Cambio Climático

Hacer sostenible el Green Deal requiere un mecanismo de ajuste de carbono en frontera

La Unión Europea puede utilizar su peso específico de potente mercado de consumidores y obligar a los demás países a que recorten sus emisiones.

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Carla Lucena
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09
diciembre
2020

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Carla Lucena

La Unión Europea, al igual que todas las regiones industrializadas, genera CO2, el principal causante del calentamiento global. Sin embargo, solo una parte pequeña de las emisiones globales se produce en Europa, el 9%; China, por ejemplo, produce un tercio. Así que, por mucho que Europa haga sacrificios y reduzca aún más sus emisiones, la repercusión va a ser muy pequeña. ¿Qué puede hacer la UE en beneficio propio y del planeta? Puede, por ejemplo, utilizar su peso específico de potente mercado de consumidores y obligar a los demás países a que recorten sus emisiones. ¿Cómo? Con un mecanismo de ajuste de carbono en frontera.

La idea básica es muy sencilla: igual que los productores europeos tienen que pagar un precio por el CO2 que generan, los demás países tendrían que pagar ese precio cuando exporten sus productos a Europa. Ahora mismo, si uno produce cemento, aluminio o cerámica en Europa, tiene que pagar por el CO2 que ocasiona; si lo importa, no. Este mecanismo, claramente, no sirve. Por un lado, el planeta no mejora, porque a la Tierra le da igual dónde se genere el CO2. Por otro, origina unos incentivos perversos, incentivos a favor de trasladar la producción fuera de Europa.

Profundicemos un poco. No existe un Gobierno global capaz de obligar a la comunidad internacional a cooperar en la provisión de bienes públicos, como la lucha contra el cambio climático. Por el momento, todos los intentos de colaboración en este campo se han caracterizado por ser estrictamente voluntarios, como el protocolo de Kioto de 1997 o el Acuerdo de París de 2015. Estos esfuerzos han tenido un éxito limitado, ya que no son vinculantes y no tienen mecanismos para evitar el oportunismo: cuando un país –o, como en el caso de la Unión Europea, una determinada región del mundo– hace un esfuerzo por reducir su huella de carbono, todos los demás se benefician de ese esfuerzo, mientras que el país o la región que reducen la huella son los únicos que lo asumen. El resto de países puede dedicarse a producir y a crecer, dejando las preocupaciones y el coste de las inversiones climáticas a otros: de todas formas, ellos también se beneficiarán de la reducción de emisiones.

«Si este mecanismo se convirtiera en la nueva regla de juego, aportaríamos una solución a una de las mayores amenazas para la vida en el planeta»

El economista, y premio Nobel de economía en 2018, William Nordhaus defiende –al igual que otros antes que él– el desarrollo de un Club Climático para resolver este problema. Los clubes son mecanismos de provisión de bienes públicos en los que los socios pagan sus cuotas y pueden excluir a los que no son socios. En este caso, la idea es que los miembros se comprometen a reducir sus emisiones de carbono y a penalizar a los no socios mediante tarifas si desean exportar bienes a los países del club. De esta manera, se aplicarían los mismos costes por las emisiones de carbono tanto a los productos fabricados dentro del club como a aquellos que se importen, eliminando los incentivos para la deslocalización de la producción fuera de los países del Club Climático.

El mecanismo de ajuste de carbono en frontera es el elemento clave que puede permitir la formación de este Club Climático. Mediante su introducción, uno puede imaginar un equilibrio final en el que el número de sus miembros sea lo suficientemente grande, y las tarifas lo suficientemente altas, como para que todos tengan un incentivo para contribuir a la reducción de emisiones de carbono y unirse al club. Si este mecanismo de ajuste se convirtiera en la nueva regla de juego, estaríamos aportando una solución a una de las mayores amenazas para la supervivencia de la vida en nuestro planeta.

Desde el Parlamento Europeo estamos trabajando en una propuesta legislativa en este sentido para su aplicación en la UE con tres pilares fundamentales: equidad entre productores europeos e importadores, asegurando un único precio por las emisiones de carbono y aplicando dicho precio a los mismos sectores; objetividad a la hora de medir el contenido de carbono de las importaciones, a través de su contenido en materias primas; y, compatibilidad con las reglas de la Organización Mundial del Comercio.

Si queremos conseguir la neutralidad medioambiental europea sin caer en la desindustrialización y, al mismo tiempo, tener un impacto real en la reducción de emisiones de carbono a nivel mundial, es esencial un mecanismo de ajuste de carbono en frontera. De esta manera estaríamos creando el marco regulatorio necesario para que se intensifiquen las inversiones verdes a nivel mundial. Además de las palabras, hechos.


Luis Garicano es jefe de delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo y vicepresidente y portavoz económico de Renew Europe.

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