¿Responde el capitalismo a nuestros problemas?

¿Puede un país avanzar hacia el progreso si sus ciudadanos no creen en quienes deben liderar ese avance? ¿Y si las preocupaciones de los ciudadanos no se correspondiesen con la eficacia del sistema a la hora de resolverlas? ¿Es estable una nación con déficit de confianza en el sistema que lo sustenta? Más allá de campañas electorales copadas con cuestiones teóricas sobre los sustentos de una sociedad, los síntomas de la actualidad y la vigencia de las cuestiones anteriores obligan a hacerse otra pregunta de diagnóstico mucho más práctico y trascendente: ¿creen los españoles en el actual sistema de capitalismo como solución a sus problemas?

La respuesta es «no». Al menos en su mayoría. Así lo refleja un estudio elaborado por CANVAS Estrategias Sostenibles en colaboración con Punto de Fuga, la Universidad de Málaga y Cronopios. Para la realización de este informe –que ha contado con el apoyo de DKV, IKEA, Leroy Merlin y Unilever– se encuestó a más de 1.000 personas con amplia representación geográfica, generacional y socioeconómica. Los resultados son claros: un 78% de los españoles (casi 8 de cada 10 encuestados) consideran que el capitalismo debe cambiar en sintonía con las nuevas preocupaciones. Eso o, como ya predijera en 1942 el prestigioso economista austriaco Joseph Schumpeter, morir de éxito.

El 78% de los españoles considera que el capitalismo debe cambiar

Los españoles suspenden con una media de 4 sobre 10 al sistema socioeconómico actual. Un sistema que va agotando poco a poco el tiempo de espera y que, tal y como señalan desde las principales escuelas económicas, se ha acelerado más si cabe por la reciente pandemia del coronavirus, la cual ha agitado la sociedad desde sus cimientos hasta el punto de servir como efecto llamada para la demanda de un profundo cambio estructural. Las preocupaciones han ido variando a lo largo de los últimos años, y lo que antes eran problemas o situaciones que preocupaban a una palpable minoría social, ahora son martillos pilones que amenazan con tirar abajo la puerta. No es una cuestión de pensamiento: según el informe de CANVAS, los españoles perciben un impacto negativo del capitalismo en temas de gran preocupación social como son la garantía de un trabajo decente, la lucha contra la pobreza y la desigualdad o el derecho a una vida digna. Una amplia mayoría de encuestados también expresó su preocupación respecto a la incapacidad del sistema de lograr una distribución equitativa de los recursos o combatir el cambio climático, ambos temas más que presentes en el día a día de los ciudadanos.

Este descrédito hacia el capitalismo se acrecenta aún más si cabe cuando se le pregunta a los ciudadanos sobre las personas en posición de generar estos cambios en el sistema. El informe refleja una pérdida de legitimidad de las instituciones más que evidente, recibiendo los partidos políticos y sus representantes un suspenso contundente: un 2,44 sobre 10. En este sentido, tan solo las instituciones pertenecientes al ámbito educativo como escuelas, universidades o asociaciones científicas logran un aprobado, alcanzando un 5,19 sobre 10. Tanto medios de comunicación como movimientos ciudadanos –o incluso la propia Unión Europea– se sitúan por debajo del aprobado. Una situación que arroja una verdad ineludible: las instituciones tradicionales no funcionan de forma adecuada y no parecen convencer a la ciudadanía.

Los partidos políticos y sus representantes un suspenden con un 2,44 sobre 10

No es solo una cuestión del ente público. Las empresas también juegan un papel clave en la transformación de paradigma pretendida por los ciudadanos. Así lo ven los españoles y así queda patente en los casos en que las compañías han apostado por adaptar su propósito fundacional a las preocupaciones de la sociedad. De hecho, según este estudio, el 74% de la población española considera total o bastante necesario que las empresas velen por el impacto social, ambiental y económico para la transformación del sistema. La cuestión no queda en el aire para los ciudadanos, puesto que los datos revelan que un 50% se informa sobre acciones de sostenibilidad de las empresas. En este sentido, un 36% de los encuestados señalan la creación de empleo y prosperidad para el entorno como lo primero en que deben invertir las empresas, siendo aquellas relacionadas con la energía, el transporte, tecnología o la industria química y farmacéutica las apuntadas como clave a la hora de lograr la transformación deseada.

Sin embargo, y pese a las altas expectativas de la ciudadanía en el mundo empresarial, existe todavía cierta desconfianza a la hora de creer en su voluntad. Casi la mitad de los encuestados reconoció que no le resultaba del todo creíble la capacidad de las compañías privadas para conjugar su beneficio económico con los beneficios sociales y ambientales pretendidos. Pero estos porcentajes, lejos de sembrar el desánimo, muestran la oportunidad de que las empresas puedan perseguir ese propósito y reforzar sus acciones. Se trata, por tanto, de ver el vaso medio lleno y de que el sector empresarial, al igual que el resto de actores e instituciones, canalicen la esperanza todavía presente para conectar el sistema con la realidad. Devolver o no esa confianza en forma de beneficios sociales tangibles es una misión en la que no debe haber tiempo que perder. La voluntad de la ciudadanía no puede ser más clara: el sistema debe renovarse si quiere sobrevivir.