Sociedad

El rescate (militar) de la España Vacía

Para muchos municipios ubicados en la España Vacía, la presencia del Ejército ejerce una labor de cohesión social y libra de presión a la demografía. Tras sus intervenciones rurales durante la pandemia, las instituciones se plantean ahora ‘descongestionar’ las grandes ciudades de militares y redistribuirlos de forma más ajustada en las zonas afectadas por la despoblación.

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17
enero
2022

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España es un país que no puede entenderse sin prestar una especial atención a la cuestión territorial. Ha evolucionado, celebrado y sufrido en base a las disputas internas en clave de esta política. De hecho, en los últimos años, una nueva realidad territorial ha sacudido la política española: el popular ensayo del periodista Sergio del Molino, La España Vacía, publicado en 2016 daba nombre al acuciante problema del proceso de despoblación, descapitalización y envejecimiento de la población en el entorno rural que pone en serio riesgo el futuro de esas regiones, donde los jóvenes más preparados emigran a las grandes ciudades echando a perder las tradiciones y dejando una economía debilitada.

Mucho se ha escrito y debatido en el último lustro al respecto. El actual Gobierno manifestó en 2021 la intención de redistribuir los diferentes organismos estatales por todo el territorio; una nueva plataforma política, motivada por el éxito de Teruel Existe, planea presentarse a las próximas elecciones para llevar al Congreso de los Diputados los problemas que sufre el interior peninsular, y los tertulianos habituales hablan de la revolución de la España Vacía como un fenómeno clave a tener en cuenta en los próximos años. Sin embargo, todos los debates parecen obviar un elemento principal que, durante mucho tiempo, lleva ejerciendo un papel vertebrador: las Fuerzas Armadas que llegan a esas regiones de la España abandonada para contribuir tanto social, como demográfica y económicamente. 

La presencia del Ejército en los municipios de la España Vacía ejerce una labor de cohesión social, económica y demográfica

Desde las grandes ciudades del país es complicado entender la idiosincracia de las Fuerzas Armadas en la España rural, ya que en el entorno urbano su presencia se diluye (a pesar de que es en ellas donde están sus destacamentos más importantes). Resulta hasta anecdótico ver militares en la calle o soldados volviendo a casa con el uniforme. La presencia de personal militar es, incluso, una señal de que algo no va bien. Sin embargo, en aquellos lugares de la España Vacía resulta un ingrediente fundamental.

De las 52 provincias españolas, solo Lugo, Ourense, Palencia, Zamora, Álava, Teruel, Soria, Jaén y Cuenca no tienen presencia importante de las Fuerzas Armada. En muchas de las provincias que en los últimos años han levantado la voz contra el abandono y la despoblación, las diferentes secciones de las fuerzas militares españolas tienen distribuidos personal militar, así como civiles y funcionarios que trabajan codo con codo con el personal militar. Una buena parte, además, se distribuye en las academias de formación que hay en algunas de las provincias afectadas por la falta de jóvenes. Esto implica que centenares de soldados rasos pasen varios años de sus vidas en estas academias y que, mientras van ascendiendo, recorran varias localidades del territorio español. 

Hemos entrevistado a varios miembros de las Fuerzas Armadas de cada una de las tres ramas principales (el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire) para entender mejor cuál es la situación de los militares en la España rural. G. un miembro del Ejército de Tierra: «Lo realmente positivo del Ejército es que no está localizado en una sola ciudad. Por ejemplo, un sargento nacido en La Rioja podría haber pasado por la Academia de Suboficiales de Lérida, más tarde por Toledo, por la Academia de Infantería para especializarse y acabar en Badajoz en la Brigada Extremadura XI». No hay muchos trabajos en la Administración Pública estatal con esta movilidad por el territorio nacional. 

La gran movilidad nacional de los militares les permite vivir durante años en lugares que normalmente serían poco atractivos, fomentando la repoblación

J., un Oficial de la Armada, apoya esta misma visión: «Yo puedo haber nacido en cualquier parte de España, pero para formarme tendré que ir a Marín (Ferrol) y desde ahí mi destino puede estar en la otra punta de España; en Cádiz, por ejemplo». En cuanto a la presencia específica de las Fuerzas Armadas en diferentes lugares de España hay bastante diversidad. «Hay ciudades como Jaca (Huesca) donde la proporción de militares respecto a la población civil es muy alta. Es habitual encontrar a personal de uniforme yendo a la compra o tomando algo después de salir de trabajar… Y se ve como lo más normal del mundo», comenta G. «Además están las dos ciudades militares por excelencia como son Ceuta y Melilla, donde hay una gran cantidad de efectivos desplegados y la interacción del personal con la población es también el pan de cada día».

