Medio Ambiente

Adiós al cementerio más grande del mundo

El cementerio de neumáticos de Kuwait ha acogido hasta ahora, en pleno desierto, a más de 42 millones de neumáticos en desuso. La contaminación de los suelos, el impacto en la salud de los habitantes de zonas cercanas y su descomunal huella de carbono han llevado a las autoridades a tomar medidas para dar una segunda vida a las ruedas y hacer de este lugar una ciudad inteligente y, sobre todo, verde.

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11
mayo
2022

En 2002, unas excavaciones arqueológicas realizadas en Eslovenia sacaron a la luz la rueda de madera más antigua del mundo. Así lo certificaron las pruebas con radiocarbono, que revelaron que la edad de ese invento rondaba entre 5.100 y 5.350 años. Pero ¿quiénes inventaron la rueda? No se sabe con exactitud. Algunos arqueólogos e historiadores hablan de la cultura Cucutemi de Europa sudoriental, otros de la Maykop del Cáucaso septentrional y, la mayoría, de los pueblos mesopotámicos. Lo que sí es evidente es que, fuesen quienes fuesen, difícilmente habrían podido imaginar la relevancia que tendría para la humanidad. Tampoco habrían sido capaces de comprender el problema medioambiental que tendría su invento más de 5.000 años después.

La producción global de neumáticos que permiten nuestra movilidad lleva varia décadas siendo un serio problema medioambiental. Cuando están en desuso, son apilados en kilométricos cementerios de neumáticos repartidos por el mundo –habitualmente, en países en vías de desarrollo– donde, dada su composición de caucho, acero y fibra textil, permanecen miles de años hasta degradarse. En ocasiones, de manera voluntaria o accidental, son incinerados, generando una gran cantidad de gases de efecto invernadero y un humo altamente tóxico para el ser humano. Además, los que permanecen sin quemar se convierten en un caldo de cultivo de larvas e insectos que pueden propagar enfermedades y afectar a la salud pública, además de contaminar el suelo y las aguas subterráneas.

En Kuwait, un país cuyas reservas de petróleo permiten a su ciudadanía tener la octava mayor renta per cápita a nivel mundial, se ubica el cementerio de neumáticos más grande del planeta. Allí, las aguas del Golfo Pérsico que bañan sus costas mutan, tierra adentro, en pleno desierto, en un océano de más de 42 millones de neumáticos en desuso. El enclave se encuentra a apenas 7 kilómetros de uno de los suburbios más poblados de la región, y sus habitantes llevan años sufriendo la emanación de gases tóxicos provocada por los incendios que se producen cada cierto tiempo.

Aunque la respuesta efectiva ha tardado en llegar, el año pasado las autoridades kuawitíes, conscientes del riesgo que esto supone para la población y del gran daño medioambiental, comenzaron a reubicar todos los neumáticos en al-Salmi, cerca de la frontera con Arabia Saudí. La intención: reciclarlos y hacer del antiguo cementerio una ciudad inteligente alimentada con tecnología verde, compuesta por más de 25.000 viviendas y convertida en un centro para el comercio y el turismo que ayude a reducir la dependencia kuwaití del petróleo.

Los neumáticos pueden convertirse en suelas de zapatos, ‘quitamiedos’ para las carreteras y suelos seguros para los parques infantiles

En este momento, los neumáticos están siendo reciclados en una planta gestionada por EPSCO Global General Trading. Allí, los reconvierten en diferentes productos de consumo mediante un triturado y posterior prensado que genera baldosas de goma para superficies con utilidades diversas. La variedad de productos que se obtiene de un correcto reciclaje de neumáticos abarca desde los rellenos para campos de fútbol de césped artificial y la sustitución de los antiguos quitamiedos de las carreteras hasta la fabricación de suelas de zapato u objetos decorativos. Pero, sin duda, una de las aplicaciones más populares es la de los suelos de los parques infantiles: el granulado de caucho se ha revelado como un excelente elemento de protección para los más pequeños y, a día de hoy, es el más común en las áreas de juego.

Otro de los medios empleados para el reciclaje de neumáticos es la pirólisis, un proceso térmico en que no interviene el oxígeno y, por tanto, no implica combustión ni contaminación. La tecnología de pirólisis para el reciclaje de Neumáticos Fuera de Uso (NFU) está patentada por la empresa española Greenval Technologies y codesarrollada con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Con ella quieren hacer sostenible el desecho de los más de 20 millones de neumáticos que generamos anualmente en nuestro país.

Este año, en alianza con la empresa Tratamiento de Neumáticos Usados, abrirán cuatro plantas pirolíticas destinadas al reciclaje de neumáticos en biocombustibles y diversas materias primas para fines industriales. Según aseguran los responsables del proyecto, se reducirá la huella de CO2 en un 92% con respecto a los procesos tradicionales de incineración. La rueda, ese gran invento, sirve hoy de vehículo a la degradación medioambiental. Y es que, ante la crisis ambiental, saber con exactitud quiénes inventaron la rueda no es tan importante como encontrar soluciones a los daños que genera.

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