuatro regiones del cerebro que se comunican entre ellas: el área premotora, el giro frontal, el lóbulo parietal y el surco temporal.

En estas zonas residen diferentes funciones: el área premotora gestiona los movimientos y controla los músculos; el giro frontal inferior interviene en el control ejecutivo, la gestión de los comportamientos sociales y afectivos y la toma de decisiones; el lóbulo parietal analiza la información sensorial visual; el surco superior temporal interviene en el procesamiento auditivo y el lenguaje.

Aprendizaje y empatía

Que existan las neuronas espejo es fundamental para nuestra especie. Para empezar, por el papel que juegan en el aprendizaje por imitación y observación. Segundo, porque participan en la adquisición del lenguaje. Y en tercer lugar, son esenciales en el desarrollo de la empatía y el comportamiento social. No en vano permiten entender las acciones de otras personas y también sus emociones.

Las neuronas espejo se encuentran afectadas en el autismo, la esquizofrenia o la apraxia

Las neuronas espejo tienen grandes implicaciones clínicas. Se encuentran afectadas en el autismo, la esquizofrenia, la apraxia (incapacidad de realizar tareas motoras) y enfermedades neurodegenerativas, entre otras. Por ejemplo, en el autismo coexisten fallos motores, del lenguaje y sociales. No es casual que todas estas funciones se relacionen con áreas cerebrales donde se localizan las neuronas espejo.

Aprovechar las neuronas espejo en clase

Podemos considerar el aprendizaje observacional como cualquier momento en el que se observa una acción y se aprende algo nuevo o se modifican conocimientos previos. No tenemos que confundir la imitación –por ejemplo, copiar los gestos de un individuo– con el aprendizaje observacional. Este último es un cambio que perdura en el individuo y produce una respuesta. Al observar un proceso, las neuronas espejo nos preparan para imitar la acción. Si durante la enseñanza unimos el aprendizaje observacional con la creatividad del alumno, obtendremos un aprendizaje más eficiente. Este se interiorizará y perdurará en el tiempo.

Todo esto nos lleva a destacar el importante papel que desempeñan los educadores en el aula. El alumnado observa todas las acciones que realiza el docente. Por ello, deberíamos dejar de lado la enseñanza tradicional, meramente expositiva y estática, y realizar más actividades que permitan desarrollar la capacidad de observación.

Otro aspecto a destacar es la actitud que presentan los docentes en el aula. Las neuronas espejo nos permiten comprender las intenciones y emociones transmitidas. Aquellos docentes apasionados que imparten sus materias con entusiasmo y alegría, logran una mayor concentración y observación del alumno, captando su atención durante más tiempo y contagiándole su emoción.

Por todo ello, existen diferentes metodologías educativas que permiten unir estos conocimientos sobre las neuronas espejo con herramientas útiles según el contexto del aula. En cualquier caso, resulta clave incorporar nuevas estrategias para fomentar la motivación y usar tareas manipulativas (sesiones de laboratorio, casos prácticos, etc.) que permitan utilizar e interiorizar los contenidos aprendidos. Todos los eventos que se producen en el aula, la dinámica de las clases y los aspectos emocionales que transmite el docente al alumnado condicionarán el aprendizaje y la experiencia que viven los alumnos en el aula.


Laura Trujillo Estrada, es profesora Ayudante Doctora, Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología, Universidad de Málaga; centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED); instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Universidad de Málaga y Agustina María Torres Prioris, Profesor Sustituto Interino en el Departamento de Didáctica de la Matemática, de las Ciencias Sociales y de las Ciencias Experimentales, Universidad de Málaga. Miembro del Grupo de Investigación en Enseñanza de las Ciencias y Competencias (ENCIC), Universidad de Málaga. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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