La presencia del las Fuerzas Armadas por más del 80% del territorio nacional también tiene efectos en la España Vacía pues, con el tiempo, cualquier miembro tiene la posibilidad de afincarse en su lugar de origen: «Al ser una institución repartida por tantos lugares del país se puede estar en el Ejército y en casa al mismo tiempo. Si te esfuerzas y lo haces bien podrás acabar viviendo donde quieres, o de donde eres», apunta G. Esto es importante a la hora de analizar la migración forzosa de jóvenes por falta de oportunidades laborales en sus lugares de origen. Así, no solo la movilidad en el Ejército permite que los militares vivan durante años en lugares que normalmente serían poco atractivos, sino que al terminar la formación pueden volver a casa. 

La Operación Balmis en la España Vacía

Durante la pandemia se ha debatido incansablemente acerca del Estado de Alarma y sus consecuencias sociales y legales pero, mientras todo el mundo se quedaba en sus casas, el Ejército recorrió las ciudades y pueblos de la España Vacía apoyando en todo lo necesario. Esta operación se conoció como la Operación Balmis, en homenaje a la expedición humanitaria que lideró Francisco Javier Balmis en 1803, un médico militar que llevó la vacuna de la viruela a los territorios del imperio español en América y Filipinas.

En ella, más de 2.500 efectivos de los tres ejércitos, la UME y la Guardia Real se encargaron de labores clave para frenar la pandemia en pueblos «donde no habían visto militares desde hacía muchos años». Desinfección de residencias, producción de gel hidroalcohólico o antivirales y una atención social para garantizar que la acción del Estado no dejara a nadie en una situación de desamparo. Coordinada por el propio JEMAD, es un buen ejemplo de cómo funciona la presencia de las Fuerzas Armadas en los lugares donde no suele encontrarse la presencia de la Administración central.

Esta es una de las cuestiones más interesantes en la actualidad pues, en los últimos meses, no ha dejado de discutirse sobre la situación territorial en nuestro país a raíz la sociedad civil y los partidos políticos reivindicando una mayor presencia de las instituciones públicas y una descentralización de las mismas. Sin embargo, no se ha puesto el foco en el papel pionero de las Fuerzas Armadas. Ni las voces críticas ni las favorables han sido capaces de articular una respuesta con su papel como ejemplo, tal y como han lamentado los entrevistados. «España está dividida políticamente pero el Ejército es apolítico, representa al Estado y no tiene un color político concreto. Cuando las banderas no se llevan de una forma política pasa a ser un elemento vertebrador. En tiempos donde todo está tan dividido, al final, las instituciones apolíticas como las Fuerzas Armadas son importantes».

El Ministerio de Defensa busca ahora ‘descongestionar Madrid’, donde reside el 30% de los efectivos, para distribuirlos por otros municipios

El problema de la España Vacía promete ser uno de los grandes focos de atención social, política y mediática en el futuro; y ya es uno de los temas clave para entender el momento actual. El desarrollo de este debate marcará sin duda a varias generaciones que, desde hace años, viven una política territorial que no pone el foco en regiones con altas tasas de abandono y el envejecimiento, las más necesitadas de recursos y atención. Problema puede encontrar respuesta en la actividad que las Fuerzas Armadas.

En los últimos meses, el Ministerio de Defensa ha ahondado su propuesta en este sentido. Por ejemplo, en Monte la Reina (Zamora) está previsto el traslado de más de 1.000 efectivos al acuartelamiento de 42 hectáreas del que disponen, lo que supondría un incremento del PIB de más del 1% y aumentaría la población en casi 4.000 personas entre personal militar, civil y familiares. Del mismo modo, bajo el lema de Descongestionar Madrid, donde actualmente reside el 30% de los efectivos, se están organizando otras operaciones similares como el traslado de un regimiento desde la capital a Castrillo del Val (Burgos).

También se ha cerrado la construcción de una gran base dedicada a logística (el Plan COLCE, Concentración de Órganos Centrales Logísticos del Ejército) por la que pujaron localidades como Jaén, Toledo o Cuenca, que generará unos 1.600 empleos cualificados y que finalmente será desarrollado en Córdoba. Un asunto que ha traído cola en los Gobiernos locales y las plataformas antes mencionadas como Jaén Merece Más, una de las posibles candidaturas para las próximas elecciones andaluzas. Esto lleva a reflexionar sobre cómo influyen económicamente (y socialmente) este tipo de decisiones en las comunidades humanas que sufren a diario los efectos de la despoblación. Una inyección incuestionable, la del Ejército, que se traduce en cohesión social en algunos de los pueblos más pequeños del territorio nacional.

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