Medio Ambiente

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No habrá transición ecológica sin océanos sanos

En las Jornadas de Sostenibilidad 2021 organizadas por Grupo Red Eléctrica, figuras como la exministra francesa de Transición Ecológica, Ségolène Royal, o Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, reflexionan sobre el (necesario) lugar que ocupa el entorno marino en el camino a una prosperidad verde.

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01
septiembre
2021

El futuro será verde, o no será. Esta es la máxima que persiguen en la actualidad –y cada vez con más ahínco– gobiernos, empresas y sociedades de todo el mundo. En un planeta donde la temperatura global no deja de aumentar y eventos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, las alarmas internacionales ante la crisis climática resuenan cada vez más fuerte. Desde los Acuerdos de París de 2015 y a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas en 2020, la concienciación y el esfuerzo de todos los Estados confluyen para intentar por todos los medios hacer de este planeta un lugar más habitable, justo y verde para las futuras generaciones. No obstante, la transición ecológica no puede continuar desarrollándose sin pasar, obligatoriamente, por la regeneración de los océanos.

Estas grandes masas de agua que constituyen el 70% de nuestro planeta son la base de la vida: albergan hasta 200.000 especies animales –esas representan solamente las identificadas– y su biodiversidad sustenta a más de 3.000 millones de personas en todo el mundo. Además, son una pieza clave en la lucha contra el cambio climático puesto que absorben casi el 30% del dióxido de carbono producido por el ser humano. Todo ello evidencia la realidad: los objetivos de transición ecológica dependen necesariamente de la vida de nuestros océanos.

Cousteau: «Hemos perdido la mitad de la fauna que vivía bajo el mar»

A pesar de todo lo que el mar nos da, la creciente pérdida de biodiversidad marina y el aumento de la temperatura global dificultan su supervivencia. Nos encontramos en un punto de inflexión que, como ha indicado Alexandra Cousteau, fundadora de Oceans 2050, en el segundo día de las Jornadas de Sostenibilidad 2021 organizadas por el Grupo Red Eléctrica en el Museo Reina Sofía: «Hemos perdido la mitad de la fauna que vivía bajo el mar hace 80 años y los científicos estiman que nos queda tan solo una década para que desaparezca el 60% de los seres vivos marinos, lo que sería un punto sin retorno». O cambiamos ahora, o será demasiado tarde.

Desde su organización, Cousteau y el resto del equipo apuestan por la regeneración de los bosques oceánicos mediante el cultivo de granjas de algas, un tipo de acuicultura muy eficaz contra el cambio climático al ser capaz de contener grandes cantidades de carbono azul albergadas bajo los océanos. La superficie de estos cultivos todavía abarca 2.000 kilómetros a nivel mundial, ubicándose el 95% en Asia y solamente el 1% en Occidente, una cantidad que podría potenciarse, como indica la experta, con políticas públicas.

¿Los ingredientes? Información, tecnología y una voluntad conjunta. Junto a otros proyectos como la regeneración de arrecifes de coral a través de máquinas 3D y la expansión del cultivo de praderas marinas, Cousteau, junto el profesor Carlos Duarte, tiene previsto lanzar un Instituto para la abundancia del océano con el objetivo de materializar esta regeneración de cara a 2050.

Aguilar: «Debemos prestar atención a cómo medimos la huella ambiental de las empresas y su impacto en la biodiversidad»

En este cambio de paradigma también es fundamental el papel de las empresas. Grethel Aguilar, directora general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UINC), aseguraba que «sin las empresas, no tenemos futuro» por lo que urge hallar un método de producción exitoso que evite infligir (aún más) daño a la naturaleza. Pero con un matiz: aunque todos los agentes –sociedad, gobiernos y empresas– deben adoptar este compromiso, el foco de la reflexión debe enfocar hacia «cómo medimos las contribuciones, la huella ambiental, el impacto de las empresas en la biodiversidad y la responsabilidad de las empresas».

La conciencia ambiental está cada vez más presente en el ADN empresarial y, según las Naciones Unidas, el 93% de las 250 grandes corporaciones mundiales ya presentan informes de sostenibilidad sobre sus actividades. Así, los compromisos ponen sobre las mesas de negocios. Son datos que alimentan el optimismo del imaginario colectivo, como destacan desde la UINC, ya que, a pesar de esta situación crítica, «creamos las herramientas para que los gobiernos y las sociedades lo hagan bien, porque es posible. No solo creemos en el estado crítico del planeta, sino en la capacidad humana para cambiar las cosas».

Océanos, pero también equidad

Durante décadas, los modelos productivos que sostienen la economía han acostumbrado a relacionar un mayor consumo a una mayor calidad de vida. Pero esto, además de estar lejos de la realidad, resulta insostenible para el planeta, por lo que las sociedades deben repensar sus hábitos. Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, advirtió durante las Jornadas que «no hay transición ecológica sin una transición cultural», reto que lleva implícita la equidad a fin de asegurar un cambio justo que no deje atrás a la población más vulnerable.

Royal: «No se le puede pedir a la ciudadanía que pague impuestos para tener una energía más limpia»

A nivel internacional, las miradas están puestas en la próxima Conferencia sobre el cambio climático en Glasgow (COP26). Ségolène Royal, exministra de Transición Ecológica de Francia, destacaba así la importancia de actuar de forma concreta e incidir en el gran valor del trabajo que realizan a diario las organizaciones no gubernamentales a nivel mundial, sobre todo en los países más pobres que, a pesar de ser los menos responsables del cambio climático son los que más sufren sus consecuencias. Por tanto, indicaba la exministra, debe afianzarse el vínculo de la sociedad con la transición ecológica partiendo de unas políticas que abandonen la ecología punitiva: «No se puede pedir a la ciudadanía que pague impuestos para tener energía más limpia».

El exponente para la fórmula de la transición ecológica a la par que cultural lo encontramos, así, en la equidad social. De este modo, la exministra francesa concluyó su intervención abogando por abordar la transición energética como un reto y, al mismo tiempo como una oportunidad, con la guía firme de los Acuerdos de París de 2015 en la mano. Solo así se podrá hablar de una prosperidad verde real, equitativa y global.

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