Economía

Follow This: el principio del activismo colaborativo

La agencia, una iniciativa neerlandesa, organiza grupos de accionistas volcados en la lucha contra el cambio climático. Aunque este año su actividad es más cautelosa, especialmente desde el estallido de la guerra en Ucrania, este sistema podría ser esencial a largo plazo por un motivo fundamental: es capaz de ejercer presión a las grandes empresas energéticas.

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27
julio
2022

En el anverso de los ducados holandeses del siglo XVI uno podía leer concordia res parvae crescunt; es decir, «las cosas pequeñas florecen en la concordia», un lema que el país utilizó al menos hasta la ocupación francesa de 1795. Aún hoy, pese a no estar escrito en ninguna moneda, el lema sigue llevándose a la práctica, al menos en materia medioambiental.

El ingeniero neerlandés Mark van Baal tuvo en 2006 un click mental al ver el documental Una verdad incómoda, que mostraba un breve retrato sobre el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore. «Pensé: ahora que conozco el problema, he de hacer algo al respecto», explica van Baal, que señala que «sería genial si las grandes empresas petroleras cambiaran su forma de producir e invirtieran en energía sostenible a gran escala». No es algo casual: en su afán de frenar el cambio climático, el ingeniero quiso incluir un movimiento de activismo colaborativo; a su juicio, solo así parecía posible un cambio de paradigma. 

En su país, caracterizado por el liberalismo económico, las grandes empresas tenían –y tienen– mucho poder; algunos, de hecho, sostienen que es un poder mayor al de muchos gobiernos, lo que a veces puede reducir el radio de acción de la política pública. Van Baal reflexionó pronto sobre esto: ¿cómo podrían los inversores apoyar que la industria petrolera se comprometiese con el Acuerdo de París para parar el cambio climático?

Algunos informes, sin embargo, revelaban que las grandes empresas del sector ya gastaban alrededor de 200 millones de dólares en campañas publicitarias que mostraban un claro apoyo a la lucha contra el cambio climático. ¿Realmente hacían falta, por tanto, nuevos inversores ecologistas? «Todos apoyan el Acuerdo de París, claro, pero nadie se compromete de verdad. Ese es el gran debate», defiende van Baal. Y añade: «Las extracciones continúan creciendo mediante los mismos métodos de siempre. Hay un nivel importante de greenwashing». De este modo, el neerlandés empezó en 2015 a organizar un activismo de profesionales que estuvieran dispuestos a comprar acciones de compañías energéticas y apostaran por medidas a favor de la descarbonización mundial: «El cambio no va a llegar de un día para otro. Necesitamos el apoyo unido de los accionistas». De nuevo, se intuye la frase del ducado: las cosas pequeñas florecen en la concordia. Así fue como Mark van Baal creó Follow This, su peculiar agencia de activismo inversor.

Van Baal: «Los inversores han cedido a la narrativa de que la crisis creada por la guerra en Ucrania anula la crisis climática»

Actualmente, su proyecto está formado por más de 8.000 accionistas e inversores «verdes» en empresas de gas y petróleo, y su misión es sencilla: presionar a las grandes empresas energéticas –«solo escuchan a sus inversores», reza en su página web– para que tomen acción por los objetivos de desarrollo sostenible. La industria es un gigante abstracto con el poder de dañar la Tierra hasta destruirla, y es ese poder el que debe reconducirse. Para que eso ocurra, los dueños y accionistas deben mostrar una voluntad real de cambio. Las noticias son buenas, según mantienen desde Follow This: poco a poco lo están haciendo, por razones tanto morales como financieras; ¿quién podría hacer beneficios en un mundo envenenado por el cambio climático?

Gracias a los votos de los accionistas de esta organización, compañías como Shell, BP, Chevron, Equinor y Phillips 66 establecieron durante los últimos años la intención de reducir las emisiones de alcance 3: aquellas que ocurren como consecuencia de la actividad empresarial pero que no son propiedad ni están controladas por ella. Se trata de un tipo de contaminación que proviene, por ejemplo, del transporte de los combustibles, la producción de materiales adquiridos o el uso que se le da a los productos vendidos.

Este este año, sin embargo, reconocen haber perdido apoyos. «Los inversores han cedido a la narrativa de Shell de que la crisis creada por la guerra en Ucrania anula la crisis climática», se lamenta van Baal. La petrolera asegura que por culpa del conflicto bélico no pueden hacerse responsables de la contaminación que generan los clientes que usan sus productos. Por ello, la estrategia de Follow This, que el año pasado consiguió el 30% de los votos de los accionistas, este año ha bajado al 20%.

Pero lo cierto es que a pesar de las malas noticias, el hecho de que un quinto de todos los accionistas de Shell levante la voz por la introducción de medidas sostenible es un logro inimaginable hace una década. Y aunque el activismo colaborativo acaba de empezar, este parece eficaz a la hora de conseguir poner el debate climático sobre la mesa. ¿No aumentarán más los apoyos en los próximos años, dado que las energías renovables son cada vez más asequibles y a su vez el petróleo es cada vez más caro? Si somos optimistas, puede que las cosas pequeñas florezcan en la concordia.

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