Salud

«Es importante acabar con los mitos existentes acerca del cerebro»

Francisco Mora, doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford, plasma los ‘Mitos y verdades del cerebro’ (Paidós) en su nuevo libro.

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11
diciembre
2018

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El territorio «neuro» se cotiza al alza. Las neurociencias se despliegan en avances que causan estupor y los sagaces trileros conquistan espacios de promesa fácil: neuroético, por ejemplo, o neuroecologismo. Lo cual es un disparate «absoluto», según Francisco Mora, experto en cuestiones del cerebro, doctor en Medicina por la Universidad de Granada y en Neurociencia por la Universidad de Oxford. Cansado de escuchar «solemnes tonterías» a propósito de este órgano que rige lo humano, y consciente del daño que pueden ocasionar las falsedades alumbradas en torno a él, acaba de publicar el libro ‘Mitos y verdades del cerebro’ (Paidós).

«Entramos en una nueva cultura de convergencia entre ciencias y humanidades»

«La vieja cultura se está muriendo, y eso parece que se ha aceptado mundialmente. Entramos en una nueva cultura de convergencia entre ciencias y humanidades, y en esa dimensión ningún mito es necesario y hay que desterrarlos. Han constituido una fuente fundamental del único conocimiento posible, por ejemplo, creer que el sol era un dios porque no se tenía, entonces, capacidad de contestar a algo que sucedía, pero a día de hoy es importante acabar con cada uno de los mitos existentes acerca del cerebro», explica Mora.

Para empezar, socavar el más extendido, el que nadie pone en entredicho: solo utilizamos el diez por ciento de nuestro cerebro, una majadería, «un mito descabellado, siendo el más universal de todos. Se sostiene porque de alguna manera, si se acepta, se tiene el pensamiento mágico de que es muy fácil sobrepasar ese diez por ciento. Todo el mundo utiliza toda la capacidad de su cerebro, no solo el diez por ciento. Eso no quiere decir que las capacidades del cerebro no puedan perfeccionarse o adquirir otras nuevas. A lo largo de la historia, el cerebro del hombre se ha desarrollado desde los apenas quinientos gramos hasta los actuales 1.500 gramos de peso, ¿cómo se puede decir que el 90 por ciento es obsoleto, que está inactivo, latente? Y un aviso: nada hay que cambie el cerebro sino el duro banco del aprendizaje y la memoria», apunta el científico.

Hay otros, claro, tan sugerentes que se hace difícil no dejarse seducir por ellos: el mito de la percepción extrasensorial, el mito de la telepatía, el mito de la levitación, el ‘efecto Mozart’, la luz al final del túnel… y el de que hasta los tres años se aprende casi todo lo necesario y lo aprendido es inamovible. «El cerebro del niño en los tres primeros años se transforma físicamente alrededor de 50.000 nuevas sinapsis (comunicación entre neuritas y neuronas) por segundo por centímetro cuadrado de corteza frontal… El modo en el que aprenden los niños es a través del juego, por eso habría que dejarlos jugar, en vez de mandarlos deberes, pero aprendemos durante toda la vida, y a veces lo que aprendemos cambia radicalmente nuestra estructura íntima. Insisto, somos casi todo emoción, y una emoción puede transformar la manera de entender el mundo, nuestro código ético», matiza. «No hay evidencia alguna -desde luego no científica- que avale que en ese periodo de gran transformación se absorba más allá de los estímulos sensoriales y emocionales», asegura.

«Nada hay que cambie el cerebro sino el duro banco del aprendizaje y la memoria»

Es decir, que la inteligencia no viene determinada de fábrica. «En absoluto la inteligencia es algo fijo. Al revés, cuando esa inteligencia (gracias a la que comprendemos, razonamos, elegimos) se pone en funcionamiento, lo hace en un ambiente concreto que resulta determinante. Por tanto, la inteligencia siempre está modulada en función del ambiente en el que opere y se desarrolla o se estanca a lo largo de la vida».

El mal diagnóstico del TDAH

En este ensayo de divulgación también se habla de niños, muchos de ellos, diagnosticados con Trastorno por Déficit Atención o Hiperactividad (TDAH), lo que en otro tiempo se calificó como desafío a la autoridad o simplemente ‘niño revoltoso’. «Es un asunto muy complicado sobre el que no quiero frivolizar, pero el TDAH está, por lo general, muy mal diagnosticado, se confunde con otros trastornos que tienen síntomas parecidos y lo terrible de la confusión es que al niño se le medica con un derivado de la anfetamina, el metilfenidato, y no sabemos qué efectos puede tener sobre él», advierte el experto, pero en cualquier caso, de partida, ya es «una aberración médica».

Pero, ¿qué tiene el cerebro que no posean otros órganos? ¿Nos representa más el cerebro que nuestro hígado? «Tendemos a identificar nuestro yo, nuestra personalidad con el cerebro, y representa una parte, si quieres una parte importantísima, de lo que somos, pero no todo lo que somos. Yo soy todo mi cuerpo, cada uno de los órganos de mi cuerpo. Soy mis pensamientos y mis emociones, un conjunto de interacciones internas y externas», afirma Mora.

«El TDAH está, por lo general, muy mal diagnosticado, se confunde con otros trastornos»

La cuestión es, ¿en qué momento del proceso del conocimiento se generan los mitos, las falsedades, esas monedas espurias con las que comerciamos a pequeña escala? «Uno de los orígenes hay que buscarlo en el salto que existe entre el lenguaje técnico con que los neurocientíficos expresan los datos obtenidos en el laboratorio y la interpretación que hacen de ellos los docentes. Muchas veces esta interpretación es equivocada y es de ahí de donde nacen muchos mitos y falsas verdades», y hay que combatirlas.

«Necesitamos un antídoto contra estas falsedades si queremos construir un mundo más seguro, más auténtico, más humano. La saturación de información produce monstruos, y los monstruos se convierten en pesadillas», zanja Mora.

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