Sociedad

Las numerosas dimensiones del anarquismo

Bajo el manoseado concepto de «anarquismo» se esconden múltiples ideas y matices. En ‘Sobre el anarquismo’ (Capitán Swing), Noam Chomsky analiza la esencia de una ideología que, aunque íntimamente asociada a la libertad, se halla en absoluto declive.

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18
enero
2022

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A mi entender, si de la tradición del anarquismo hubiera que entresacar una sola idea rectora, debiera ser la que enunció Bakunin cuando, al hablar de la Comuna de París, se describió a sí mismo en estos términos: «Soy un amante apasionado de la libertad y creo que es la única condición para el desarrollo y crecimiento de la inteligencia, la dignidad y la dicha del hombre; no me refiero a esa libertad puramente formal otorgada, delimitada y reglamentada por el Estado, mentira sempiterna que, en la práctica, se traduce siempre en los privilegios de unos pocos merced a la esclavitud del resto; y tampoco a esa libertad individualista, egoísta, mezquina y ficticia, pregonada por la escuela de Rousseau y otras escuelas del liberalismo burgués, que consideran que el Estado, al delimitar los derechos de cada cual, es la condición de posibilidad de los derechos de todos, idea que conduce inexorablemente a la reducción de los derechos de cada cual a cero. No, me refiero a la única clase de libertad de veras digna de tal nombre, la libertad que supone el desarrollo pleno de las facultades materiales, intelectuales y morales latentes en cada individuo; la libertad que no reconoce más restricciones que las determinadas por las leyes de nuestra naturaleza; restricciones que no pueden considerarse propiamente tales, puesto que las leyes de las que derivan no nos han sido impuestas por ningún legislador externo, ya se encuentre a nuestra altura o por encima de nosotros, sino que nos son inmanentes e inherentes, y constituyen la base misma de nuestro ser material, intelectual y moral: estas restricciones no limitan nuestra libertad; antes bien, son sus condiciones reales e inmediatas».

Estas ideas se originan en la Ilustración; hunden sus raíces en el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, de Rousseau, en Los límites de la acción del Estado, de Humboldt, en la insistencia de Kant, cuando defendía la Revolución francesa, en que la libertad es la condición previa que permite adquirir la madurez necesaria para ser libre y no el premio que se otorga tras alcanzar dicha madurez. Tras el auge del capitalismo industrial, nuevo e imprevisto sistema de injusticia, el socialismo libertario es el que mejor ha preservado y difundido el mensaje humanista radical de la Ilustración y los ideales liberales clásicos, pervertidos más tarde para servir de sustento a una ideología que respalda el orden social emergente.

Si partimos de los postulados que llevaron al liberalismo a oponerse a la intervención estatal en la vida social, las relaciones capitalistas también resultan intolerables

De hecho, si partimos de los mismos postulados que llevaron al liberalismo clásico a oponerse a la intervención estatal en la vida social, las relaciones sociales capitalistas también resultan intolerables. Es patente, por ejemplo, en Los límites de la acción del Estado, de Humboldt, que se anticipó y tal vez inspiró a Mill, y sobre la que volveremos más adelante. Esta obra clásica del pensamiento liberal, concluida en 1792, es en su misma esencia, si bien de forma prematura, profundamente anticapitalista. Las ideas que expone han de ser podadas hasta hacerlas irreconocibles para transmutarlas en una ideología del capitalismo industrial. La visión de Humboldt de una sociedad en la que las ataduras sociales sean sustituidas por vínculos sociales y el trabajo se haga de buen grado recuerda al primer Marx y sus reflexiones sobre «la alienación del trabajo cuando es algo ajeno al trabajador […] y no forma parte de su naturaleza, [… cuando] no conduce a su realización personal, sino a la negación de sí mismo, […] a su agotamiento físico y su degradación mental», el trabajo alienante que «relega a algunos trabajadores a labores propias de los bárbaros y convierte a otros en máquinas», despojando así al hombre de una «característica connatural a su especie»: la «actividad consciente y libre» y la «vida productiva».

Del mismo modo, Marx concibe «una nueva clase de ser humano que necesita a sus congéneres. [… La asociación obrera viene a ser así] el verdadero impulso constructivo para crear el tejido social de las futuras relaciones humanas». Es cierto que el pensamiento libertario clásico, partiendo de premisas de gran calado sobre la necesidad humana de libertad, diversidad y libre asociación, se opone a la intervención estatal en la vida social. Pero, conforme a las mismas premisas, las relaciones de producción, trabajo asalariado y competitividad del capitalismo, así como su ideología del «individualismo posesivo», deben juzgarse profundamente contrarias a la naturaleza humana. El socialismo libertario puede considerarse, con toda propiedad, el auténtico heredero de los ideales liberales de la Ilustración.

Rudolf Rocker describe el anarquismo moderno como «la confluencia de las dos grandes corrientes que desde la Revolución francesa fueron adquiriendo su expresión característica en la vida intelectual de Europa: el socialismo y el liberalismo» y sostiene que los ideales liberales clásicos embarrancaron en la realidad de las formas económicas capitalistas. El anarquismo es por fuerza anticapitalista, pues «se opone a la explotación del hombre por el hombre». Pero también rechaza «el dominio del hombre sobre el hombre».


Este es un fragmento de ‘Sobre el anarquismo‘ (Capitán Swing), por Noam Chomsky.

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