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El hábito (cada vez más cotidiano) del reciclaje

En 2021, cuatro de cada cinco españoles declararon tener, de media, tres cubos para reciclar en casa. La cifra, que no ha dejado de crecer en los últimos años, demuestra que la ciudadanía, consciente del impacto positivo que el reciclaje genera en nuestro entorno, ya ha interiorizado la separación de residuos en su día a día.

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Yvonne Redín
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13
mayo
2022

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Yvonne Redín

La misma imagen se observa en la mayor parte de los hogares de España. En una esquina, debajo del armario del fregadero o incluso en el balcón. A veces cubos, otras en bolsas de plástico que se reutilizan como recipiente. Sea donde sea (o donde el tamaño de nuestra casa lo permita), hay un lugar para el reciclaje. En la actualidad, reservar un espacio para este cometido en la cocina se da tanto por hecho como instalar una nevera en la que guardar los alimentos. Pocos dudan ya de los efectos más directos del reciclaje: cada vez somos más conscientes de su repercusión positiva en nuestros entornos más cercanos, pero también de cómo alcanza al resto de ramas de lo que concebimos como sostenibilidad, desde la reducción de las emisiones hasta el ahorro de recursos naturales.

Cuatro de cada cinco españoles ya aseguran separar sus residuos en, al menos, tres cubos, bolsas o espacios en casa, destinando uno de ellos al amarillo. Así lo demuestra el estudio Hábitos de la población española ante el reciclaje, realizado por el Instituto Catchment para Ecoembes. Arroja un dato clave: si en 2015 el porcentaje de los que afirmaban reciclar a diario era de un 72,5%, en 2021 fue del 82,9%. En otras palabras, estamos interiorizando el reciclaje como una parte más de nuestras vidas.

«De todos los hábitos de sostenibilidad asimilados por la sociedad, el reciclaje es el preferido de los ciudadanos», afirma Manuel Martín, experto de la Federación UNAE, organización que lleva seis años rastreando junto a otras entidades las variaciones en los  hábitos de consumo de los españoles. 

Si en 2015 el porcentaje de quienes afirmaban reciclar a diario era de un 72,5%, en 2021 fue del 82,9%

En 2020, durante los meses de confinamiento, muchos se interesaron por el reciclaje como un motivo de peso para poder salir a la calle y aprovechar ese tiempo de separar los residuos entre distintos contenedores. Necesitábamos aire fresco y esa era la excusa perfecta para robarle a los relojes algo más de tiempo. Pero la buena noticia es que se hizo costumbre y, a lo largo del pasado año se enviaron a las instalaciones recicladoras un 5,3% más de envases de plástico, metal, briks, papel y cartón que en 2020.

«No solo reciclamos más, también mejor. Cada vez son más las personas que con sus acciones cotidianas quieren contribuir al cuidado del medioambiente reciclando los envases, reduciendo su uso y reutilizándolos siempre que sea posible», analiza Nieves Rey, Directora de Comunicación y Marketing de Ecoembes. Así, de media, el año pasado cada persona depositó 18,8 kilogramos de residuos en los contenedores amarillos; es decir cada ciudadano tiró una bolsa cada cuatro días. En el caso del papel y el cartón, fue cada 8 días (19,3 kg por persona). Gracias a estas cantidades, en 2021 se evitaron 2,05 millones de toneladas de CO2 (lo que emiten las calefacciones de Asturias en un año) y se ahorraron 20,50 millones de metros cúbicos de agua, además de 5,27 millones de MWH de energía.

Como apunta Martín, los cambios económicos y sociales a los que nos hemos enfrentado (y seguimos haciéndolo) han llevado a los ciudadanos  a descubrir la importancia de diferentes sectores que antes habían pasado desapercibidos, así como sensaciones que habíamos dado por supuestas. Somos conscientes de nuestra vulnerabilidad y, por tanto, damos más importancia a la influencia de nuestra huella en la crisis ambiental: «El actual contexto de inestabilidad, además, nos está ayudando a todos a abrir los ojos y ver que la sostenibilidad puede ser muy importante de cara a evitar la dependencia en materias primas».

El año pasado cada persona depositó 18,8 kilogramos de residuos en los contenedores amarillos

A todos, pero especialmente a los más jóvenes que, si bien «les cuesta algo más reciclar por vivir más rápido y tener menos tiempo», son más proactivos a la hora de buscar productos reciclados. Ellos heredarán el planeta y, aunque cuidarlo es una máxima a cualquier edad, son estas nuevas generaciones las que más interiorizan la necesidad de cambiar nuestra forma de relacionarnos con el planeta. Llegan con hábitos distintos, gracias a internet tienen mayor conciencia verde. Por ejemplo, «un 65% reutiliza las bolsas cuando va a comprar y el 17% discrimina un producto según el exceso de embalaje», indica Martín. Y es que el hábito del reciclaje no es completo si no incluye la reutilización y la reducción. 

En la trastienda del reciclaje

Los datos son optimistas, pero eso no significa que no queden retos por resolver, cómo conseguir que cada ciudadano comprenda qué envase va en cada contenedor. Especialmente a la hora de hablar del amarillo: el 29,8% de los residuos depositados en él a lo largo de 2021 no debería haber llegado ahí: por ejemplo –ropa, juguetes de plástico, calzado, productos de otro tipo de plástico– Otro error: algunas personas todavía creen que reciclar los envases pequeños es menos importante porque tienen un menor impacto en el medio ambiente.

Para Martín, esta desconocimiento es algo inevitable, pero se puede trabajar llevando a los ciudadanos a lo que él llama la trastienda del reciclaje. «Visibilizar los procesos del reciclaje y demostrar al consumidor cómo ese envase que tiró ayer al contenedor es hoy un producto completamente nuevo es una buena forma de educar a quienes aún no lo tienen claro», explica. También, para ahondar en esa dimensión social e interiorizar la importancia de separar los residuos, «deben ver que el reciclaje, además de ser capaz de reducir la crisis ambiental, también funciona como un motor generador de empleo y movimiento económico capaz de construir ciudades verdaderamente sostenibles».

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