Sociedad

¿Hablan realmente los jóvenes peor que antes?

‘Crush’, ‘en breves’, ‘hype’… Las nuevas formas de comunicación de los jóvenes, fomentadas por el entorno digital, preocupan a algunos docentes y expertos del lenguaje, que consideran mermada su capacidad para expresarse en el mundo físico.

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13
mayo
2021
Fotograma de ‘The Social Dilemma’

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Dos jóvenes de unos 17 se encuentran por la calle. «¡Keloké! Buah, hermano, tengo un hype por la fiesta de mañana… En plan, que no voy a dormir hoy», dice uno. «¡Real! O sea, que mis viejos nos dejen la casa cunde mazo, loco!», responde el otro. Si el lector/a no ha entendido la mitad de las expresiones –y hasta se ha llevado las manos a la cabeza– muy probablemente tenga más edad que los milenials, nacidos entre los ochenta y el 2000, y esté más lejos aún de los centenials (mediados de los noventa a mediados de los dos mil).

«Escribir (o hablar) mal no es algo nuevo, basta mirar los encabezados de los correos. Más del 80% de las personas no sabe que van con coma vocativa y dos puntos: ‘Buenos días, María:’», asevera Jorge Blas, jefe de estudios de la sección de alemán y profesor de lenguaje del instituto público Francisco Giner de los Ríos (Madrid). «Ahora las redes sociales lo evidencian y lo retroalimentan. Lo que se escribe (mal) llega a muchas personas», explica este profesor cuyo alumnado se sitúa entre primero de la ESO (11 y 12 años) y segundo de Bachillerato (17 años).

Arjona: «A la hora de evaluar a los alumnos en lenguaje hemos bajado el listón»

En España, la legislación marca que los menores pueden tener redes sociales a partir de los 14 años. Las compañías registradas en otros países rebajan esta edad hasta los trece, como Snapchat o WhatsApp. Con permiso de los padres o tutores, los menores pueden tener su propia cuenta a partir de los trece en YouTube e Instagram y de los catorce en Facebook, según datos de internautas.org. «Sin embargo, si en una clase de niños y niñas de doce años preguntas cuántos no tienen móvil ni redes sociales, apenas dos levantarán la mano», concluye Blas.

Pilar –usa nombre ficticio porque prefiere evitar mencionar el centro donde imparte clases de lengua y literatura– se confiesa «desesperada» por la falta de interés y esfuerzo de su alumnado, también entre 12 y 17 años de edad. «Los referentes culturales actuales son fotos y vídeos cortos que, si pasan del minuto, ya no interesan. En casa no leen, como antes. Muchos jamás han oído hablar de Romeo y Julieta, el Vaquilla o la ETA…».

Denuncia que los padres no fomentan la lectura, que solo quieren que sus hijos aprueben, y asegura que el profesorado del centro se siente presionado: «Nos dicen que no puede ser que sus hijos suspendan’‘algo como lenguaje’. No son conscientes de que el lenguaje es tan (o más) importante que las matemáticas para su desarrollo».

El lenguaje: ¿tan importante como las matemáticas?

Un editorial publicado recientemente en la revista Science asegura que «el lenguaje juega un papel central en el cerebro humano, desde cómo procesamos el color hasta la forma en que hacemos juicios morales». De esta forma, influye en los recuerdos, la codificación de olores y notas musicales, la orientación, el razonamiento, la toma de decisiones o incluso la expresión de emociones. «Es imposible que un niño que no se expresa bien en castellano lo haga bien en otra lengua extranjera», apunta Jorge Blas. Pilar asegura no entender cómo alguien que comete tantas faltas de ortografía y sintaxis saque ochos y nueves en otras asignaturas. «¿Cómo es posible que haya llegado hasta aquí?», se pregunta.

Amparo Arjona, tutora de quinto de Primaria en la escuela Ca N’Alzamora (Barcelona), asegura que los alumnos «con diez años tienen un léxico bastante pobre. En los exámenes te encuentras palabras como guay, chuli… completamente fuera de registro. La comprensión del lenguaje también la llevan mal». En los 15 años que lleva como docente, cree que lo que ha empeorado son los hábitos de lectura. A la hora de la evaluación final de lenguaje suspenden muy pocos, uno o dos. «Tenemos varios parámetros para que un alumno al que se le da mal la ortografía no suspenda solo por eso: presentación, cohesión, expresión oral… Aunque lo cierto es que hemos bajado el listón», confiesa.

Y añade: «¿Para qué esforzarse si Youtube o los videojuegos se lo ponen más fácil?». Según el último Estudio sobre el uso de redes sociales en España de The Social Media Family, YouTube es la red que más seguidores jóvenes concentra: el 76 % tiene entre 16 y 30 años. Otra investigación, esta vez el Estudio de Redes Sociales 2021 de IAB Spain, demuestra que TikTok, la red preferida de los más jóvenes, es la que más creció en 2020, del 14 al 53%; seguida de Twitch, del 12 al 21%. Instagram también va al alza.

A esto se suma que «muchos padres y madres aún sobreprotegen a sus hijos». Son los ‘padres helicóptero’, aquellos que sobrevuelan a su descendencia todo el rato, impidiendo que aprendan a gestionar sus emociones –incluso haciéndoles los deberes, como confiesan varias madres–.

