Sociedad

Carlos III, el hombre que lo hizo todo

Tal como señalan muchos historiadores, el suyo es el reinado con mayor brillo de la historia de nuestro país, comenzando una modernización que llega hasta hoy.

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31
enero
2022
Carlos III retratado por Anton Raphael Mengs (1728-1779).

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El azar fue quien quiso coronar a Carlos III, tercero al trono español en la línea sucesoria. Si bien los historiadores lo tildan de austero, lo cierto es que bajo su administración nuestro país pareció entrar en la modernidad.

Al llegar a la villa de Madrid, el monarca quedó desolado por su aspecto infecto y desastrado: no tardó en remozar la ciudad hasta colocarla a la altura de otras capitales europeas. De este modo, Carlos III ordenó el adoquinado de las calzadas, su alumbrado (con 4.000 velas de sebo a cargo de más de 150 faroleros), proyectó amplias avenidas, creó el primer servicio de ambulancia (con sillas cerradas, para proteger la dignidad del enfermo y resguardarle de posibles inclemencias), construyó más de 2.000 kilómetros de carreteras y 600 puentes, una red de alcantarillado que hacía de la urbe un lugar salubre, dispuso el antecedente directo de la policía urbana (una milicia formada por  personal inválido de guerra) e instituyó los alcaldes de barrio y las Juntas de Caridad, las cuales se encargaban de asistir a los desfavorecidos.

Aprobó el diseño de la actual bandera nacional –que surge no tanto por causas patrióticas como marítimas, para distinguir mejor a los barcos españoles– y el himno, atribuido al oboísta Manuel Espinosa de los Monteros. No solo eso: a Carlos III le debemos también el actual Banco de España, el Archivo de Indias, el nombramiento de la Inmaculada Concepción como patrona, los cementerios civiles, la autorización de los partos por cesárea (dada la alta mortalidad en ciernes) e incluso el impulso a los establecimientos de cafetería.

En materia educativa, tras la expulsión de los jesuitas, impulsó las Escuelas de Artes y Oficios –hoy denominadas Escuelas de Formación Profesional– e instauró el de San Isidro como modelo de enseñanza media. Asimismo, convocó las primeras oposiciones a cátedra de ámbito nacional y fundó los Colegios de Cirugía de Madrid y Barcelona.

Para Carlos III, el prestigio de la ciencia era fundamental para sostener el país

Uno de los grandes avances para el país fue la promoción de expediciones geográficas, antropológicas y botánicas, las cuales permitieron la entrada de nutridos conocimientos científicos que a su vez favorecieron el trazo de lo que se conoció como «eje de las ciencias»: el Real Jardín Botánico, el Real Gabinete de Historia Natural (origen del Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de América y actual Museo del Prado), y el Real Observatorio Astronómico. A ellos se añadió la Casa de Fieras, que poseía una generosa colección de animales, entre los que se encontraba un elefante (regalo de Simón de Anza Salazar, gobernador de Filipinas), un ciervo albino o una osa hormiguera. Para Carlos III, el prestigio de la ciencia era fundamental para sostener el país.

Pero su apuesta más ambiciosa fue, quizás, la menos conocida: así fue su proyecto de repoblación de zonas deshabitadas redactado por Campomanes, para el cual atrajeron a numerosos inmigrantes centroeuropeos. De este modo, al mismo tiempo que revitalizaban las distintas zonas de Sierra Morena y el Valle del Guadalquivir, fomentaban la agricultura y la industria y combatían el bandolerismo y sus consecuencias. Financiados por el Estado, se fundaron nuevos asentamientos: es el caso de La Carolina o La Carlota, en Jaén y Córdoba respectivamente, ocupados por extranjeros.

Promueve también algo que los artesanos acogen con entusiasmo, como son las industrias de bienes de lujo, trasladando a su vez la Real Fábrica de Platería Martínez –que desaparecería posteriormente durante el reinado de Isabel II– a un edificio en el Paseo del Prado. Las Puertas de Alcalá, Toledo y la extinta de san Vicente, las fuentes de Cibeles y Neptuno (que tantas desdichas y alegrías futbolísticas han simbolizados siglos después), el Hospital General de Madrid, la lotería nacional e incluso la popularización del agua de colonia son otros de los adelantos que trajo el reinado de este rey ilustrado. Uno que, sin embargo, nunca sintió el afecto de sus súbditos.

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