Cultura

«La amenaza del periodismo no es Internet. Es competir con Facebook»

James Harding, director de BBC News hasta hace unos días, habla con Ethic de su experiencia al mando del medio más influyente del mundo.

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04
febrero
2018

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«Me da un poco de reparo admitirlo, porque me siento un carroza. Pero sí. Adoro leer periódicos en papel. Es uno de mis mayores placeres diarios». Lo dice quien hasta hace solo unos días ha sido director de BBC News, el medio más influyente y respetado del mundo que, bajo su batuta, ha reventado definitivamente los límites de la pantalla de un televisor y el dial de una radio para expandir periodismo por cualquier dispositivo con conexión a Internet.

James Harding (Londres, 1969) se aleja de las agorerías sobre el futuro de los medios de comunicación: «El periodismo vive una época dorada. La información es un bien que nunca antes había sido tan demandado como ahora. Y los casos que afloran cada día demuestran que se está generando una relación increíble entre periodismo de investigación y la respuesta de los ciudadanos, que están ávidos por saber. La tecnología abre puertas impensables». Con todo, insiste: «Hay pocos soportes más adecuados para recibir información que el papel. Pero eso es algo del pasado». Sabe de lo que habla: Harding fue, con 38 años, el director más joven de la historia de The Times. Durante su paso por la prestigiosa cabecera británica, vivió la trepidante transición entre dos eras: la de los medios tradicionales y la vorágine digital.

«En la BBC hemos llegado a producir cuatro segundos de noticias por cada segundo del día»

El encuentro, con algunos periodistas, tiene lugar un par de horas antes de su conferencia Tecnología, democracia y el futuro de la libertad de expresión, en la Fundación Rafael del Pino dentro del foro Conversaciones Con, invitado por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Harding, como cabeza de BBC News, ha sido una de las personas más poderosas del mundo, pero llega con una afabilidad desarmante: «Siento que la conferencia sea a las siete de la tarde. Eso es tardísimo en mi país. Si acudís, tenéis muchísimo mérito», bromea. Ha abandonado la cadena pública británica de forma voluntaria para emprender un proyecto periodístico del que, por el momento, prefiere no adelantar nada. «El mes pasado dirigía BBC News, un medio mundial de televisión, radio e Internet, en inglés y otros 40 idiomas, que emplea a más de 8.000 personas. Hoy, soy solo yo. Y quiero lanzar un nuevo concepto de información y de modelo de negocio. Pero es demasiado prematuro para hablar de eso, porque aún estoy dando forma a la idea. No estoy preparado. Espero que me deis un poco de tiempo, y tengáis paciencia para cuando tenga algo de lo que hablar».

¿Informar o influir?

James Harding ha dirigido el medio con más audiencia del mundo en, posiblemente, los dos momentos políticos más explosivos de la década: la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y el Brexit en Reino Unido. No solo por las consecuencias derivadas para la sociedad, sino porque pusieron en entredicho la manera de informar de los medios de comunicación, también de la BBC.

«Por principio, debemos tratar de ser lo más imparciales posible. Pero en unas elecciones, o en un referéndum, en el que suele haber dos partes que a veces ni siquiera están de acuerdo en qué quieren realmente o cómo van a actuar en caso de ganar, lograr esta imparcialidad es realmente complicado. Hay que escuchar, como periodistas, a todos los actores, y tratar entender todos los razonamientos. Pero entra en juego otro debate, que pone en duda la propia imparcialidad. ¿Realmente es conveniente en estos casos? No tengo la respuesta. Igual que, supongo, no la tenéis los medios de España a la hora de tratar el conflicto en Cataluña. Me lo he preguntado mucho durante los años que he pasado en la BBC, y hay una conclusión a la que sí llegué: lo que realmente importa, por encima de todo, es la independencia».

A este respecto, Harding es consciente de que muchas televisiones públicas suelen estar mucho más controladas por los gobernantes de turno que la británica. «Supongo que es una cuestión del modelo. A la televisión española le falta independencia, porque sus presupuestos son los presupuestos del Estado, y el Gobierno ejerce mucho control, como si fuera una suerte de propietario. El caso de la BBC es distinto, la mantienen directamente los ciudadanos. Y solo nos debemos a ellos. No sé si algo así sería posible en vuestro país».

Transparencia

«Lo importante no es la imparcialidad, sino la independencia»

La dimisión de la delegada en China de la BBC, Carrie Grace, provocó que casi 200 empleadas denunciaran a la cadena ante el Parlamento británico por discriminación salarial por género. «Hemos sido la primera organización de Reino Unido que se ha comprometido seriamente a alcanzar un nivel justo de equiparación de sueldos», apunta Harding, después de admitir que en la cadena existe diferencia salarial. Pero matiza: «Carrie es una periodista y persona maravillosa, pero ella defiende que todos los que estén en la misma escala profesional deben recibir el mismo salario. La BBC dice que está de acuerdo, pero hay que reflejar también otros factores como la antigüedad y la experiencia. No es lo mismo un salario justo que un salario idéntico».

En cualquier caso, el nivel de transparencia de la BBC es incuestionable: cualquier ciudadano puede acceder a lo que cobraba Carrie como jefa de corresponsales, o el propio Harding como director (casi 400.000 euros anuales al cambio). Incluso el último vuelo o comida que han cargado cada uno de sus periodistas a la cadena: «Como decía, los ciudadanos son nuestros únicos accionistas», dice el exdirector.

Más información, ¿más informados?

«Cuando empecé a trabajar en el Financial Times, producíamos unas 200 noticias al día. Cuando llegué a The Times los periódicos ya tenían páginas web abiertas las 24 horas, y producíamos unas 400 historias diarias. En la BBC me di cuenta de que producíamos cuatro segundos de noticias por cada segundo del día», recuerda Harding, y opina: «No tiene sentido, porque en volumen, los medios periodísticos no deberían competir. Cada minuto se postean más de medio millón de comentarios en Facebook y se actualizan casi 300.000 estatus, mientras que se suben casi 150.000 fotos. En Instagram se comparten 95 millones de fotos y vídeos cada día».

Harding concluye: «Hay algo mucho más peligroso para el periodismo que Internet: la repetición de historias y noticias a expensas de que otras importantes queden en el olvido. Querer competir en volumen con las redes sociales. ¿Y qué pasa con el contenido? Hoy, las redacciones del mundo se parecen demasiado entre sí. Todas buscan contar lo mismo. Los modelos de negocio son todos similares también. Cuando Internet debería ser justo lo contrario: es una vía para abrirnos a un sinfín de posibilidades, de historias y de la manera de contarlas. Hay que aprovechar este momento: es el más revolucionario para el periodismo desde el invento de la televisión».

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