Educación

Cinco formas diferentes de volver a la escuela

Las clases han empezado en medio mundo y los países más vulnerables han tenido que adaptarse a la nueva realidad. Desde World Vision cuentan cómo ha sido ese regreso a las aulas –en ocasiones digital– en Filipinas, Uganda, Jordania y Colombia.

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18
septiembre
2020

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Este año la vuelta a la escuela está siendo muy diferente a la de cualquier otro. Debido a la COVID-19, más padres solicitan sus útiles escolares por internet. Las mascarillas y el desinfectante de manos se han convertido en artículos imprescindibles. Y, para muchas familias, sus listas incluyen nueva tecnología para permitir el aprendizaje electrónico. Antes de la pandemia había alrededor de 258 millones de niños y jóvenes sin escolarizar en todo el mundo y, según el Banco Mundial, más de mil millones de niños y niñas se han visto afectados por el cierre de escuelas. Algunos de ellos, de entornos privilegiados o de países con altos ingresos, pudieron adaptar sus estudios al aprendizaje online, mientras que muchos otros niños y niñas más vulnerables se han quedado atrás. Sin acceso a la educación, los menores de países de bajos ingresos se enfrentan a desafíos todavía mayores, incluida la disminución de oportunidades en el futuro y un mayor riesgo de violencia y matrimonio infantil.

World Vision se compromete a colaborar para que los niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad. Y, en la era de la COVID-19, la innovación es fundamental para hacer posible este acceso en los lugares más desafiantes del mundo.

Nexi (Filipinas) estudiará las lecciones por módulos impresos

Nexi, de 12 años, se graduó como la mejor estudiante de su clase en una ceremonia online. «Esperaba poder caminar sobre el escenario con mis padres cuando recibiéramos la orla. Lamentablemente, el virus no nos dejó, aunque entiendo que la seguridad es lo primero», dice. Como la mayoría de los niños, Nexi prefiere el aprendizaje presencial.

Isaac (Uganda) recibe lecciones por radio

Isaac, de 14 años, vive en el campo de refugiados de Bidibidi, en Uganda, con su hermano pequeño, su madre adoptiva y sus tres hijos. Originario de Sudán del Sur, él y su hermano huyeron del conflicto en 2017. Antes de la COVID-19, iban a la escuela todos los días a las y ayudaban a su madre en el campo los fines de semana. Cuando las escuelas cerraron, las lecciones comenzaron a difundirse a través de la radio.

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Isaac y sus hermanos se encuentran entre los 15 millones de niños en Uganda que se han visto afectados por el cierre de la escuela en marzo. «Algunos de mis amigos están muy lejos, solo los veo cuando vamos a clase. Los echo mucho de menos», explica, y añade: «Quiero estudiar mucho y ser el presidente de Sudán del Sur en el futuro para volver a mi país y devolverle la paz».

Nahed (Jordania) enseña a través de WhatsApp y Zoom

Nahed ha estado enseñando inglés con el programa de educación de recuperación de World Vision desde 2015 a menores refugiados sirios y a niños jordanos. El objetivo de esta iniciativa es evitar que aquellos que tienen dificultades para aprender abandonen la escuela. Cuando llegó la COVID-19, Nahed y otros maestros del programa fueron capacitados para impartir clases de forma remota utilizando herramientas como WhatsApp y Zoom.

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«Tenía muchas preocupaciones respecto a los métodos de enseñanza a distancia, pero desde que comencé a enseñar desde casa, la experiencia ha sido totalmente diferente de lo que pensaba. Es como si tuviera a los estudiantes en el aula conmigo. Con la interacción en línea en los grupos de WhatsApp y las sesiones de Zoom semanales puedo ver que los estudiantes están entendiendo las lecciones y recibiendo el material correctamente. Me siento feliz al ver que mis alumnos son muy receptivos y que entregan sus tareas a tiempo», explica el profesor.

María (Colombia) recupera la tradición de tejer bolsos

María es miembro de la comunidad indígena wiwa que vive en la región de La Guajira en Colombia. Durante el confinamiento, ella y otras mujeres de su comunidad comenzaron a enseñar a los niños y jóvenes a tejer bolsos, una tradición que se remonta cientos de años.  World Vision, en asociación con Education Cannot Wait, está proporcionando materiales culturalmente apropiados a las comunidades indígenas wayú, wiwa y kogui y a las comunidades afrocolombianas de la zona, para fomentar las formas de arte tradicionales, como el tejido, la pintura y la narración de cuentos.

Fotografía de Education Cannot Wait

«Para nuestra cultura tejer es muy importante. Cuando tejemos, estamos construyendo: comenzamos con algo pequeño para que a medida que tejamos, crezcamos nosotras también. Si aprendo a tejer bien, tendré una buena vida», asegura María. Mientras aguardan a que la escuela vuelva a abrir, los niños y niñas de La Guajira no esperan para recibir una educación.

Santos (Uganda) ha puesto en práctica la enseñanza móvil

Santos, de 23 años, es un maestro de Sudán del Sur que vive en el asentamiento de refugiados de Bidibidi, Uganda. Se convirtió en maestro para ayudar a los niños de su comunidad. «Después de ver cómo los niños luchaban para aprender, me inscribí en la escuela de maestros de primaria y me hice profesor para ayudar a mi gente», cuenta. Cuando las escuelas cerraron en primavera, vio una vez más cómo los niños tenían que luchar: algunos se habían vuelto inactivos en casa, trabajaban con sus padres y algunas niñas del pueblo se habían quedado embarazadas, lo que le empujó a iniciar un programa de enseñanza móvil, trabajando voluntariamente durante el encierro.

Santos enseña en grupos de diez niños como máximo, al aire libre siempre que es posible para tener suficiente espacio entre los alumnos y cumplir con el distanciamiento físico. Dondequiera que imparta sus clases, se asegura de que haya instalaciones para lavarse las manos antes y después de la lección.


Alison Ralph es miembro de World Vision en Canadá

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