¿Sirven para algo las soluciones al alquiler en España?
El Consejo de la Juventud de España calcula que la última ayuda al alquiler aprobada en España, el Bono Joven que quiere dar 250 euros mensuales durante dos años a cada joven partiendo de un alquiler máximo de 600 euros, no llegará ni al 1,7% de la juventud emancipada.
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Mientras buscaba trabajo en estos últimos meses, María tenía muy presente el precio de los alquileres cuando le hablaban de su potencial sueldo. Aunque era una decisión complicada, esta treintañera rechazó una oferta porque las cuentas no le daban. El sueldo era bajo, los precios de los alquileres en la pequeña ciudad donde debía trabajar se habían disparado y pagar una vivienda le haría llegar ahogada a final de mes. «No compensa», asegura.
Marta es una veinteañera y tiene trabajo desde hace unos años. Sigue viviendo con sus padres, porque a ella las cuentas tampoco le dan. Si resta todas las cosas que debe pagar cada mes, abonar un alquiler le impediría ahorrar. A ella tampoco le compensa.
María y Marta no son casos excepcionales. Sus realidades son el pan de cada día al que se enfrentan muchos españoles que viven de alquiler (o aspiran a hacerlo). Si una década atrás el centro de la conversación mediática que abordaba los problemas de los jóvenes a la hora de acceder a una vivienda en propiedad, ahora la cuestión ya no pasa por comprar –algo que los millennials y la generación Z ven imposible– sino por lo inaccesible que se ha vuelto el mercado del alquiler. Sin ir más lejos, a cierre de 2021, la subida del IPC encareció el pago mensual de los alquilados en una cifra récord: 46 euros más al mes.
El Bono Joven de alquiler llegó en un tiempo vacío subsidiario, pero no fue recibido con completo optimismo
Sin embargo, el mercado del alquiler ya se había disparado mucho antes de la subida y ni siquiera los efectos de la pandemia consiguieron frenarlo. Alquilar ahora es mucho más caro de lo que lo era cinco y diez años atrás, una subida que afecta en general a todas las provincias y que golpea de forma notable a la población más joven. Para estos últimos, los precios medios del alquiler han complicado abandonar el calor familiar o verse obligados a compartir piso durante más tiempo del que hubiesen deseado.
Dese las instituciones se plantean algunas ayudas. Por ejemplo, el bono joven de alquiler, propuesto por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y aprobado el pasado enero en el Consejo de Ministros, que dará «250 euros mensuales durante un plazo de 2 años para cada joven» partiendo de un alquiler máximo de 600 euros (900 euros en algunas comunidades autónomas) y limitando la ayuda a la población de entre 18 y 35 años con salarios de menos de 24.318 euros anuales.
También será compatible con otras ayudas autonómicas. Según explica el Ministerio, la suma de todas las ayudas públicas del solicitante «tendrán como límite el 100% de la renta arrendaticia». Aun así, algunos organismos como el Consejo de la Juventud ya han puntualizado que en realidad el bono resulta incompatible con ayudas como el ingreso mínimo vital.
Por tanto, aunque la ayuda llega en un momento en el que existía un cierto vacío en este tipo de subsidios, el bono no fue recibido con completo optimismo y, de hecho, la gran cuestión en los análisis está siendo no tanto la de que cómo paliará el problema, sino la de preguntarse si la medida es realmente suficiente.
¿Un parche poco eficaz?
«El bono joven no va a la raíz del problema», asegura Javier Gil, profesor colaborador del Máster de Urbanismo y Ciudad de la Universidad Oberta de Cataluña. «De hecho, es un parche que incrementa el problema», sentencia. El experto en ciudades explica que, en este complejo problema de acceso a la vivienda, la solución tiene que centrarse en lograr que los precios bajen: «Lo que está haciendo esta ayuda es, básicamente, financiar los precios abusivos y financiar que se puedan seguir pagando precios elevados».
Este no es el único talón de Aquiles que se ha identificado: los baremos económicos que se emplea para fijar los alquileres máximos no están en sintonía con los elevados precios en los que ahora mismo se mueve el mercado, especialmente en las ciudades más grandes. Las cuentas del portal inmobiliario Fotocasa señalan que solo el 29% de los pisos de Madrid y el 18% de los Barcelona podrían beneficiarse de esta ayuda: el resto cuestan todos más de 900 euros. La iniciativa, concluyen en su análisis, «tiene buenas intenciones» pero se queda muy lejos de solucionar el problema.
Gil: «Aunque esta ayuda tiene buenas intenciones, lo que hace es financiar los precios abusivos de las grandes ciudades»
Por otro lado, el Consejo de la Juventud de España calcula que la medida no llegará ni al 1,7% de la juventud española emancipada, por lo que la considera insuficiente y advierten que incluso podría llegar a ser «una especie de lotería en la que solo un puñado de personas jóvenes podrá tener fortuna y beneficiarse de las ayudas».
Además, hay un matiz fundamental. Solo se puede solicitar si se tiene menos de 35 años, aunque los problemas del mercado inmobiliario afectan a una población más amplia. La franja de más edad de la generación millennial, por ejemplo, ya está más cerca de los 40 que de los 30 y sigue viviendo de alquiler. «Cada vez más grupos sociales lo hacen, no son solo gente joven», analiza Javier Gil, «Por tanto, se necesitan políticas que afecten al conjunto de la población».
Gil cree que se deberían crear políticas de alquiler que limiten los precios de los pisos, amplíen el parque público de viviendas o faciliten dar salida a las viviendas vacías. No es el único que lo concibe así. Los principales sindicatos, CCOO y UGT, también hablaban recientemente de la urgencia de reformas más profundas.
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