«¿En qué momento nos hemos creído con el derecho a usar el planeta a nuestro antojo?»
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«Considero al planeta como un ente vivo, la madre Tierra responsable del resto de seres vivos. Si nosotros tratamos mal a los seres vivos es como pegar a la madre naturaleza». La actriz Clara Lago explica así el porqué de su cuento Madre Tierra, publicado el año pasado en el libro de relatos Habla de nosotros. Su historia narra una reunión de todas las especies que existen con el origen de todo: nuestro planeta.
Cuando se zambulló en la escritura del texto, la actriz quiso ser plenamente consciente de la crisis medioambiental en la que estamos sumergidos y, por consiguiente, de la importancia de cuidar nuestro entorno. La falta de compromiso por conservar la Tierra se presenta como una de sus grandes preocupaciones: «¿En qué momento nos hemos creído con el derecho a usar el planeta a nuestro antojo? No es justo ni inteligente porque los primeros perjudicados somos nosotros», analiza. Lago cuestiona al ser humano por autoproclamarse como la especie más avanzada: «Si desapareciésemos, el planeta se reconstruiría y sería hasta positivo. Sin embargo, si por ejemplo las abejas desaparecen –como ya está ocurriendo–, la naturaleza sale dañada. Hay otros animales infinitamente más importantes que nosotros». Además, la actriz no tiene reparos a la hora de reconocer que estamos «cargándonos nuestra propia especie». «Tenemos una gran inteligencia, pero no la estamos usando en la dirección que deberíamos. El ser humano es capaz de lo más increíble y de lo más terrible», añade.
«El ser humano es capaz de lo más increíble y de lo más terrible»
Lago está segura de que la educación es el camino a seguir para cambiar las cosas. Para ella, enseñar desde el amor en vez desde el miedo, sin hacer juicios de valor, es la clave del cuidado de la naturaleza. «Si educas desde la empatía, amar a tu planeta es mucho más gratificante y te motivará más para seguir haciéndolo. Conseguirás atraer a más gente para que lo haga. No es bueno usar la política del miedo», explica.
A pesar de todo el camino que queda por recorrer, la acción climática está instalada en la esencia de todo un movimiento que en el último año ha hecho más ruido que nunca: Leonardo DiCaprio o Greta Thunberg son tan solo algunas de las caras conocidas que se encuentran entre los miles de activistas que gritan que no hay un planeta B. Aún así, Lago recuerda que, como repite una y otra vez la activista sueca, los políticos son quienes tienen el poder para cambiar las cosas de verdad. «No hay unos gobernantes que pongan límites, que hagan leyes con según qué recursos, que apoyen la apuesta por energías renovables o la investigación para desarrollar otro tipo de producción. Estamos abocados a lo que manden las grandes empresas, las grandes multinacionales de combustibles fósiles, las farmacéuticas y un largo etcétera. En el fondo, las empresas son las que gobiernan», opina.
Lago hace una llamada a la ciudadanía para que tenga en cuenta el poder de sus decisiones de consumo. «Vivimos en un país consumista. Ese gesto tan cotidiano de pasar la tarjeta de crédito por el datáfono es comparable al de acudir a las urnas durante las elecciones. El dinero y el comercio mueven el mundo», apunta. Más allá del voto, el poder de los ciudadanos reside en su capacidad de elegir qué, cómo y cuándo comprar. «Si mucha gente se interesa en un producto, alguien ve filón económico y decide invertir en ello. Es una manera de cambiar las cosas y la gente no es consciente de eso», admite la actriz.
Hacia una vida sostenible
Clara Lago reconoce que fue un documental que le enseñó su hermano lo que hizo que se parase a pensar y recapacitar sobre su alimentación. Tras su visionado, hizo un ejercicio de evaluación de sus prioridades y lo vio claro: para poder vivir consigo misma tenía que abandonar el consumo de cualquier alimento de origen animal. Así, se interesó por el movimiento vegano y pronto se sumó a él. Sin embargo, la actriz resalta la importante de tomar una decisión así de trascendental desde el conocimiento y la información. Por eso, recomienda leer el libro Hacia un futuro vegano de Tobias Leenaert «para no volvernos locos con todas esas cosas que no están bajo nuestro control».
«Si educas desde la empatía, amar a tu planeta es mucho más gratificante. No es bueno usar la política del miedo»
A pesar la dificultad de llevar una dieta libre de animales en los rodajes y en la carretera, la actriz ha abrazado el veganismo, algo que ve «como una cuestión de voluntad, de organización y de actitud positiva». Más allá de la alimentación, cuenta cómo intenta seguir un modelo de vida respetuoso con el medio ambiente. A pesar de todos los desafíos que esto supone en su línea de trabajo, procura que, por ejemplo, su ropa y maquillaje estén libres de sufrimiento animal. «En muchas ocasiones nos prestan el vestuario y es muy difícil saber lo que hay detrás de cada prenda. Además, si bien la cosmética puede ser vegana, cada maquillador utiliza sus productos y no puedes controlar que lo sean», reconoce. La actriz se toma muy en serio su labor como activista y, por ello, siempre que puede intenta concienciar a las personas que tiene alrededor. Ese es el caso de la película Gente que viene y va o la serie El vecino donde propuso (con éxito) que se usaran cantimploras en vez de botellas de agua de plástico durante el rodaje.
Más allá de las decisiones que toma para hacer su vida más sostenible, Lago se propuso dar un paso más y crear, junto al actor Dani Rovira, la Fundación Ochotumbao con la que ayudar a diferentes colectivos y asociaciones. «Decidimos que no teníamos un objetivo único y con diferentes proyectos podemos ayudar a recaudar fondos para asociaciones de animales, personas vulnerables y medio ambiente», explica. Aunque la fundación lleve a cabo iniciativas de diferente índole, Lago y su equipo intentan hacer más hincapié en todas aquellas relacionadas con la emergencia climática porque, como cuenta, «si nos cargamos el planeta no habrá recursos para nadie y no podremos ayudar a otras causas, ya que estaremos más preocupados por a qué vecino robarle el agua».
Clara Lago reconoce que intenta utilizar su interés mediático como altavoz de la causa climática. «Es de las mejores cosas que tiene mi profesión. Tienes una plataforma con la que, a través de las redes sociales o la fundación, puedes concienciar a la gente», concluye.
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