Diversidad

El género antes de Europa

Los pueblos precolombinos tenían un concepto de la sexualidad y el género mucho más abierto que el europeo, pero las imposiciones coloniales acabaron con la diversidad. Solo hoy parece renacer.

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10
agosto
2022

La sexualidad puede ser un tema sugerente, pero nunca estará exento de controversias. En este aspecto, cada cultura y cada época se rigen por unas normas –escritas o no– de lo permitido, lo conveniente, lo reprobable y lo censurable. Y aunque solemos considerar que a medida que avanza el tiempo las sociedades se vuelven más abiertas y tolerantes, no siempre es así, en parte porque las élites imponen sus valores e ideas. Algo que pasó precisamente con los pueblos precolombinos.

Cuando las expediciones españolas llegaron a América en el siglo XV, la sexualidad de los pueblos prehispánicos resultó ferozmente censurada al considerarse «pecaminosa», ya que no encajaba con la concepción europea: ni era monógama, ni exclusivamente heterosexual. El sexo no se trataba como algo vergonzoso que hubiera que ocultar, sino como una parte más de la vivencia de un cuerpo pleno: se consideraba una parte más con la que lograr la integridad y plenitud del ser.

En el México azteca, por ejemplo, se practicaba la poligamia, fundamentalmente entre las clases más pudientes. Las relaciones sexuales podían ser bien dentro de la propia familia o bien entre guerreros y sacerdotisas de la diosa Xochiketzal (que eran prostitutas rituales), quienes proporcionaban afrodisíacos para que la experiencia resultase aún más estimulante. Tlazoltéotl, la diosa de la luna y la sensualidad, era otra deidad del placer: protegía a las embarazadas, a los magos que hacían hechizos sobre el amor y a los hombres sexualmente muy activos. También tenía el poder de provocar enfermedades venéreas, como la sífilis.

La sexualidad de los pueblos prehispánicos se consideró fuertemente «pecaminosa»: ni era monógama, ni exclusivamente heterosexual

En el caso de la cultura inca, la naturalidad con que disfrutaban de la sexualidad está reflejada en el Archivo de Indias. En los documentos allí recogidos se muestra abiertamente la masturbación, la homosexualidad de hombres y mujeres o las distintas posiciones sexuales. El matrimonio, de hecho, se trataba de una cuestión práctica: cuando una pareja se casaba, el Estado les donaba una parcela en la que desarrollar su vida; si su relación era buena, mantenían el matrimonio y si no, se separaban sin más inconveniente. La virginidad de las mujeres no se consideraba tampoco una suerte de bien preciado que había que mantener a salvo: la visión social de los incas, en cambio, ofrecía la imagen de que las mujeres vírgenes no habían encontrado todavía a nadie que las quisiera.

En el pueblo maya, por otra parte, la sexualidad se relacionaba con la naturaleza y la existencia del mundo. Las relaciones homosexuales eran una práctica frecuente, un elemento más en la formación de la población más joven, y el sexo, en general, estaba relacionado con los rituales de la guerra. Así lo explican los antropólogos Stephen Houston y Karl Taube en su ensayo La sexualidad entre los antiguos mayas. En el Popol Vuh, el libro sagrado de esta sociedad, aparecen referencias al sexo y a la fertilidad, al adulterio y al incesto, al parto, al semen, al hermafroditismo, a la separación y a la magia.

Género fluido

Aunque parezca que los cuestionamientos en relación al género son recientes, lo cierto es que ya es posible encontrar esta clase de percepciones entre los pueblos precolombinos. No obstante, la colonización también aquí impuso sus leyes. Un ejemplo lo ofrecen los quariwarmi del Perú inca, personas que cumplían un papel espiritual muy importante para la comunidad: eran chamanes que establecían una conexión directa entre ellos y el dios Chuquichinchay (deidad de dos géneros), usando vestimentas que representaban su posición en medio del género masculino y femenino; podían considerarse como lo que actualmente entendemos como gender-fluid o género fluido: personas que transitan entre los dos géneros sociales definidos. No solo eso: su indumentaria mostraba también que ocupaban un lugar entre el presente y el pasado, entre el universo vivo y el muerto.

Además, estas culturas contaban también con un tercer género al que se referían como personas con «dos espíritus» (two-spirited). Cuando los españoles desembarcaron en América, denominaron a estas personas «berdaches», un término que se terminaría convirtiéndose en sinónimo de «homosexual». Al fin y al cabo, en la concepción judeocristiana del género y la sexualidad únicamente se concebía un patrón masculino-femenino –y heterosexual– de las relaciones entre seres humanos. Solo una cosa parece evidente: nuestra concepción del género y la sexualidad no es la única posible.

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