Berná: «Intentar frenar las nuevas formas de comunicarse es ponerle puertas al campo»

Lluís Pastor lleva 27 años dando clases en la universidad. Es profesor de Comunicación en la UOC y de lenguaje en Blanquerna o la UAB (Barcelona). «Los alumnos que en el año 2000 iban justos en conocimientos lingüísticos son los buenos de ahora», espeta. Dice que el problema no es que se escriba menos –de hecho, ahora con las redes sociales, se escribe más que nunca–. «El caos lo crea la ‘sociedad de la prisa’, la gran cantidad de información que se mueve a un ritmo frenético y que se divide en unidades muy pequeñas, como un túrmix informativo. Mi hija de 21 años tiene que ver películas clásicas, como Seven o Forrest Gump, en dos o tres días. La ingesta de tanta información les es imposible de golpe».

Shippeo, cringe, crush, creepy... son las primeras palabras que le vienen a la cabeza a David Berná, profesor del Departamento de Antropología Lingüística de la Complutense de Madrid, al preguntarle cómo hablan sus alumnos. Él concibe el lenguaje como otra práctica cultural, en continuo desarrollo, ahora más (si cabe) por el mundo hipercomunicado en que vivimos. «Las nuevas tecnologías son ya un espacio de creación cultural, de lenguaje, un lugar donde los jóvenes viven, ligan, pasan ratos de ocio o se acosan…», explica. Según Berná, el cambio de milenio ha traído consigo un nuevo uso del lenguaje escrito, pero con el ritmo del hablado, y opina que «intentar frenar las nuevas formas de comunicarse es ponerle puertas al campo».

La RAE opina

«Tengo doctorandos que dicen en breves y en plan a todas horas, y es cierto que no suena bien. Pero una cosa es la evolución de la lengua oral y, otra, la de la lengua estándar», explica Inés Fernández-Ordóñez, Académica de la RAE y Catedrática de Lengua Española de la UAM. Para la letra ‘P mayúscula’ de la RAE, que la lengua oral cambie es algo totalmente irremediable: hay palabras que se incorporan y se desechan constantemente porque cambia su prestigio comunitario.

«No pasa nada si alguien escribe osea todo junto en un wasap o pone emojis en vez de palabras; lo malo es si lo escribe en un contexto que no toca, como un trabajo universitario o un artículo periodístico. Es como si yo me presento en biquini a dar una clase», añade. El problema es no dominar la lengua estándar, la teórica que nos han enseñado, para usarla cuando toca. Pero, si ciertos errores se generalizan y vuelven comunes, ¿puede cambiar la ortografía? «Si la lengua que usan personas con cierto nivel cultural se consolida (como ya pasó con el imperativo ‘iros’, con erre), tarde o temprano se acabará aceptando».

Los nuevos referentes culturales

Un grupo de jóvenes escucha un rap de Ayax y Prok en el parque mientras tres wasapean y los otros miran Instagram.

Se ríen de ti ¿Y es que no te das cuenta?

Décadas de ‘trena’ por cargarse un ‘munipa’, no ‘renta’

Mira que si, mira que va

Voy a hacer un ‘crowdfunding’,

Pa’ comprar un ‘AKA’ y follarme a to’ esos ‘trendys’,

Vosotros ‘pin pin’, yo ‘pum pum’

Dos chicas de trece graban tiktoks en mitad de un campo de cebada. Mientras tanto, las editoriales de libros de lenguaje optan por añadir vídeos para explicar el temario y la profesora de primaria enseña a los críos cómics y audiolibros.

En Twitter es trending topic el programa de La isla de las Tentaciones. Los martes, en Twitch, una influencer hace directos de videojuegos y, los jueves, para su club de lectura. Dos milenials, Ana Iris Simón y Andrea Abreu, rompen la imprenta con el éxito de sus primeras novelas. Los audiolibros viven una edad dorada gracias a las generaciones más jóvenes. «Los jóvenes de hoy no parecen tener respeto alguno por el pasado, ni esperanza ninguna para el porvenir”, dijo Hipócrates hace veintiséis siglos.

¿Cuáles son las palabras de los jóvenes?

Estas son algunas de las palabras y expresiones más comunes entre los jóvenes de 11 a 23 años, recopiladas a partir de redes sociales, los docentes entrevistados y un compendio del Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación:

-En breves: en breve.

-En verdad: realmente, verdaderamente.

-To flama: muy chulo, que mola mucho.

-Bb: bebé (trato cariñoso).

-XD: risa.

-Hype: expectación, nerviosismo.

-Literal: tal cual.

-Real: para dar énfasis a “tal cual”.

-Osea, enserio, aveces: o sea, en serio, a veces.

-Random: algo poco usual.

-De chill: de tranquis, relajadamente.

-Cringe: dar vergüenza ajena, asco.

-Lol: risa.

-Stalkear: espiar las redes sociales de alguien.

-Cayetano/a: pijo/a.

-Boque: que nunca ha dado un beso.

-Cani/choni/jenny: hortera, persona chunga, barriobajera.

-Crush: persona que te gusta, pareja ideal.

-Me ha abierto: me ha escrito.

-Shippeo: ligoteo.

-Salseo: movida.

-Me cunde: me satisface, me sirve.

-En plan: es decir, por ejemplo.

-Nude: foto una persona desnuda.

-Le damos: vamos a hacerlo.

-Tener flow: Ser original, tener estilo.

-24/7: Todo el día.

-RT: Lo mismo digo, yo también, ídem.

-Boomer: persona mayor.

-Hater: criticón.

-Niflis/ ni de flais: ni en broma.

-Te has chetao: te crees más de lo que eres.

-Algo semao: que es muy fuerte, que se ha salido de madre.

-KLQ, Keloké: ¿Qué es lo qué? (Saludo)

-¿Qué ladras?: ¿Qué dices?

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