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Una llamada a la acción (social)

Vodafone España presenta su Informe Integrado alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el que certifica el ahorro de más de 371.000 toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera.

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10
septiembre
2018

Según un informe publicado por Statista, cada español pasa, de media, más de dos horas y once minutos al día pegado al teléfono móvil. En los más jóvenes, la OCDE sube esa cifra hasta las tres horas los días de diario y media más los fines de semana. El uso de dispositivos (cada vez más) inteligentes ha hecho que esa cifra haya aumentado de forma exponencial en los últimos años: llamar o mandar mensajes ya no son las funciones principales de los dispositivos móviles, en los que ahora interactuamos en las redes sociales, consultamos el tiempo y el estado de la carretera, vemos nuestra serie favorita o pagamos la cuenta del bar. Pero todas esas ventajas –que, sí, han hecho nuestra vida más fácil– tienen un precio, más allá de nuestra factura, y el que ha de pagarlo es el planeta en todas sus dimensiones.

Vodafone España presentaba esta mañana su Informe Integrado del ejercicio 2017-2018 en el que, además de aspectos monetarios, se refleja la contribución de la compañía a los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por Naciones Unidas en el año 2015, y que ya pasaron a ser parte del Marco Estratégico de Empresa Sostenible en el ejercicio anterior. «Somos conscientes de que hay momento de frenesí para cifras de negocio, pero es momento de hablar de otras cosas. Estamos en un momento de serenidad en el que tenemos que hablar de nuestra misión como compañía: el propósito del negocio radica fuera del propio negocio», comenta Francisco Román, presidente de Vodafone España.

Francisco Román: «No hay sostenibilidad si no generas un impacto positivo en la sociedad»

En ese sentido, el informe recoge los objetivos transformacionales de la compañía –diversidad e igualdad, innovación y energía y empleabilidad de los jóvenes– y las iniciativas concretas en transparencia relacionadas con los ODS que abordan directamente, como el 4, el 5, el 7, el 9, el 12 o el 13. «No podemos hablar de RSC sin hablar del impacto de las compañías en la sociedad: no hay sostenibilidad si no generas un impacto positivo», incidía Román, que también preside la Fundación SERES, y que hacía especial hincapié en el trabajo de la empresa en materias relacionadas con la diversidad en todos sus aspectos visibles, especialmente la igualdad: en el último año se ha incrementado un 0,7%  la presencia de mujeres en la compañía –hasta el 43,7% del total–, un porcentaje que supera el 2% en las esferas directivas donde la brecha de género es más pronunciada y en la que, hoy, más del 35% de los puestos de responsabilidad están ocupados por mujeres.

Más allá del género, José Manuel Sedes García, director de Sostenibilidad y Calidad de Vodafone, explicaba también la apuesta por la diversidad en materia de inclusión social y de empleabilidad de los más jóvenes, con programas como las Becas Vodafone Yu New Talent (dirigidas a jóvenes en el último año de grado) o el Discover Graduates, que pretende insertar laboralmente a jóvenes recién titulados con menos de dos años de experiencia. Además, recordaba un hito ya anunciado hace unos meses: Vodafone fue elegida como la mejor empresa para trabajar según el listado ofrecido por Great Place to Work.

Una telefonía más verde… y más inclusiva

714 gigavatios hora, es decir, el consumo de 220.00 hogares en España –o lo que es lo mismo, de una ciudad de 600.000 habitantes–. Ese fue el consumo energético total de Vodafone España en 2017, según cifraba el propio José Manuel Sedes. Aunque la cantidad incluye aspectos como la luz y la red de las tiendas en todo el territorio nacional, casi todo el gasto corresponde a la red de telefonía, cada vez mayor por el incremento del uso de datos móviles.

Con esas cifras –y los ODS– encima de la mesa, la sostenibilidad de una compañía no puede entenderse fuera de la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global, por lo que ser más eficientes y reducir la huella ambiental es un imperativo para las empresas de cualquier ámbito, más aún para las grandes consumidoras de energía. Las soluciones, orientadas a lograr un 35% de reducción de energía por elemento de red, ya han dado sus primeros frutos: en el último ejercicio, se ha certificado un ahorro energético correspondiente a más de 370.000 toneladas de emisiones de CO2. Y, aunque el camino es largo, a nivel global se pretende que para el año 2025 el 100% de las fuentes de energía utilizadas sean renovables y las emisiones se reduzcan a la mitad.

Vodafone ha certificado un ahorro energético de 370.000 toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera

Pero, ¿cómo lograrlo sin frenar el avance tecnológico y social? «La digitalización es un eje ineludible en todos los aspectos de la sociedad y sería ridículo no aprovecharlo, porque queremos acompañar a nuestros clientes en su propia transformación», explicaba Francisco Román en la presentación del informe. En total, la Fundación Vodafone España destinó 4 millones de euros a innovación y proyectos sociales que incluyen acciones facilitadoras de la transformación digital, especialmente con colectivos más vulnerables como las personas con discapacidad, los jóvenes desempleados o los mayores. Por ejemplo, gracias a programas de formación en redes sociales y uso del Smartphone, más de 52.900 personas mayores aprendieron a utilizar WhatsApp el año pasado.

«Existen personas en situaciones vulnerables a las que tecnología puede hundir más o ayudarlas a seguir adelante. Nosotros decidimos contribuir a acabar con la brecha digital», concluía Francisco Román, que incidía en la importancia de la innovación y el desarrollo de los programas sociales de la compañía, alineados todos objetivos transformacionales de innovación e inclusión. Programas como Future Job Finder –una aplicación para ayudar a los jóvenes a adquirir nuevas competencias profesionales en el ámbito digital– o el programa Code like a girl –pensado para fomentar las profesiones tecnológicas y de ingeniería entre las chicas de catorce a dieciocho años– son algunos de los ejemplos de cómo traducir el, en ocasiones, etéreo concepto de responsabilidad social a programas concretos que mejoran la calidad de vida de las personas y ayudan a transformar (digitalmente) la sociedad.

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