Siglo XXI
Adictos al móvil: la droga digital del siglo XXI
Escuchar la palabra «adicción» ligada a ese pequeño dispositivo que ya tiene un lugar fijo en nuestro bolsillo, junto a las llaves y la cartera, es algo cada vez más habitual. En España, el 21% de los adolescentes españoles es adicto a la red y el 35% de los adultos utiliza su móvil cada seis minutos.
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Hay algunas preguntas que hoy nos suenan cotidianas. ¿Te cuesta trabajo permanecer sin Internet varios días seguidos? ¿Utilizas el teléfono móvil más de lo que debieras? Si algún día no tienes el móvil, ¿te sientes incómodo o como si te faltara algo muy importante? Casi ocho de cada diez españoles respondería que sí, según desvela un estudio elaborado por Desconecta, un centro de salud mental para adolescentes con sedes en Madrid y Barcelona, donde el 77% de los encuestados reconoce sentirse dependiente del teléfono móvil. Esas preguntas forman parte de un test propuesto recientemente por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en colaboración con la Universidad Complutense y la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Cualquier usuario puede acceder a él para conocer, en pocos minutos, si es adicto a Internet, las redes sociales y, en definitiva, el móvil, nuestra ventana principal al maremágnum virtual.
Escuchar la palabra «adicción» ligada a ese pequeño dispositivo que ya tiene un lugar fijo en nuestro bolsillo, junto a las llaves y la cartera, es algo cada vez más habitual. La psicología ya la trata como una patología con definición propia: nomofobia. «Aunque no existe una categoría expresa en el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales que catalogue el excesivo uso del móvil como un trastorno de la adicción, sí es cierto que existen características con las que se comparten grandes similitudes con otros trastornos como pudiera ser el de dependencia de sustancias», explican desde el centro de psicología Psicoadapta. «El síndrome de abstinencia, la tolerancia y la pérdida de control por no usarlo, son algunas de las características compartidas por ambos».
Masip: «El teléfono móvil puede ser tan adictivo como las drogas, y ya está causando estragos porque hay consecuencias reales y tangibles»
En Desconecta plantean una serie de escenarios que ya son reales: «La nomofobia es el miedo irracional a salir de casa sin el móvil o no llevarlo con nosotros. El grado de ansiedad y malestar excesivo que estas personas pueden llegar a sufrir cuando su móvil está apagado, fuera de cobertura, sin batería o lo olvidan en algún lugar es alto, y supone tal conflicto en su persona como para manifestar intranquilidad en un lugar e incluso volver a casa a por él como consecuencia del estrés que les genera saber que estarán desconectados por un tiempo». Además, la nomofobia no solo produce ansiedad en quien la padece. En el caso de los adolescentes, crea un caldo de cultivo que pude derivar en situaciones perversas. «El primer acceso a la pornografía se da en España a los 8 años», apunta Marc Masip, director y fundador de Desconecta. «El cyberbullying es una práctica cada vez más habitual, o el envío de fotos íntimas a otros». Y advierte: «El teléfono móvil puede ser tan adictivo como las drogas, y ya está causando estragos porque hay consecuencias reales y tangibles».
No estamos hablando de casos aislados, y menos en nuestro país. Otros resultados de la encuesta previamente mencionada alumbran que el 21% de los adolescentes españoles es adicto a la red, casi el doble que la media europea, y cerca de la mitad reconoce que tiene «un contacto activo» con su móvil cada 15 minutos. No obstante, sería un error circunscribir la nomofobia a esa franja de edad: un 35% de los adultos de entre 25 y 35 años preguntados en la misma encuesta utiliza su móvil cada seis minutos. Este estudio se realizó en 2015, y si se tienen en cuenta las estadísticas ascendentes de penetración y uso del teléfono móvil desde entonces, lo más probable es que estos datos experimentaran un crecimiento exponencial. «Es un problema generalizado, no hay unas edades en las que la dependencia sea mayor que en otras, y sería un error pensar que los adolescentes son más adictos», explica el experto. «La diferencia es que los adultos tienen la conciencia y la capacidad de entender la vida sin pantallas, cosa que los adolescentes no han experimentado nunca porque ya nacieron con ellas. Es un momento trascendental de su vida y su personalidad, y una mala decisión puede repercutir mucho en su futuro».
Circunscribir la nomofobia a una franja de edad sería un error: un 35% de los adultos de entre 25 y 35 años utiliza su móvil cada seis minutos
Con todo, Masip advierte de que sería un error presentar el móvil como algo pernicioso. «Las nuevas tecnologías, el móvil y las redes sociales son cosas positivas, pero siempre que se les dé un buen uso». «No se puede decir lo mismo de los videojuegos. La OMS ya ha ratificado que son perjudiciales, y en 2022 los incluirá en la categoría de causa de adicción patológica», matiza. Aunque la adicción al móvil puede provocar aislamiento social, es cierto que quienes la padecen no pierden la conciencia de la realidad: simplemente eligen el mundo digital porque ahí están más cómodos. «No son adictos a una videojuego o a una red social, sino a la sensación que les produce. Es una zona de confort en la que se sienten valorados y pertenecientes a un grupo. ¿Por qué me drogo, por qué bebo alcohol? Porque tengo un problema. Nuestro tratamiento busca ese problema, el origen, no el síntoma», puntualiza.
Los psicólogos que tratan esta adicción, a diferencia de otras como las drogas, concluyen en que deben lidiar con los ardides de las grandes tecnológicas para aumentar su número de usuarios… Y su tiempo. Ensayos como El enemigo conoce el sistema, de Marta Peirano, o el reciente documental de Netflix, El dilema de las redes sociales, dan pruebas fehacientes de que Facebook, Instagram o Youtube, por poner tres ejemplos, emplean algoritmos para aumentar el enganche de quienes las utilizan. Sin ir más lejos: Whatsapp acaba de añadir la posibilidad de duplicar la velocidad de reproducción de los audios. «El objetivo es, claramente, aumentar el número de mensajes de voz, y por tanto el uso de esa red; es como luchar contra un monstruo», señala Masip.
En esta misma línea, desde la plataforma divulgativa de salud sin ánimo de lucro HelpGuide señalan que «un teléfono inteligente puede ser una herramienta muy productiva. No es el aparato el que crea compulsión, sino las aplicaciones, los videojuegos y los mundos en red a los que nos conecta». Y concluyen: «Cuando pasas más tiempo en las redes sociales o jugando que interactuando con personas reales, esa hora de reevaluar tu relación con la tecnología».
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