Siglo XXI

Tim Berners-Lee y el Internet obsoleto

Tres décadas después de su lanzamiento, Tim Berners-Lee, el padre de Internet, busca devolver a la población el control de sus datos. Y tiene la tecnología para hacerlo.

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01
marzo
2021

En 1989, un ingeniero computacional del Centro Europeo de Física Nuclear (CERN) de Ginebra desarrolló un sistema que combinaba el lenguaje de hipertexto con la red de comunicaciones de Internet para intercambiar información entre los más de 10.000 científicos de la comunidad. Tim Berners-Lee llamó a su invento Red Informática Mundial (World Wide Web, en inglés). Aunque entonces no era consciente de ello, aquel británico acababa de cambiar el mundo para siempre. 

Durante los años posteriores, Berners-Lee perfeccionó su creación y, en 1994, fundó el World Wide Web Consortium (W3C) con el objetivo de establecer unos estándares comunes que pusieran orden en los mecanismos de la gigantesca puerta que él había abierto. Su intención era facilitar que todo el mundo pudiera acceder al potencial de aquel vasto foro de intercambio en el que se había convertido Internet. Y es que Berners-Lee siempre concibió la web como un espacio libre, colaborativo y abierto. 

Tres décadas después, al padre de la actual red de redes no le gusta la deriva mercantilista hacia la que las corporaciones tecnológicas han dirigido a su criatura. El londinense se muestra especialmente escandalizado por el modo en que grandes plataformas como Facebook, Twitter o Google controlan la información y las opiniones que cruzan el planeta usando las autopistas de la World Wide Web. La impunidad con la que numerosas filtraciones de datos han acabado sirviendo para alimentar estrategias electorales, o el sistemático trasiego de datos personales de los usuarios a cambio de servicios gratuitos de valor añadido, tampoco son del agrado de este pionero tecnológico.

Una red obsoleta

Para devolver a Internet a su senda primigenia, Berners-Lee se embarcó hace unos años en un nuevo proyecto en el que colabora, entre otros, con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Inrupt, su empresa, persigue un renacimiento de una Internet que, opina, se ha quedado obsoleta.  La compañía ha desarrollado Solid, una nueva arquitectura de datos que persigue acabar con las trampas para la privacidad, propiciar un sistema más libre de interconexión entre redes y devolver el control de los datos individuales a sus legítimos propietarios. 

Así, Solid facilita a los usuarios la creación de sus propios almacenes de datos personales (POD), lo que les permite ejercer un control total sobre su información personal y decidir libremente a quién y cómo la ceden. Por lo demás, el navegante no encuentra grandes diferencias de uso: Inrupt cuenta con servicios de mensajería instantánea, correo electrónico y hasta una red social en la que compartir contenido. 

Con su órdago, Berners-Lee cuestiona el dogma que trata de justificar la apropiación de datos bajo el pretexto de que la publicidad es el único modo de monetizar los servicios en línea. Pero, ¿sería viable un modelo en el que el usuario no tuviera que ceder sus datos a cambio de obtener recomendaciones de otros libros de su autor favorito o de grupos de música similares a los que escucha por streaming? ¿Habría usuarios dispuestos a a pagar por esas recomendaciones? ¿Por cuánto tiempo?

Mientras esas incógnitas se resuelven, algunas organizaciones como el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS), la BBC, NatWest Bank o el Gobierno de Flandes ya han comenzado a usar los servidores de Inrupt. Tim Berners-Lee quiere cambiar el mundo… Otra vez. 

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